?Qui¨¦n teme a la biotecnolog¨ªa? Ecologistas, izquierdistas y "verdes" italianos se enfrentan a la primera gran feria sobre alimentos transg¨¦nicos.
A simple vista era un congreso inocuo el celebrado la semana pasada en G¨¦nova, en el que 160 especialistas en los diversos terrenos de la biotecnolog¨ªa procedentes de 22 pa¨ªses se han sentado a discutir sobre los retos que tiene pendientes esta nueva ciencia. Un congreso patrocinado por 60 empresas que trabajan ya en este sector, considerado por muchos como la new economy del futuro. En la pr¨¢ctica, sin embargo, era un inmenso escaparate de alimentos transg¨¦nicos, es decir, productos elaborados a partir de plantas a las que se ha inyectado genes de otros organismos para aumentar la productividad o la resistencia a los pesticidas. Un tab¨² para millones de personas que acudieron a protestar a la feria de G¨¦nova (TeBio) en respuesta al tam tam lanzado v¨ªa Internet por grupos ecologistas y contestatarios variados.La presencia disuasoria de la polic¨ªa, no menos de 5.000 agentes desplegados en un ¨¢rea min¨²scula de G¨¦nova, logr¨® que la feria biotecnol¨®gica concluyera el viernes sin incidentes. Pero han bastado las cr¨ªticas iniciales para dejar en los participantes de TeBio el mal sabor de boca de una protesta que representa las mil y una incertidumbres que pesan sobre esta nueva ciencia. La ambig¨¹edad y la duda rodean a la biotecnolog¨ªa en un mundo de profanos sometidos a la presi¨®n de informaciones contrapuestas. De un lado, los firmes partidarios de una experimentaci¨®n que, dicen, ofrece una soluci¨®n al hambre en el mundo y abre una v¨ªa esperanzada a la curaci¨®n de numerosas enfermedades. Del otro, organizaciones ecologistas, defensoras del medio ambiente y de la izquierda pol¨ªtica, unidas con grupos radicales como los de los llamados centros sociales y aut¨®nomos, en esta batalla contra las multinacionales, porque s¨®lo las grandes empresas son capaces de financiar las costos¨ªsimas investigaciones en este terreno y de embolsarse despu¨¦s fabulosos beneficios gracias a las patentes registradas.
Entre unos y otros, el Gobierno italiano ha optado por la ambig¨¹edad, acogiendo la celebraci¨®n de TeBio con una mezcla de complacencia y cr¨ªtica. De un lado, el primer ministro, Giuliano Amato, y el titular de Industria, Enrico Letta, se han felicitado por la celebraci¨®n de la Feria. Del otro, el ministro de Agricultura, el verde Alfonso Pecoraro Scanio y el de Medio Ambiente, Willer Bordon, se han desmarcado claramente de una iniciativa que ven como una amenaza para la producci¨®n agr¨ªcola italiana, basada en la biodiversidad y en los productos t¨ªpicos de marca. "El Parlamento italiano es contrario a la experimentaci¨®n gen¨¦tica en el sector agr¨ªcola. En Sanidad, las cosas cambian, se puede dialogar sobre el tema, llegar a un pacto", ha declarado Scanio.
En realidad, Italia es uno de los pa¨ªses europeos que ha dedicado m¨¢s hect¨¢reas a cultivos transg¨¦nicos, aunque el n¨²mero de empresas del sector sea de apenas medio centenar con una facturaci¨®n de tan s¨®lo 960 millones de euros. Una cifra rid¨ªcula si se la compara con el total europeo donde operan ya 1.178 empresas que facturan casi 4.000 millones de euros al a?o.
Los expertos insisten en que el sector de la biotecnolog¨ªa empieza a dar frutos y las cifras de beneficios ser¨¢n fabulosas en el plazo de no demasiados a?os. El camino es imparable, opinan. Hasta tal punto que un cient¨ªfico respetuoso con la opini¨®n p¨²blica como el italiano Edoardo Boncinelli, se atrev¨ªa a proponer una f¨®rmula intermedia para resolver el enfrentamiento entre defensores y detractores de la biotecnolog¨ªa. Una v¨ªa intermedia entre prohibir completamente la experimentaci¨®n biotecnol¨®gica o limitarla a la producci¨®n de nuevos f¨¢rmacos, ser¨ªa, dice Boncinelli, "proceder con cautela a la hora de presentar elementos nuevos, tender a reforzar al m¨¢ximo todos los controles sobre los productos que salen al mercado, transg¨¦nicos y no transg¨¦nicos, y paralelamente hacer un esfuerzo capilar para informar a la opini¨®n p¨²blica de lo que significa todo esto".
Una posici¨®n no demasiado distante de la de Jeremy Rifkin, uno de los estudiosos m¨¢s cr¨ªticos con la alteraci¨®n gen¨¦tica de los alimentos. Rifkin reconoce que "no se puede detener la ciencia y renunciar al futuro", pero el problema est¨¢ en c¨®mo usar esta ciencia.
Por otra parte, seg¨²n el peri¨®dico brit¨¢nico The Observer, el zo¨®logo germano Hans-Hinrich Kaatz ha concluido, tras cuatro a?os de estudios, que los genes de cosechas modificadas pueden saltar la barrera de las especies, informa Isabel Ferrer. El equipo de la Universidad de Jena ha hallado el gen transg¨¦nico resistente a los herbicidas utilizado para alterar las semillas de colza, en la flora bacteriana del est¨®mago de un grupo de abejas productoras de miel. Kaatz sugiere, antes de publicar la investigaci¨®n, que el hallazgo podr¨ªa tener repercusiones para la salud humana.
El Gobierno brit¨¢nico aconsej¨® ayer a los granjeros que destruyan las cosechas de colza transg¨¦nica plantadas por error. Los sindicatos calculan que perder¨¢n unos 100 millones de pesetas.
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