El caos se adue?a de Filipinas
ENVIADO ESPECIALJoel Ej¨¦rcito, el hijo mayor del presidente filipino, Joseph Estrada, salv¨® hace unos d¨ªas la vida por poco en el ametrallamiento de la caravana fluvial en la que viajaba no lejos de Manila. Uno de sus acompa?antes, un periodista, muri¨® y varios m¨¢s resultaron heridos. El presidente fue sorprendido por la noticia en una visita oficial por provincias. En contra de lo esperable de su exuberancia emocional, Estrada se ahorr¨® p¨²blicas andanadas verbales que no hubiesen hecho sino echar le?a al fuego. Filipinas vive en pleno estado de confusi¨®n, con atentados en diversas partes del pa¨ªs, secuestros y secesionismo en el sur isl¨¢mico, desconcierto y par¨¢lisis en el Gobierno, ¨®rdenes y opiniones contradictorias desde todos los puntos, acusaciones de terrorismo en el propio Gabinete, amiguismo desaforado, corrupci¨®n, desconfianza de los inversores internacionales, econom¨ªa d¨¦bil y un presidente en el centro del hurac¨¢n, impotente y perplejo, que se pregunta qu¨¦ ha hecho ¨¦l para merecer lo que le ocurre. "Necesitamos un milagro", dice Max Soliven, reputado periodista, compadre y amigo del presidente.
Estrada gan¨® las elecciones en mayo de 1998 envuelto en una nube de popularidad nunca vista en el archipi¨¦lago: el actor favorito de los filipinos, siempre en papeles que le identificaban con el hombre de la calle o con el vengador justiciero en 80 pel¨ªculas, se convert¨ªa en presidente con una plataforma populista de la m¨¢xima magnitud y promesas infinitas de comida y vivienda para todos, como si el mundo real fuera continuaci¨®n de las fantas¨ªas de la pantalla. Dos a?os despu¨¦s, con 63 de edad y cumplido el primer tercio de su mandato, el deseado se arrastra en las encuestas y es objeto de un pimpampum en el que, por si no bastara con los enemigos, los amigos participan con frenes¨ª poni¨¦ndose zancadillas y pugnando por ver qui¨¦n dice o hace la mayor barrabasada.
Un portavoz castrense, protegido en el anonimato, ha llegado a acusar al partido del anterior presidente, Fidel Ramos, y de la actual vicepresidenta, Gloria Macapagal, de estar tras las explosiones de hace dos semanas en Manila en lo que el militar presenta como un intento desesperado de algunos pol¨ªticos de provocar una ca¨ªda del Gobierno. Casi al tiempo, distintos altos responsables policiales atribuyen en simult¨¢nea conferencia de prensa esos atentados a grupos que cubren todo el espectro -desde la extrema izquierda aliada con el islamismo m¨¢s radical hasta la derecha m¨¢s rancia-, y entre los integrantes de la comisi¨®n que debe negociar la liberaci¨®n de los rehenes extranjeros capturados hace m¨¢s de un mes por una banda armada de inspiraci¨®n isl¨¢mica hay carreras para ser el primero en hacerse la foto sonriente con los secuestradores, mientras los cautivos, en su desesperaci¨®n por las noticias que les llegan del guirigay, piensan en el suicidio.
Manila es una jaula de grillos. El cardenal Jaime Sin, enemigo declarado del presidente -por mujeriego, jugador, bebedor, nada religioso y partidario del control de la natalidad, pese a tener una docena de hijos naturales, incluido Joel, de 39 a?os, cuya existencia se deconoc¨ªa, adem¨¢s de otros tres v¨¢stagos con su leg¨ªtima-, public¨® la semana pasada una carta pastoral en la que arremete contra el caos que se ense?orea en la Administraci¨®n de Estrada, "en la que no parece que nadie sea capaz de actuar racionalmente". El arzobispo de Manila ve al pa¨ªs "cada d¨ªa m¨¢s confundido". Y clava la puya: "Existe una creciente impresi¨®n de que no hay liderazgo".
