Una minor¨ªa en mayor¨ªa es un gueto escolar
Pedro, que no se llama Pedro, se jacta a sus 11 a?os, y delante de la directora de su colegio, de "no saber hacer la o con un canuto", no con el bol¨ªgrafo y sobre un papel. Mientras los escolares de su edad intentan meterse en la cabeza la historia de Espa?a en versi¨®n infantil, Pedro apenas ha aprendido a leer y escribir. Pero Pedro, que alza la voz para mandar a la mierda a sus profesores y que la baja para contar d¨®nde est¨¢ su padre, sabe ya lo que es una recusaci¨®n, una visita ¨ªntima y un vis ¨¤ vis.Para hacerse una idea del colegio de primaria Antonio Orozco Miret, de Carabanchel, hay que multiplicar a Pedro por 42. Es el n¨²mero de alumnos de familias gitanas absolutamente rotas por la marginaci¨®n que hay matriculados en el centro. Aunque en el d¨ªa a d¨ªa lo habitual es que haya que multiplicar por 27, que son los que van a clase.
La historia de este colegio, que el pr¨®ximo curso echar¨¢ el cerrojo por falta de alumnos, es una historia anunciada. En los a?os ochenta comenzaron a llegar los hijos de los asentamientos gitanos del Parque de San Isidro y del Cerro de la Mica. "Se luch¨® por escolarizarlos", comenta Marisol Marcos, la directora. Y a?ade: "Como hab¨ªa plazas y no se puede negar a ning¨²n ni?o la matr¨ªcula, esto se termin¨® convirtiendo en lo que es": un gueto escolar de manual. "Los padres de familias normales han optado finalmente por no venir aqu¨ª. Les asusta la falta de disciplina". La historia del centro fue m¨¢s previsible, si cabe, desde que el curso pasado la Administraci¨®n pens¨® que echaba el cierre al centro y dio la oportunidad a los profesores de marcharse. Y al final pens¨® que no.
Lenguaje carcelario
Resultado: lleg¨® septiembre y la directora se encontr¨® con unos alumnos "que manejan el lenguaje carcelario con una fluidez que te caer¨ªas de espaldas" y sin un solo profesor. Pasaron unos d¨ªas y llegaron los docentes nuevos.Todos ellos interinos, es decir, sin aprobar la oposici¨®n. Para muchos era la primera vez que agarraban una tiza y se pon¨ªan a ense?ar. Conclusi¨®n: el absentismo de los docentes es comparable al de los alumnos. Hoy, por ejemplo, han faltado dos de los cinco que hay.
Y la consejer¨ªa, si la baja no es superior a 15 d¨ªas, no manda a ning¨²n profesor en r¨¦gimen de sustituci¨®n. El centro tambi¨¦n tiene otros dos profesores de apoyo, que comparten con el vecino colegio Lope de Vega y que acuden de forma espor¨¢dica: uno de pedagog¨ªa terap¨¦utica y otro de audici¨®n y lenguaje.
La Administraci¨®n asegura que no es rentable mantener un centro con tan pocos alumnos. Y menos en esta condici¨®n. Por eso ha preferido decir adi¨®s al Orozco Miret y que la Fundaci¨®n Tomillo ampl¨ªe los cursos de formaci¨®n laboral para inmigrantes que ya imparte en un ala de esta casa con jard¨ªn. En el patio, los ni?os juegan al f¨²tbol a grito pelado y las ni?as cuchichean y lanzan un improperio a un profesor que las mira con cara de resignaci¨®n.
"Este a?o hemos tenido m¨¢s problemas que nunca", relata Marisol Marcos. "Este alumnado necesita personas de referencia que sean para ellos la autoridad, porque miden sus fuerzas con el profesorado". Y este curso la ¨²nica persona que conoc¨ªan de antes era a ella. "Con estos alumnos uno no se puede ofender porque le llamen hijo de puta ni pensar que te est¨¢n quitando tu m¨¦rito profesional. Tu prioridad tiene que ser sacarles adelante", dice Marcos. Dificultad a?adida: son los propios profesores los que, sin experiencia, han tenido que adaptar el material educativo para que los escolares sean capaces de entender.
