Lecciones de la guerra de Kosovo
Un a?o despu¨¦s, ?qu¨¦ lecciones se pueden extraer de la guerra de Kosovo? Se han sugerido muchas. Mi preferida -una peque?a obra maestra de la comicidad, sin pretender serlo- procede del Informe al Congreso sobre el periodo posterior a la acci¨®n, del Departamento de Defensa de Estados Unidos. Dice: "Los servicios de informaci¨®n y otros organismos gubernamentales informar¨¢n de manera expl¨ªcita cada vez que se construyan o trasladen embajadas extranjeras". Las chinas, sobre todo.Los interrogantes m¨¢s complejos que a¨²n quedan por resolver son los que se refieren a las condiciones y el mandato legal de las llamadas intervenciones humanitarias, as¨ª como su relaci¨®n con un derecho de autodeterminaci¨®n tambi¨¦n mal definido. El Comit¨¦ de Asuntos Exteriores de la C¨¢mara de los Comunes brit¨¢nica tiene raz¨®n, sin duda, cuando observa en un informe reciente que la acci¨®n de Kosovo, por muy justificada que estuviera desde el punto de vista moral y pol¨ªtico, fue "de dudosa legalidad".
Cada persona extrae una ense?anza diferente. Si yo fuera miembro de un peque?o grupo pol¨ªtico extremista que representase a una minor¨ªa ¨¦tnica perseguida, las conclusiones que sacar¨ªa del extraordinario triunfo del ELK ser¨ªan: 1.Hay que procurarse armas. La fuerza compensa. 2. Si uno juega bien sus bazas puede incluso conseguir que los norteamericanos ganen la batalla en su lugar. Para los l¨ªderes de las democracias liberales, vagamente agrupados en la llamada comunidad internacional, ofrezco esta lista provisional y no exhaustiva de seis lecciones relacionadas:
? La primera lecci¨®n es no
aprender la lecci¨®n equivocada
Una raz¨®n por la que los l¨ªderes de la OTAN calcularon tan mal la reacci¨®n de Milosevic a la campa?a de bombardeos fue que extrajeron una lecci¨®n equivocada de Bosnia. Creyeron que eran sus bombardeos lo que hab¨ªa llevado a Milosevic a la mesa de negociaciones de Dayton en 1995. Pero aquello s¨®lo fue posible porque el equilibrio militar sobre el terreno se hab¨ªa alterado de manera espectacular, sobre todo gracias a la ofensiva del Ej¨¦rcito croata. La historia mal aprendida da pie a una pol¨ªtica equivocada.
? Nunca digas jam¨¢s
La guerra de Kosovo no empez¨® como intervenci¨®n humanitaria. Empez¨® como un intento de diplomacia coercitiva, cuyos objetivos eran humanitarios s¨®lo en parte. Esta diplomacia coercitiva ("bombardear a Milosevic hasta convencerle de que aceptase Rambouillet, el nuevo Dayton") fracas¨® porque no estuvo respaldada por una amenaza cre¨ªble de uso de la fuerza. Este tipo de amenaza, para ser veros¨ªmil, debe tener un final abierto y posibilidades reales de una escalada que incluya el empleo de tropas terrestres. El rechazo inicial y expl¨ªcito del presidente Clinton al uso de tropas de tierra (basado en una sugerencia impl¨ªcita, pero nunca comprobada seriamente, sobre la resistencia del "pueblo americano" a arriesgar un solo soldado en semejante lucha) fue uno de los errores m¨¢s crasos de la guerra.
? El poder¨ªo a¨¦reo
no basta
Cuanto m¨¢s sabemos de lo que logr¨® y no logr¨® la campa?a a¨¦rea, menos convincentes resultan las afirmaciones de que fue el triunfo de un nuevo tipo de guerra a¨¦rea, as¨¦ptica y de alta tecnolog¨ªa. La campa?a t¨¢ctica contra las fuerzas serbias en Kosovo tuvo una ineficacia notable. El armamento de alta tecnolog¨ªa y millones de d¨®lares result¨® fant¨¢stico para aniquilar pontones de pl¨¢sticos y estufas de le?a con chimeneas apuntadas hacia ellos para que creyeran que eran ca?ones. Pero, seg¨²n una investigaci¨®n norteamericana que se ocult¨® y de la que inform¨® Newsweek, s¨®lo se puede demostrar que destruy¨® 14 tanques serbios. Desde luego, no impidi¨® que los serbios expulsaran a casi un mill¨®n de albanokosovares a punta de pistola y de cuchillo. La campa?a estrat¨¦gica contra Serbia propiamente dicha fue m¨¢s eficaz, pero asimismo de moralidad m¨¢s dudosa, puesto que acab¨® golpeando, entre otros, a civiles y personas que se hab¨ªan opuesto a Milosevic con una constancia mucho mayor que la que jam¨¢s hab¨ªa mostrado Occidente. No sabemos si Milosevic consider¨® que la destrucci¨®n inminente de sus redes de electricidad era la ¨²ltima gota. La verdad es que todav¨ªa no existen pruebas reales de por qu¨¦ acab¨® rindi¨¦ndose. Pero las pruebas circunstanciales indican que la solidaridad diplom¨¢tica de la OTAN, el cambio de posici¨®n de Rusia y -no menos significativo- la amenaza creciente de acciones terrestres tuvieron tanta importancia como las armas.