"La jerarqu¨ªa cat¨®lica se mete demasiado en los asuntos del Gobierno", piensa Estrada, que apenas oculta su ira ante las injerencias de Sin, cabeza de una jerarqu¨ªa que el d¨ªa de las votaciones pidi¨® a los fieles que votaran por cualquiera menos por Estrada. "Lo que deber¨ªa hacer el cardenal es concentrarse en la atenci¨®n espiritual del pueblo y dejar los asuntos temporales al Gobierno". Gobierno es un modo figurado de hablar. Estrada no tiene Gobierno como tal. Tiene responsables de ¨¢reas con los que se re¨²ne discrecionalmente en grupos de trabajo sobre materias afines y de esas reuniones salen los decretos, casi 250 en dos a?os escasos, que llevan la firma presidencial.
El m¨¢s notorio de esos Gabinetes era el llamado "Gabinete de Medianoche", una farra de amigotes y pol¨ªticos que naufragaba sistem¨¢ticamente en alcohol. Aprodicio Laquian, jefe de Gabinete del presidente, cometi¨® la indiscreci¨®n de contar c¨®mo a las cuatro de la ma?ana, ¨¦l, que es abstemio, era "la ¨²nica persona sobria en la habitaci¨®n". Esa revelaci¨®n le oblig¨® a dimitir entre acusaciones de Estrada de que su antiguo colaborador, consejero y amigo se hab¨ªa vuelto loco. Una respetada monja que luch¨® contra la dictadura de Marcos acus¨® a la oficina de la primera dama y a otro hijo de Estrada de desviar fondos de una loter¨ªa con fines humanitarios a objetivos de autopromoci¨®n pol¨ªtica. El presidente se llen¨® la boca atacando a la "monja mentirosa". Como tambi¨¦n era un mendaz el jefe de la comisi¨®n del mercado de valores, Perfecto Yasay, quien en un programa de televisi¨®n contaba c¨®mo el presidente le hab¨ªa insistido en que abandonara una investigaci¨®n sobre las trapacer¨ªas de un amigo suyo hasta que fue interrumpido por una llamada de palacio en la que los gritos de "mentira, mentira" por la l¨ªnea se vieron rematados con un "?que te parta un rayo!". Muy poco presidencial.
"En Filipinas hay desgobierno", comenta una fuente diplom¨¢tica sobre las peculiaridades y consecuencias del sistema de trabajo del presidente. "Estrada quiere ser un renovador, no un trapo". Trapo es un acr¨®nimo de traditional politician (pol¨ªtico tradicional). "El precio de no ser un trapo es hacer caso omiso de las C¨¢maras, no celebrar Consejos de Ministros, mantener grupos de trabajo y el Gabinete de Medianoche". Estrada tiene a timbre de gloria su populismo, reconducido a duras penas hacia lo convencional a consecuencia de la indiscreci¨®n de Laquian. El presidente dice que ha dejado de beber (s¨®lo toma vino tinto por sus cualidades terape¨²ticas) y reconoce que su actuaci¨®n en el pasado era una decisi¨®n consciente: "Dado que las masas me llevaron al poder, decid¨ª que no me comportar¨ªa de un modo muy presidencial".
En los ¨²ltimos meses se ha endurecido. No ante su electorado natural -las ingentes masas de desfavorecidos, a quienes corteja sabedor de que ah¨ª est¨¢ el seguro de su supervivencia pol¨ªtica-, sino ante las ¨¦lites urbanas, que le atacan sin descanso con una prensa que ¨¦l ve como instrumento de una orquestada campa?a de desinformaci¨®n. Como dice uno de sus cr¨ªticos, miembro de esa ¨¦lite: "Los filipinos le votamos convencidos de que no gobernar¨ªa, as¨ª que no s¨¦ de qu¨¦ nos quejamos".
Estrada es un pol¨ªtico de instinto, no de intelecto, de brocha gorda y gesto teatral, cuyos excesos le han llevado a incurrir en errores como la campa?a militar contra los islamistas del sur, mal cocinada y peor servida, de la que deriva la actual ola de violencia e incertidumbre que tiene encogida a Filipinas. Fue un buen alcalde durante m¨¢s de una d¨¦cada en San Juan, un municipio de Manila, y del Consistorio pas¨® al Senado, donde no se hace nada, de donde ascendi¨® a la vicepresidencia, donde tampoco se hace nada y s¨®lo se espera la muerte del presidente.
