Cacofon¨ªa europea
El relanzamiento de la Europa federal por el vicecanciller y ministro de asuntos exteriores, Joschka Fischer, en su conferencia en la Universidad Humboldt de Berl¨ªn el pasado 12 de mayo, ha tenido la virtud de confirmarnos dos cosas que ya sab¨ªamos: que la construcci¨®n pol¨ªtica europea sigue encontrando muchas resistencias, aunque ¨¦stas sean distintas, en modo e intensidad, seg¨²n pa¨ªses, y que la inteligencia, la imaginaci¨®n y la coherencia de los l¨ªderes pol¨ªticos europeos son extremadamente modestas. Hasta tal punto que la cacofon¨ªa propositiva a que estamos asistiendo aparece como una inevitable consecuencia de su cacofon¨ªa pol¨ªtica. Fischer declara exhausta la v¨ªa funcionalista de Jean Monnet y propone una Federaci¨®n de Estados-naci¨®n de soberan¨ªa repartida entre aqu¨¦lla y ¨¦stos, instituida mediante un nuevo Tratado constituyente y provista de dos c¨¢maras: una de la que formaran parte parlamentarios que lo ser¨¢n tambi¨¦n de los Parlamentos nacionales, y otra que podr¨¢ responder al modelo senado con senadores elegidos en cada Estado o bien ser una c¨¢mara de Estados. Fischer no se pronuncia en este punto como tampoco en lo que concierne al ejecutivo, en el que se limita a recoger las dos posibilidades existentes: una estructura gubernativa formada por los Gobiernos nacionales -lo que es hoy el Consejo Europeo- o una Comisi¨®n europea reforzada y dotada de un presidente con amplios poderes, elegido por sufragio europeo directo. Respecto de los plazos, el n¨²mero de miembros, las modalidades constitutivas, etc¨¦tera, todo queda en una gran ambig¨¹edad. Esta propuesta, que s¨®lo tiene de nuevo que nos viene del responsable exterior de la primera potencia europea, converge, con otras formuladas estos ¨²ltimos meses, en querer federar los Estados-naci¨®n de Europa en fases sucesivas.Desde esa opci¨®n, Delors limita la oferta al n¨²cleo inicial de los seis -Prodi, con su incontinente inoportunidad, la ha ampliado a Portugal y a Grecia, excluyendo a Espa?a-, Giscard d'Estaing y Helmut Schmidt prefieren que se extienda a los 11 Euroestados y diversos otros l¨ªderes hablan de un primer n¨²cleo o centro de gravedad formado por un n¨²mero limitado de pa¨ªses sin decidirse por cu¨¢ntos ni cu¨¢les. Como era de esperar, el euroescepticismo de los gobernantes del norte -Rasmussen, Bonde, Blair, etc¨¦tera- ha considerado la exhortaci¨®n de Fischer como un divertimento para uso centro y surcontinental. Aunque en ¨¦ste, la derecha -Berlusconi, Aznar- no haya mostrado demasiado entusiasmo por ella. S¨®lo en Francia, por causa de la pr¨®xima presidencia francesa de la Uni¨®n y por la tradici¨®n de la pareja franco-alemana motor de Europa, la sacudida de Fischer ha tenido efectos. Pero, aparte de Bayrou y de los centristas, m¨¢s bien limitados y penosos. El RPR, con su circularidad de s¨ª pero no, y los soberanistas, con el sectarismo a que nos tienen acostumbrados. Chev¨¨nement, que es un hombre de lecturas, ha aprovechado la ocasi¨®n para intentar descalificar, sin citarla, la hip¨®tesis de Habermas de una integraci¨®n republicana europea -acaban de traducirse al franc¨¦s, Die Posnationale Konstellation y Die Einbeziehung des Anderer- basada en su concepci¨®n del patriotismo constitucional como fundamento de una nueva naci¨®n. ?C¨®mo se atreve el fil¨®sofo alem¨¢n a reivindicar ese invento de Renan, esa idea de naci¨®n como proyecto asumido, como plebiscito cotidiano formalizado constitucionalmente, desde un pa¨ªs que todav¨ªa no ha purgado ni sus culpas recientes, ni su pecado de origen? Pero, aparte de estos exabruptos soberanistas, no hemos asistido en Francia, como tampoco en Espa?a, a la reflexi¨®n a que se est¨¢ procediendo en los medios intelectuales alemanes sobre la necesaria reconceptualizaci¨®n pol¨ªtica e institucional que, m¨¢s all¨¢ de la agenda t¨¦cnica prevista para la pr¨®xima Conferencia Intergubernamental, reclama la construcci¨®n europea. Pues el problema no es el de la apelaci¨®n -confederaci¨®n o federaci¨®n- de una agrupaci¨®n de Estados-naci¨®n, sino el de la pertinencia y aplicabilidad de esas categor¨ªas centenarias, a una realidad presidida por el mercado mundial, el de la incorporaci¨®n pol¨ªtica, el de la incardinaci¨®n de la Uni¨®n Europea en la gobernaci¨®n del mundo. Y el de la ingenier¨ªa institucional para lograrlo.
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