Anestesia moral
El asesinato del concejal de Durango Jes¨²s Mar¨ªa Pedrosa fue precedido, como tantas veces, por su se?alamiento como v¨ªctima por grupos que cada d¨ªa trazan una raya entre los que tienen derecho a seguir viviendo y los que no. "Pedrosa, t¨² no eres inocente", dec¨ªan los carteles colocados por un grupo especializado en defender los derechos de los presos de ETA. A los cinco meses, ETA lo ha matado. Por ser concejal del PP; s¨®lo por eso. Que adem¨¢s estuviera afiliado a un sindicato nacionalista no le ha servido para ser indultado; porque lo han matado por ser concejal del PP.En una reciente entrevista, dos encapuchados de ETA culpaban a los partidos nacionalistas de la ruptura de la tregua, pero les tranquilizaban diciendo que no utilizar¨ªan la lucha armada contra ellos; s¨®lo contra los "enemigos del proyecto", es decir, los ciudadanos no nacionalistas. En modo alguno puede considerarse irrelevante ese detalle que define el tipo de nacionalismo excluyente que tratan de imponer ETA y EH.
Los otros nacionalistas, precisamente porque han sido excluidos como objetivos de ETA, est¨¢n moralmente obligados, si no a compartir la suerte de las v¨ªctimas, s¨ª a romper toda relaci¨®n con los que las provocan y los que aprovechan su proximidad a ETA para chantajear a toda la poblaci¨®n. Mientras la mitad de los ciudadanos sea considerada como una posible v¨ªctima, mantener alianzas con el brazo pol¨ªtico de ETA es inmoral. Una vez rota la tregua, los otros nacionalistas estaban obligados a salirse de Lizarra; entre otras cosas, para hacer ver a ETA y HB que lo que es posible con tregua no lo es sin ella. ETA ha interpretado que la legitimidad del ideal independentista implicaba la obligaci¨®n de los no nacionalistas de renunciar a su propio ideal, por las buenas o por las malas. El PNV est¨¢ obligado a deshacer ese equ¨ªvoco.
El lehendakari se deplaz¨® a Durango, tuvo palabras sin duda sinceras de solidaridad con los familiares y el partido de la v¨ªctima. La declaraci¨®n institucional de su Gobierno est¨¢ llena de buenos sentimientos y de reflexiones que nadie -ni siquiera EH- discutir¨ªa abiertamente. Pero resulta vac¨ªa mientras sea compatible con la permanencia en un pacto con quienes ayer se negaron a entrar en "est¨¦riles din¨¢micas de condena" y manifestaron que con el anterior asesinato, ETA se limitaba a "poner sobre la mesa el papel no neutral de los medios de comunicaci¨®n". Y mientras la ruptura del pacto de legislatura con EH sea compatible con un acuerdo impl¨ªcito que sirve para prolongar la vida del Gobierno minoritario de Ibarretxe.
Ayer mismo dec¨ªa el lehendakari que no hab¨ªa alternativa al actual Gobierno PNV-EA. Hay varias, desde un Gobierno de concentraci¨®n de todas las fuerzas democr¨¢ticas -a la manera del Consejo General de fines de los setenta- hasta uno de diferente signo salido de unas elecciones anticipadas. Si fuera cierto que su partido est¨¢ dispuesto a arriesgar en aras de la paz habr¨ªa optado por alguna de esas f¨®rmulas, pero no lo hace porque cualquiera de ellas supondr¨ªa p¨¦rdida de poder. EH lo sabe, y por eso reitera su chantaje de nueva tregua y apoyo institucional condicionado a cambio de elecciones en t¨¦rminos similares a los planteados por ETA hace un a?o: en todos los territorios de Euskal Herria, y con un censo purgado de no nacionalistas. Un planteamiento no democr¨¢tico que se trata de imponer mediante el asesinato de quien se oponga a ¨¦l y pr¨¢cticas fascistas de intimidaci¨®n.
Frente a esa evidencia y a la realidad inapelable de la muerte, qu¨¦ artificiales resultan querellas entre dem¨®cratas como la reciente sobre trasvase de informaciones entre polic¨ªas, y qu¨¦ rid¨ªculas las coartadas de los equidistantes empe?ados en buscar excusas para no enfrentarse a ETA.
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