M¨¦xico: posibilidades de la alternancia.
El autor mantiene que el empate t¨¦cnico, ante las elecciones del 2 de julio, entre el conservador Fox y el gubernamental Labastida abre opciones de cambio.
A un mes de las elecciones presidenciales en M¨¦xico, el empate t¨¦cnico logrado hace unas semanas por el retador Vicente Fox con el candidato oficial Francisco Labastida parece haberse roto a favor del primero. Las encuestas m¨¢s confiables, ajenas a ambas campa?as y vinculadas a medios de comunicaci¨®n nacionales y extranjeros, o a prestigiadas entidades privadas, arrojan una ventaja para Fox de tres a cinco puntos, seg¨²n el caso; sobre todo muestran que, a partir del debate celebrado a finales de abril entre todos los candidatos, la tendencia a favor del aspirante opositor se ha consolidado, mientras que se acentu¨® la ca¨ªda, tenue pero perceptible, que desde antes del debate ya afectaba a Labastida.Por otra parte, el derrumbe de Cuauht¨¦moc C¨¢rdenas se agudiza: en algunos sondeos efectuados despu¨¦s del debate, el segundo opositor al aparato pri¨ªsta se situaba por debajo del fat¨ªdico umbral del 10%. Fox ha reunido, por ahora en todo caso, las dos condiciones sine qua non de su victoria: la transformaci¨®n de los comicios del 2 de julio en un refer¨¦ndum sobre el cambio en M¨¦xico y la concentraci¨®n de los sufragios opositores en torno a su candidatura, mediante el conocido mecanismo del voto ¨²til.
Todo ello ha generado un dilema innegable para un segmento peque?o pero ilustrado e influyente del electorado mexicano. Intelectuales, activistas sociales, profesionistas liberales, funcionarios medios y altos, pol¨ªticos de oposici¨®n de centro o de izquierda, feministas y defensores de minor¨ªas diversas, hartos de setenta a?os de hegemon¨ªa pri¨ªsta, vislumbran por fin la posibilidad de una derrota del partido de Estado. Sin embargo, puisque l'histoire avance toujours du mauvais c?t¨¦, la alternancia factible no se asemeja ni se asimila a la alternancia deseable, desde la perspectiva de muchos de los arriba citados. Para ellos -y entre sus filas habr¨ªa que incluir a muchos de los escritores, pintores, doctores, ingenieros, abogados y pol¨ªticos m¨¢s destacados del pa¨ªs-, el hecho de que Vicente Fox sea el candidato de un partido conservador como el PAN, que provenga ¨¦l mismo del medio empresarial y de una de las regiones m¨¢s cat¨®licas del pa¨ªs, que en ocasiones y en su opini¨®n declare, escriba o piense de manera irreflexiva, derechista y contradictoria, configura una raz¨®n suficiente para no votar por ¨¦l, o para debatirse de modo desgarrador entre la continuidad pri¨ªsta y la aventura alternativa. De all¨ª que unos, por ejemplo, cuestionen sinceramente los m¨¦ritos intr¨ªnsecos de la alternancia, mientras que otros -quiz¨¢s menos sinceramente- denostan la idea del voto ¨²til. Despu¨¦s de a?os de esperar la alternancia, ahora se le reclaman t¨ªtulos de nobleza: alternancia, ?para qu¨¦?, ?hacia d¨®nde?, ?con qui¨¦n?
