Subvenciones, mentiras y cintas de v¨ªdeo ANT?N COSTAS
El caso Pallerols es una muestra m¨¢s de los comportamientos perversos a los que con frecuencia conducen las subvenciones p¨²blicas; ocurri¨® lo mismo en el caso del lino. Pero aunque no es ¨²nico, s¨ª es un caso paradigm¨¢tico. En ¨¦l aparecen todos los elementos de la trama: la subvenci¨®n como est¨ªmulo para conductas perversas, las mentiras y corrupciones que genera, y las cintas de v¨ªdeo, que sacan a la luz las conductas transgresoras para ser utilizadas para todo tipo de chantajes, ya sean personales o pol¨ªticos. En definitiva, un caso en el que la realidad imita a los mejores guiones.?Qu¨¦ hace posible estas conductas? Se podr¨ªa pensar que todo se debe a la falta de sentido moral de algunos de los beneficiarios y a la falta de control administrativo eficaz. Pero la frecuencia con que se producen estas conductas sugiere que debe existir alguna causa m¨¢s objetiva. Los manuales de pol¨ªtica econ¨®mica explican que las subvenciones p¨²blicas tienen un gran inconveniente: generan conductas estrat¨¦gicas. Muchas personas que jam¨¢s emprender¨ªan una actividad pueden ser incentivadas a hacerlo s¨®lo para beneficiarse de las ayudas p¨²blicas. De ah¨ª que las subvenciones no creen empresarios donde no los hay. Lo que hacen es aumentar el n¨²mero de buscadores de ayudas p¨²blicas.
Pero para que el mercado de la corrupci¨®n se mantenga a lo largo del tiempo necesita que adem¨¢s de demandantes existan oferentes. Y los hay. El problema no resuelto de la financiaci¨®n de los partidos genera enormes est¨ªmulos para que los partidos utilicen las subvenciones para financiar gastos, especialmente los relacionados con el pago del personal. Dicho en su descargo, esto sucede tambi¨¦n con los fondos del FORCEN, que usan las patronales y los sindicatos.
?C¨®mo acabar con estas pr¨¢cticas? De nuevo una soluci¨®n aparentemente obvia es creer que todo se resolver¨ªa con un control interno m¨¢s riguroso en la concesi¨®n y el uso de las subvenciones por parte de las autoridades y con la aplicaci¨®n del c¨®digo penal a los transgesores. Pero estas conductas escapan al control de los mejores filtros internos. El ex ministro Carlos Solchaga se?alaba hace unos d¨ªas ante el juez del caso Intelhorce que la operaci¨®n de privatizaci¨®n y venta de la empresa "pas¨® muchos filtros antes de su aprobaci¨®n por el Consejo de Ministros". Y aun as¨ª, la empresa fue vendida, e inmediatamente descapitalizada, a un empresario italiano insolvente, que m¨¢s que empresario era un cazador de subvenciones.
La ¨²nica manera de evitar estas pr¨¢cticas es la transparencia. No hay mejor control de la actividad p¨²blica que el que ejerce la sociedad a trav¨¦s de sus organizaciones y de los medios de comunicaci¨®n social. Recuerden el caso del fraude de las gasolineras. Su descubrimiento no fue obra de la Administraci¨®n, sino de las asociaciones de consumidores. Pero ese control social s¨®lo es posible cuando existe transparencia. Por eso hay que alabar la reciente decisi¨®n del Departamento de Trabajo de hacer p¨²blica la relaci¨®n de beneficiarios de las subvenciones para formaci¨®n para el a?o 2000. Es decir, las subvenciones que en el pasado originaron el caso Pallerols.
Soy partidario de que nuestras autoridades tengan libertad a la hora de tomar decisiones. Pero, como contrapartida, tiene que existir transparencia en los criterios, procesos y resultados de esas decisiones. No hay ning¨²n inter¨¦s general que necesite defenderse mediante el secretismo administrativo. Por el contrario, el ocultismo s¨®lo beneficia a intereses privados y a los corruptos. Estoy tentado de formular una ley general: cuanto m¨¢s transparentes sean las decisiones p¨²blicas, menor ser¨¢ la corrupci¨®n. Por eso, muchos gobiernos y organismos internacionales han comenzado a utilizar las nuevas posibilidades que abre Internet y las nuevas tecnolog¨ªas de la informaci¨®n para dar transparencia a la toma de decisiones p¨²blicas. Se trata de aprovechar la red para hacer verdad la vieja m¨¢xima de "luz y taqu¨ªgrafos".
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