La popularidad de estrella de la pantalla llev¨® a Estrada a la presidencia, horro de experiencia pol¨ªtica y solvencia intelectual. Su ¨²nica arma era la bonhom¨ªa y la creencia de que todo se arregla. El ingenuo alcalde de pueblo se encontr¨® de la noche a la ma?ana teniendo que lidiar con los problemas del Estado. El caos estaba servido. Oliven, que le apoy¨® como candidato y lo sigue haciendo de un modo cr¨ªtico, cree que el presidente a¨²n puede cambiar. ?Cambiar a los 63 a?os? "Necesitamos un milagro, pero ¨¦ste es el pa¨ªs de los milagros: nadie pensaba que ¨ªbamos a echar a los japoneses y todo el mundo dec¨ªa que era imposible acabar con Marcos".
La atm¨®sfera viciada empieza a tener repercusiones econ¨®micas en un pa¨ªs rodeado de gatos, tigres y dragones que sistem¨¢ticamente superan al paciente filipino. Estrada hace pedagog¨ªa con la mala noticia. "En los a?os cincuenta, Filipinas era el n¨²mero dos en crecimiento, tras Jap¨®n", empieza Estrada a recorrer d¨¦cadas en entrevistas y m¨ªtines. En su discurso van apareciendo vecinos que superan a Filipinas, un pa¨ªs que ahora tiene 77 millones de habitantes y crece a la extraordinaria tasa del 2,3% anual, 1,7 millones de nuevas bocas que alimentar. Hong Kong, Taiwan, Tailandia, Malaisia, Indonesia... "En los a?os noventa se abri¨® China, empez¨® a recibir inversiones extranjeras y ca¨ªmos al d¨¦cimo puesto. Si no cambiamos os adelanto que en 2002 seremos superados por Vietnam". El pasado Primero de Mayo, la exigencia de los sindicatos era un salario m¨ªnimo de 500 pesetas diarias.
La econom¨ªa del archipi¨¦lago es muy sencilla: un tercio del producto interior bruto (PIB) depende de la agricultura, con la mano de obra, por encima de los cuatro millones de personas, como principal producto de exportaci¨®n. Esos trabajadores allegan regularmente divisas que dan a Filipinas una autonom¨ªa en el ciclo econ¨®mico que le permiti¨® superar sin grandes traumas la grave crisis asi¨¢tica de 1997-1998.
El cambio que quiere Estrada para estar en l¨ªnea con sus vecinos pasa por una reforma constitucional que elimine el art¨ªculo que limita al 40% la inversi¨®n extranjera en un determinado proyecto y abrir as¨ª la puerta al capital for¨¢neo. Las C¨¢maras no est¨¢n por el cambio, y esa resistencia es un problema m¨¢s para el presidente, que no da abasto para hacer frente a todo lo que le ocurre. Si fuese capit¨¢n de barco de pel¨ªcula capear¨ªa triunfalmente el temporal, mientras que desde el tim¨®n del palacio de Malaca?ang la nave hace agua por todas partes. ?l se ve como un h¨¦roe cuyo combate pone en peligro hasta su propia sangre. Lo dice con respecto al ataque sufrido por Joel, su primer hijo, tenido con una actriz antes de casarse con su esposa: "?se es el riesgo que corren todos mis hijos y que tengo que asumir porque lo que hacemos es luchar por la causa de la paz y el orden". Una l¨ªnea de gui¨®n de pel¨ªcula de serie B.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.
Archivado En
- Filipinas
- Estado excepci¨®n
- Terrorismo internacional
- Joseph Estrada
- Administraci¨®n militar
- Pol¨ªtica exterior
- Secuestros terroristas
- Sudeste asi¨¢tico
- Asia
- Gobierno
- Conflictos pol¨ªticos
- Partidos pol¨ªticos
- Relaciones exteriores
- Administraci¨®n Estado
- Grupos terroristas
- Sucesos
- Defensa
- Pol¨ªtica
- Terrorismo
- Administraci¨®n p¨²blica
- Sociedad