El ¨¢ngel exterminador.
La evocaci¨®n del filme cl¨¢sico de Bu?uel viene a cuento, tras el ¨²ltimo atentado de ETA, no s¨®lo porque confirma el papel asumido por la organizaci¨®n terrorista, de ir eliminando uno a uno a quienes simbolizan la oposici¨®n a su proyecto, sino tambi¨¦n porque la situaci¨®n de los partidos nacionalistas democr¨¢ticos va pareci¨¦ndose cada vez a la de aquellos personajes encerrados interminablemente en una habitaci¨®n cuyas puertas se encontraban abiertas.Porque la ¨²nica ventaja de la situaci¨®n actual consiste en el grado de clarificaci¨®n alcanzado. ETA y sus colaboradores pol¨ªticos han puesto las cartas sobre la mesa. En primer lugar, resulta innegable a confesi¨®n de parte que la tregua fue un movimiento t¨¢ctico, una entrega de calidad en t¨¦rminos ajedrec¨ªsticos, favorable desde el punto de vista de la reorganizaci¨®n de los comandos y altamente ventajosa al arrastrar a los nacionalistas democr¨¢ticos hacia sus posiciones, eso sin contar la proliferaci¨®n consiguiente de equidistantes a lo Margarita Robles, dispuestos a cargar las culpas sobre el adversario pol¨ªtico, rompiendo as¨ª el frente democr¨¢tico. En modo alguno se trataba de buscar la paz, sino la independencia para la tierra feliz, libre y socialista de los euskeldunes de ambos lados del Pirineo. En segundo lugar, qued¨® de manifiesto que la constelaci¨®n ETA hab¨ªa decidido simplemente jugar a ser en el plano pol¨ªtico el hombre de las mil caras, disfrazando a HB de EH -pronto ser¨¢ simplemente Batasuna- para que todos piensen que existe una elaboraci¨®n pol¨ªtica aut¨®noma en el nacionalismo radical, de forma que aliarse con ¨¦l, tal y como lo hicieron PNV y EA en Lizarra, no s¨®lo resulte l¨ªcito, sino incluso sea presentado como una h¨¢bil maniobra para desgajarles de la banda terrorista. Pues bien, desde el regreso de los atentados esa cortina de humo que alentaba el optimismo de muchos se ha desvanecido, con el agravante incluso de que Otegi se permite al comentar un crimen -el de L¨®pez de Lacalle- anticipar a lo Rappel las razones de sano exterminio de las opiniones adversas, que habr¨¢ llevado a ETA a cometer dicho acto de barbarie. Y en tercer lugar, han disipado tambi¨¦n cualquier duda sobre el contenido "democr¨¢tico" de su pensamiento pol¨ªtico, tanto al presentar la mascarada de la Udalbiltza, una reuni¨®n de electos municipales -los que sean, si los alcaldes no son abertzales-, nada menos que como poder constituyente vasco opuesto a las instituciones democr¨¢ticas hoy vigentes, como al ir precisando lo que ellos entienden por "ciudadano vasco", aquel que consciente de su deber patri¨®tico se inscribe en un Registro Nacional con competencias para ejercer de filtro. El colectivo de voluntarios as¨ª formado ser¨¢ el sujeto de la autodeterminaci¨®n. As¨ª se evitan los riesgos del sufragio universal inorg¨¢nico, como bien hiciera el dictador Franco, y se crea un suced¨¢neo de democracia destinado precisamente a destruir tanto las instituciones democr¨¢ticas como la propia condici¨®n de ciudadano para quien tenga la desgracia de residir en su ¨¢mbito de poder.
Recapitulemos. Una organizaci¨®n terrorista ha organizado pol¨ªticamente el apoyo social de que goza entre un sector minoritario de la sociedad vasca, con el doble fin de ejercer la hegemon¨ªa sobre los partidos nacionalistas democr¨¢ticos apoy¨¢ndose en el pacto de Lizarra y en la amenaza del terror -no deb¨¦is tener miedo si segu¨ªs como aliados, advierte ETA- y de mantener una presi¨®n de tipo nacionalsocialista, desde la violencia programada de la kale borroka al terrorismo selectivo de los atentados mortales, para alcanzar su objetivo independentista, irredentista y antidemocr¨¢tico, antes y despu¨¦s de la eventual "soberan¨ªa". Utiliza para ello diversos niveles de discurso, seg¨²n cu¨¢l sea el componente de la constelaci¨®n que tome la palabra (ETA, EH/HB, LAB, Gestoras proamnist¨ªa), pero despu¨¦s de diciembre una cosa es clara: el objetivo final es innegociable y cualquier compromiso transitorio, ejemplo la tregua, no es m¨¢s que un movimiento t¨¢ctico para avanzar hacia esa meta. Son sus propias palabras y nada indica que deban ser consideradas como algo irrelevante.
