Hans-Dietrich Fischer
De Hans-Dietrich Genscher, que fue ministro alem¨¢n de Asuntos Exteriores 18 a?os, al servicio de tres cancilleres distintos (los socialdem¨®cratas Willy Brandt y Helmut Schmidt y el democristiano Helmut Kohl), se dijo que no ten¨ªa una sola convicci¨®n pol¨ªtica. Pero no era verdad. Genscher era capaz de hacer oscilar a su Partido Liberal (FDP) entre izquierda y derecha sin que se le moviera una pesta?a y sin que las acusaciones de deslealtad amargaran su ¨¢cido sentido de humor: "Somos un partido bisagra: la puerta se abre hacia dentro y hacia fuera". Pero hubo algo en lo que nunca flaque¨®, incluso frente al entonces todopoderoso Ronald Reagan: en la defensa del proceso de construcci¨®n europea. Siempre crey¨® que Alemania s¨®lo podr¨ªa prosperar en una Europa democr¨¢tica y unida y siempre defendi¨® la idea de una CEE lo m¨¢s amplia posible. "Los padres fundadores", dec¨ªa con profunda reverencia, "llamaron a este invento Comunidad Europea, y no Comunidad Europea Occidental. Por algo ser¨¢".Cuando present¨® su sorprendente dimisi¨®n, en 1992, provoc¨® grandes lamentaciones. Sus herederos en el FDP no ten¨ªan ni su personalidad ni sus conocimientos, y su papel en las negociaciones europeas tuvo que ser asumido por el canciller Kohl. Durante estos a?os, muchos europe¨ªstas han estado suspirando por un ministro alem¨¢n de Exteriores que fuera digno del nombre de Hans-Dietrich. Pues bien, parece que Joschka Fischer empieza a cumplir las condiciones. Fischer procede de otro entorno (es dirigente del Partido Verde), pero tiene la misma voluntad de protagonismo y, dicen, la misma capacidad de negociaci¨®n. Por el momento, ha demostrado una gran virtud en los ministros de Exteriores: es oportuno y sabe preparar discretamente las cosas.
Oportuno fue, en efecto, su discurso de mediados de mayo en la Universidad Humboldt, de Berl¨ªn, reactivando la idea de la cooperaci¨®n reforzada y planteando un lejano federalismo, justo cuando se inicia un semestre decisivo en la Uni¨®n Europea y cuando est¨¢n sobre la mesa los importantes asuntos de funcionamiento de la UE. Y discreto ha sido filtrar amablemente a la prensa que hab¨ªa discutido el contenido de su discurso con su colega franc¨¦s Hubert V¨¦drine y con el ex presidente de la Comisi¨®n Europea Jacques Delors. Esto ¨²ltimo no debe haber entusiasmado a Romano Prodi, pero es inteligente, porque, al fin y al cabo, Delors, por muy cr¨ªtico que sea con las propuestas alemanas, es un excelente interlocutor y una de las pocas personas que han tenido ideas originales -y firmes- sobre la Uni¨®n en los ¨²ltimos 20 a?os.
El discurso de Fischer no conten¨ªa en realidad propuestas novedosas, pero s¨ª un gran anuncio: Alemania, despu¨¦s de haberse unificado ella misma, se propone ahora reunificar Europa. Quiz¨¢s fue esta idea la que puso tan nervioso a Jean Pierre Chev¨¨nement, hasta el extremo de llevarle a dolorosas comparaciones hist¨®ricas. La reacci¨®n de Chev¨¨nement est¨¢ injustificada, por lo menos en lo que a los prop¨®sitos de Joschka Fischer se refiere. El ministro alem¨¢n de Asuntos Exteriores es en este tema tan delicado como lo fue Genscher: nada es posible sin Francia y nada se har¨¢ contra Francia.
Y como prueba, el anuncio, este mismo jueves, de que Francia y Alemania han llegado a un principio de acuerdo para la reforma de las instituciones de la UE. Par¨ªs y Berl¨ªn, que son conscientes de que el tema de la ampliaci¨®n s¨®lo interesa al 28% de los europeos, frente a un 90% que sigue inquieto por el problema del paro, intentan preparar el camino a la entrada de nuevos miembros sin levantar demasiado polvo. Lo chocante no es que Alemania se disponga a impulsar una Europa abierta al Este y que Francia mantenga las riendas del carruaje. Lo extra?o es que lo hagan sin haber escuchado antes lo que tienen que decir otros pa¨ªses importantes en la Uni¨®n. ?Ser¨¢ que Fischer no tiene el "toque" de Genscher para estar en todos los sitios al mismo tiempo?
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