'Hortaleza Street'
Hortaleza Street es el nombre de un cuadro muy especial. El ¨®leo a¨²n refresca el lienzo y lo aroma penetrantemente todav¨ªa. Retrata un paraje madrile?o de azoteas. El mismo que se contempla desde el ¨¢tico del barrio de la Justicia, donde tiene su estudio el pintor. El pintor es Manuel Alcorlo.Hijo de unos porteros de la plaza de Las Cortes, su vocaci¨®n por la pintura, tambi¨¦n por la m¨²sica y la literatura, surgi¨® junto al museo del Prado y entre legajos y partituras de la librer¨ªa del anticuario Pedro Vindel. En Bellas Artes de San Fernando, As¨ªs, Perugia y Roma, Alcorlo ampli¨® estudios. Casado con la pintora Carmen Pag¨¦s, podr¨ªa parecer un farmac¨¦utico o un veterinario, pero no. A sus 65 a?os, es hoy uno de los grandes pintores madrile?os vivos: lo suyo es la luz. Los colores, tambi¨¦n. Y el dibujo, el grabado. Muestra una sonrisa transparente, a flor de labios. Toca el viol¨ªn, canta arias, recita de corrido a Francisco de Quevedo. Adora los animales. Si hubiera reos conducidos al pat¨ªbulo por las calles de Madrid, como dicen que hac¨ªa Leonardo, les acompa?ar¨ªa cont¨¢ndoles cuentos hasta el mismo cadalso. Precisamente, Manuel Alcorlo ha tenido una casa en Cadalso de los Vidrios, en el conf¨ªn de la Comunidad madrile?a. Cerca de los frutos de la tierra, entre p¨¢mpanos y uvas, al amor de las rosas de los patios de las casas frescas, entre amigos, Alcorlo sigue edificando su mundo de fantas¨ªa al ¨®leo, tan madrile?o.
Desde el viernes es quiz¨¢ el ¨²nico acad¨¦mico de la Real de Bellas Artes de San Fernando -a la que accedi¨® hace dos a?os- que todav¨ªa expone sus lienzos en una galer¨ªa, Peironcely, de la calle de Don Ram¨®n de la Cruz, en el barrio de Salamanca y en l¨ªnea recta, no lejos de su estudio de la calle de Hortaleza, donde de su pincel surgi¨® su Hortaleza Street. Tal vez los madrile?os del siglo XXII conozcan el Madrid de 2000 a trav¨¦s de los trazos de los colores de esta calle suya, donde siempre atardece. Lo dicen las nubes de oro y violeta que, como islas a la deriva, derrotan entre un mar encendido sobre azoteas anaranjadas, de teja y de ladrillo. Las manzanas de casas de la ciudad que Alcorlo pinta est¨¢n tajadas por esos vanos lisos, como cortes secos, que la incomunicaci¨®n interpone entre los que aqu¨ª habitan; pero, al mismo tiempo, reciben del cielo de Madrid la bendici¨®n ba?ada de una luz incesante desde que Diego Vel¨¢zquez, cuatro siglos hace, la retuviera con sus pinceles en alc¨¢zar y en Moncloa. La exposici¨®n a¨²na una veintena de obras muy recientes de Manuel Alcorlo: hay m¨²sicos cubanos, toros, obispos, damiselas, paraguas turquesas y payasos. Todas sus obras son nuevas y mantienen, refrescadas por la luz, las constantes del arte del pintor. Empat¨ªa y humor, iron¨ªa. Madrid.
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