En l¨ªneas generales, salvo alguna excepci¨®n individual en las filas del PSOE, los partidos democr¨¢ticos no nacionalistas han sabido reconocer la tr¨¢gica realidad: cualquier negociaci¨®n con ETA, sin que ¨¦sta rectifique los planteamientos actuales, a mil leguas de atenerse al tema que parecer¨ªa central de paz por presos, tiene s¨®lo sentido como pr¨®logo para la rendici¨®n del Estado de derecho. Y EH/HB es hoy por hoy a tales efectos ETA: tambi¨¦n aqu¨ª son los pol¨ªticos de la organizaci¨®n legal quienes tienen en su mano rectificar. Nada indica que piensen hacerlo, salvo para cambiar de m¨¢scara. Ser¨ªa espl¨¦ndido contar con un foro de partidos democr¨¢ticos vascos, en la estela de Ajuria Enea, para definir f¨®rmulas unitarias frente al terror y buscar soluciones, con EH/HB dentro, al modo norirland¨¦s, pero reconocer como voz independiente la de un papagayo no parece siquiera razonable.
La pelota acaba cayendo en el campo de los partidos nacionalistas democr¨¢ticos. En principio, todo debiera ser muy simple, si damos por buenas las palabras de sus dirigentes, en el sentido de que los sacrificios hechos por ambos en Lizarra ten¨ªan la nobil¨ªsima justificaci¨®n de perseguir la paz. "Pakea behar dugu", necesitamos la paz, no se cansan de repetir los representantes del PNV, declaraci¨®n ambigua dirigida a todas partes, sin molestarse en identificar qui¨¦n es el que efectivamente ha quebrado y quiebra la paz; incluso los peneuvistas han tenido la escasa delicadeza, pues para eso controlan el municipio, de exhibir tal mensaje en los bal-
cones del ayuntamiento de Durango para expresar el duelo por la muerte del concejal Pedrosa sin tener en cuenta la propuesta mucho m¨¢s definida de ¨¦ste y de su partido. Pero m¨¢s all¨¢ de las ambig¨¹edades, lo que cuenta es que ya no hay paz, que ETA ha proclamado a los cuatro vientos que con la tregua no buscaba la paz, sino su pedestre versi¨®n de la "construcci¨®n nacional vasca", y que no cejar¨¢n hasta conseguirla. Es decir, que seguir¨¢n matando de acuerdo con su siniestro orden de prioridades.
La puerta se abri¨® con el asesinato de Fernando Buesa, que fue al mismo tiempo un crimen y una burla contra las instituciones que ellos llaman "vascongadas", de las que el pol¨ªtico socialista fue vicelehendakari. Debieron salir entonces, incluso antes, desde la ruptura de la tregua, de ese cuarto encantado que al parecer s¨®lo puede ser abandonado para organizar la autodeterminaci¨®n de Bayona y de Sang¨¹esa. Naturalmente que cabe salir de ¨¦l si son dem¨®cratas sinceros. ?Qu¨¦ persona razonable puede a estas alturas tratar con HB, estar aliado con ¨¦l impl¨ªcitamente en un Parlamento para no caer o en un Ayuntamiento para gobernar un pueblo, desconociendo que detr¨¢s del socio se encuentra ETA? El simple reconocimiento del regreso a Euskadi del imperio de la muerte hubiera debido servir para la b¨²squeda de una u otra f¨®rmula de alianza con los partidos democr¨¢ticos, reconociendo el contenido sangriento que encierra la cl¨¢usula de exclusi¨®n hacia ellos de Lizarra. Cuanto m¨¢s tiempo pasa, el viraje ser¨¢ m¨¢s costoso y tambi¨¦n m¨¢s imprescindible. Todav¨ªa una mayor¨ªa de dem¨®cratas piensa que el PNV, a pesar de todos los pesares, es clave para la restauraci¨®n de la democracia en Euskadi, para poner fin al estado de excepci¨®n y de muerte programada que hoy rige en la CAV por la voluntad de ETA. No hace falta acentuar la podredumbre, porque no les quepa la menor duda a los asesinos, la democracia resistir¨¢ en cualquier caso, y debiera hacerlo a partir de las instituciones y de la construcci¨®n nacional vasca.
Antonio Elorza es catedr¨¢tico de Pensamiento Pol¨ªtico de la Universidad Complutense de Madrid.
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