La cantante generosa
El artista comprometido con los problemas de su tiempo no est¨¢ de moda. Esto es algo que a Barbara Hendricks le trae al fresco, pues en su trayectoria se fusionan con una determinaci¨®n ejemplar la carrera de soprano l¨ªrica con la atenci¨®n a las causas humanitarias. En cierta ocasi¨®n afirm¨® que "cuando la barbarie se extiende por el mundo, una no puede contentarse con hacer m¨²sica en lugares protegidos para gentes bien alimentadas". Natural de Arkansas e hija de un pastor metodista, su compromiso con los desfavorecidos le viene desde el momento en que se dio cuenta de las condiciones infrahumanas en que viv¨ªan los ni?os negros de los guetos de Nueva York y otras ciudades. Ella era de familia humilde, pero al menos no pasaba hambre.
Comenz¨® sus estudios de canto en una escuela de domingo y los perfeccion¨® en la Juilliard School, de Nueva York, de la mano de la mezzosoprano Jennie Tourel. Tambi¨¦n estudi¨® qu¨ªmica y matem¨¢ticas en la Universidad de Nebraska. Con estos mimbres ten¨ªa que ser una cantante at¨ªpica, y as¨ª ha sucedido. Su voz no es espectacular, ni siquiera excesivamente expresiva, aunque es dulce y est¨¢ apoyada en una buena t¨¦cnica. Comenz¨® oper¨ªsticamente por lo que hay que empezar, es decir, por Monteverdi, en 1976, primero en San Francisco con La coronaci¨®n de Popea y despu¨¦s en Amsterdam con Orfeo. En 1978 obtuvo un ¨¦xito resonante en Berl¨ªn con Daniel Barenboim como Susanna de Las bodas de F¨ªgaro. Es uno de los papeles que m¨¢s ha repetido. En 1986 se present¨® en el Metropolitan de Nueva York con El caballero de la rosa, y al a?o siguiente, en La Scala de Mil¨¢n, con Riccardo Muti, de nuevo con Las bodas de F¨ªgaro. Su deb¨² discogr¨¢fico fue con Porgy y Bess, dirigida por Lorin Maazel, y el cinematogr¨¢fico, con La Boh¨¨me, de Comencini. Como cantante de recitales siempre ha tenido un ojo puesto en Schubert y otro en los espirituales negros, de los que es una consumada maestra. Cuando interviene ante grupos de ni?os les advierte que ella no es Aretha Franklin y les aconseja que es muy importante escuchar a Mozart o a Schubert aunque no comprendan el texto. La base de su canto es la naturalidad. Ha llegado a decir que la verdad reside en la sencillez.
Ha dado recitales ben¨¦ficos en Dubrovnik o Sarajevo y visitado pa¨ªses como Tailandia, Camboya, Zambia, Namibia y Malaisia, como embajadora a favor de los derechos humanos de la Uni¨®n de Refugiados de la ONU, o bien representando al Consejo de Europa o a la Unesco. Fundadora de la ONG Por la Paz y la Reconciliaci¨®n, ha recibido numerosos doctorados honoris causa y reconocimientos por su labor humanitaria. El Gobierno franc¨¦s la ha distinguido con la Orden de la Legi¨®n de Honor, siendo, adem¨¢s, comendadora de las Artes y de las Letras.
Barbara Hendricks se siente m¨¢s cercana al hombre normal de la calle que al universo sofisticado de los cantantes de ¨®pera. No olvida que, viniendo de donde viene, su ¨¦xito es la excepci¨®n que confirma la regla. Cantante carism¨¢tica para el gran p¨²blico, piensa que la m¨²sica, la voz, se dirigen directamente al coraz¨®n, a la comunicaci¨®n. Cree en un mundo m¨¢s justo y lucha por conseguirlo. Una cantante generosa, verdaderamente.
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