Una po¨¦tica de la concisi¨®n
Pocas dudas hay sobre la solidez de la trayectoria de Augusto Monterroso, bien conocida en Espa?a y cifrada en una obra no muy extensa pero de notorio calado. Es la del autor una escritura personal¨ªsima, labrada a fuerza de renuncia, contenci¨®n, concentraci¨®n, imaginaci¨®n e ingenio. Ingenio, s¨ª, elaborado seg¨²n la tradici¨®n contempor¨¢nea, desde Dad¨¢ y los surrealistas, aunque sin olvidar a Carroll. El juego, la pirueta, el humor, singularizan a este guatemalteco de M¨¦xico que ha desplegado en la literatura latinoamericana una ins¨®lita vocaci¨®n literaria de sobriedad, de antibarroquismo, de esplendorosa desnudez estil¨ªstica, que es otra forma de estilo.Frente a la exuberancia, la sencillez; frente a las pompas, la austeridad; frente a la sublimidad ret¨®rica, la humilitas deliberada y consecuente. Lo de menos es la tan invocada brevedad de algunos de los textos de Monterroso, sobre la que el escritor ha ironizado, aunque haya suscitado ciertamente momentos memorables; lo que importa es la intensidad sat¨ªrica de su escritura, capaz de poner en tela de juicio los c¨®digos m¨¢s diversos: usos cotidianos, discursos pol¨ªticos y morales, relaciones sociales, convenciones literarias...
En alg¨²n momento de esta obra se habla sobre la tristeza del humor. Y es verdad que, aunque Monterroso tiene la virtud de lograr arrancar la risa del lector cuando quiere (y a veces no quiere), tambi¨¦n lo es que detr¨¢s de los mecanismos l¨²dicos alienta una voluntad de cr¨ªtica profunda. "El humorismo es el realismo llevado a sus ¨²ltimas consecuencias", leemos en otra ocasi¨®n. El humor, pues, ni distorsiona la realidad ni la diluye; simplemente la cuestiona, la pone en tela de juicio. La cr¨ªtica de Monterroso no suele descender a la an¨¦cdota pol¨ªtica, aunque la pueda rozar, como en el famoso 'M¨ªster Taylor', de Obras completas, sino que tiende a reclamar la participaci¨®n del lector, de manera que en alg¨²n sentido el texto acabe de hacerse en ¨¦l al interiorizarse, al trasfundirse en una relaci¨®n que es m¨¢s de comunicaci¨®n que de comuni¨®n, sin que esto implique la anulaci¨®n de otros componentes emotivos. De ah¨ª la precisi¨®n y la claridad del estilo, que en modo alguno conjuran la riqueza de las referencias y alusiones literarias, la parodia de textos, la inserci¨®n, pues, en las tradiciones literarias.
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