El Orozco Miret agrupa a sus alumnos por niveles "que no tienen nada que ver con los niveles normales. Est¨¢n al menos dos niveles por debajo de la competencia curricular que marca el Ministerio de Educaci¨®n". Tienen cuatro grupos. El primero, de infantil, y el resto, de primaria, pero de dos en dos en cursos. Si en un nivel de sexto (12 a?os) "el curr¨ªculum normal engloba redacci¨®n, interpretacion de texto y, por supuesto, leer y escribir con fluidez, aqu¨ª tenemos ni?os que apenas entienden lo que leen". La raz¨®n: en algunos casos llevan un a?o en el sistema educativo. Entra el hermano de Pedro y hace una demostraci¨®n de lectura. Pronuncia, pero no entiende. Tiene 12 a?os.
Y es que, como dice la directora, "el problema no es que sean gitanos, sino que en muchos casos sus padres est¨¢n en la c¨¢rcel o son toxic¨®manos". Es decir, que tienen preocupaciones por encima de que sus nenes vayan limpios y con sus libros al colegio. Resultado: "Concentrar a estos chavales en un centro es complicado porque, en vez de integraci¨®n, lo que se promueve es que se refuercen las conductas entre ellos y hay que tener en cuenta que no mean colonia".
?Soluciones? Ella ve dos. Primera: aceptar que existen guetos y concentrar a estos chavales en determinados centros con un personal especializado "porque trabajar aqu¨ª te tiene que gustar, tienes que estar implicado y debes tener la formaci¨®n. Segunda: distribuir a estos alumnos entre varios colegios y que los problemas de disciplina se diluyan entre varios colegios.
Los datos de 1994 que baraja el Secretariado General Gitano son demoledores. Un 41% de la poblaci¨®n gitana no accede a la escolarizaci¨®n infantil. A los seis a?os, el 20% permanece desescolarizado. El absentismo superior a tres meses alcanza al 43% de los alumnos. Un 40% se encuentra por debajo del resto de sus compa?eros y un 20% presenta un serio retraso.
M¨¢s integraci¨®n
La apuesta de la asociaci¨®n frente a los guetos escolares es integraci¨®n y m¨¢s integraci¨®n. "El punto de llegada ser¨ªa tratar a los gitanos como al resto de la poblaci¨®n. Lo que no se puede permitir es que se creen colegios segregados", asegura su responsable en Madrid, Isidro Rodr¨ªguez. Esta asociaci¨®n ha propuesto a la Consjer¨ªa de Educaci¨®n realizar un programa de seguimiento escolar para la poblaci¨®n gitana. La idea es "reforzar a los ni?os, las familias y los colegios para que esta poblaci¨®n se vaya normalizando poco a poco".
El proyecto prev¨¦ la actuaci¨®n intensiva en 12 colegios que tienen m¨¢s de un 10% de gitanos con un mediador de referencia y otras actuaciones m¨¢s puntuales en otros nueve colegios de la regi¨®n. Eso, adem¨¢s de "ensayar una formaci¨®n a la carta para el profesorado y apoyar a los centros para que elaboren sus planes de integraci¨®n escolar", dice Rodr¨ªguez.
Entra al despacho de Marcos un chaval arrastrando tras s¨ª a un profesor. Pide permiso para utilizar el bate de b¨¦isbol, que anda confiscado en alguna dependencia de centro, para echar un partido con sus compa?eros. "Si es para jugar...", le contesta Marcos. "Cuando llegan las cuatro de la tarde y ninguno se ha roto la cabeza es como si hubieras puesto una pica en Flandes. Pero es un reto educativo precioso. Lo que desespera es que con m¨¢s medios podr¨ªa ser m¨¢s consolador".
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