? Europa debe actuar
m¨¢s por s¨ª sola
Europa demostr¨® que depend¨ªa de forma pat¨¦tica del poder militar estadounidense para solventar un problema en su propio territorio. Europa -sobre todo cuando los dirigentes norteamericanos opinan que su pueblo no va a consentir el regreso de cad¨¢veres- debe prepararse para poder amenazar con acciones terrestres y que resulte cre¨ªble. Aunque parezca asombroso (para quienes han seguido el comportamiento de Europa en este ¨¢mbito), ¨¦sta parece ser la lecci¨®n que s¨ª han aprendido. Si se hace bien, la fuerza europea de reacci¨®n r¨¢pida que han decidido crear los dirigentes de la UE deber¨ªa ser la respuesta.
? La elaboraci¨®n de planes
de emergencia para casos de
crisis necesita buenos servicios
de informaci¨®n
Uno de los aspectos m¨¢s asombrosos de la guerra de Kosovo es que a la alianza m¨¢s poderosa, m¨¢s rica y tecnol¨®gicamente m¨¢s avanzada de la historia pareci¨® cogerle totalmente desprevenida la brutal reacci¨®n del r¨¦gimen serbio ante el comienzo de los bombardeos. Sin embargo, todo lo que el general Wesley Clark necesitaba haber hecho era llamar por tel¨¦fono al presidente Milan Kucan, de Eslovenia, o al presidente Kiro Gligorov, de Macedonia, y le habr¨ªan dicho exactamente de qu¨¦ era capaz Milosevic. Por consiguiente, la pr¨®xima vez que nos propongamos bombardear Syldavia o Ackhinxa, quiz¨¢ sea conveniente escuchar antes a unas cuantas personas que hablen syldavo o ackhinxiano y sepan algo de su historia. Ser¨ªa m¨¢s barato que el cintur¨®n de seguridad de un F-16.
? Hay que prepararse
para un protectorado
Un a?o despu¨¦s, parece que el jefe de la administraci¨®n provisional de la ONU en Kosovo, Bernard Kouchner, dice que no puede cumplir su mandato en relaci¨®n con la minor¨ªa serbia. Entre los muchos fallos que ha tenido esta operaci¨®n maltrecha e infradotada, el m¨¢s grave ha sido la falta de una polic¨ªa bien entrenada y en n¨²mero suficiente y de leyes, fiscales y jueces que les apoyaran. La lecci¨®n es que, en los casos excepcionales en los que decidamos intervenir, debemos estar totalmente preparados para establecer una colonia provisional, con todo lo que ello implica. Wenn schon, denn schon ["Si es as¨ª, que as¨ª sea"], como dicen los alemanes. Dado que los pa¨ªses no suelen tener ninguna polic¨ªa entrenada y a la espera de su despliegue en territorios extranjeros, necesitamos tener el equivalente policial de una fuerza de reacci¨®n r¨¢pida, preferiblemente bajo los auspicios de la ONU.
Todos estos mandamientos pueden resumirse en dos. Primero, el viejo consejo romano: si quieres paz, prepara la guerra. (Y, desde luego, las fuerzas a¨¦reas romanas habr¨ªan reclamado varias legiones en tierra). Segundo: si haces la guerra, prep¨¢rate para la paz. Alguno de ustedes puede decir que son unas lecciones de una simplicidad infantil; estar¨ªan claras para un chico de 12 a?os que haya le¨ªdo un poco de historia. Tienen raz¨®n. Pero hay una cosa m¨¢s que ese chico de 12 a?os seguramente no entender¨ªa. Porque una de las ilusiones m¨¢s entra?ables de la ni?ez es la convicci¨®n de que las personas en cuyas manos est¨¢n nuestras vidas saben de verdad lo que hacen.
Timothy Garton Ash es periodista y escritor brit¨¢nico.
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