Es cierto que Vicente Fox no es un pol¨ªtico de izquierda, pero ha asumido posiciones en materia econ¨®mica y social, as¨ª como en pol¨ªtica internacional, que le permiten a este autor, y le permitir¨ªan a muchos pensadores y activistas de izquierda en Am¨¦rica Latina, acercarse a ¨¦l sin abdicar de sus convicciones, de sus escritos o de sus afinidades. Su participaci¨®n en la serie de encuentros convocados desde 1996 por Roberto Mangabeira Unger y el que escribe, a los que asistieron una treintena de pol¨ªticos y acad¨¦micos latinoamericanos de centro y de izquierda, su trabajo -al alim¨®n con Mangabeira; Carlos Ominami, de Chile; Rodolfo Terragno y Dante Caputo, de la Argentina; Ciro Gomes, de Brasil- de redacci¨®n de un documento program¨¢tico titulado Alternativa latinoamericana, publicado en una veintena de pa¨ªses y ampliamente comentado por la prensa internacional, constituye un antecedente sustantivo de gran calidad. La adopci¨®n por la campa?a de Fox de posiciones, definiciones y ubicaciones de pol¨ªtica econ¨®mica y social esencialmente coincidentes con las tesis centrales de dicho documento, junto con las garant¨ªas que ha brindado en lo tocante a la educaci¨®n p¨²blica, laica y obligatoria y al mantenimiento del monopolio estatal del petr¨®leo en M¨¦xico, constituyen todos ellos factores que bastar¨ªan para pensar que, independientemente de la alternancia, una victoria electoral de Fox ser¨ªa altamente ben¨¦fica para M¨¦xico.
Pero es evidente que estos motivos no conforman una raz¨®n suficiente para quienes ya sea desconf¨ªan de Fox, debido a su trayectoria, a sus pronunciamientos o a sus correligionarios, ya sea consideran que las divergencias que en su opini¨®n los separan de Fox en rubros como la Iglesia, el aborto, la mujer, la familia y la educaci¨®n ensombrecen o invalidan las posibles aunque p¨¢lidas y dudosas coincidencias. Para ellos, estos temas son a tal punto decisivos, y sus discrepancias con las posturas atribuidas a Fox tan abismales, que la alternancia cesa de ser un objetivo ontol¨®gicamente virtuoso.
Ahora bien, las virtudes y las ventajas de la alternancia no estriban en su atractivo abstracto, en un deseo ¨¦tico y et¨¦reo de cambiar de rostros, apellidos y estilos de los gobernantes mexicanos, sino en una serie de consecuencias concretas que puede acarrear en un pa¨ªs como M¨¦xico, gobernado como lo ha sido durante m¨¢s de medio siglo. Dichas consecuencias, a su vez, no se derivan ni de las intenciones de Fox ni de sus supuestas alianzas, apoyos, complicidades o desv¨ªos, sino de las condiciones que surgir¨ªan del fin del sistema pol¨ªtico mexicano tal y como ha operado desde su fundaci¨®n entre finales de los a?os veinte y mediados de la d¨¦cada siguiente.
En s¨ªntesis, aun en lo que los americanos llaman el "worst case scenario", esto es, un Vicente Fox preso de todos los vicios y defectos que se le achacan, la alternancia en s¨ª misma permite lo que la continuidad impide: luchar bajo mejores condiciones por las causas que cada quien considera m¨¢s justas y decisivas. Abre espacios cerrados, desarma resistencias y salvaguardias, desmonta mecanismos de defensa y arbitrariedad y establece nuevas reglas del juego. No entra?a una nueva repartici¨®n de la riqueza, de las oportunidades o del ingreso, ni aligera las terribles taras de M¨¦xico, no es una revoluci¨®n social ni entra?a el fin del neoliberalismo. Pero implica una nueva repartici¨®n de la baraja de naipes, en la que las posibilidades para cada sector de la sociedad de alcanzar sus aspiraciones se ensanchan. Por eso encierra virtudes intr¨ªnsecas y es un factor de movilizaci¨®n del electorado. La mayor¨ªa de los mexicanos, partidaria del cambio, no est¨¢ a favor de la alternancia por la alternancia, sino por lo que significa y su contenido inevitable.
Jorge G. Casta?eda es profesor de Relaciones Internacionales de la Universidad Nacional Aut¨®noma de M¨¦xico y asesor del candidato Vicente Fox
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