La cumbre Mujeres 2000 termina con compromisos contra la violencia
La falta de consenso impidi¨® avances en aborto y derechos sexuales
Las negociaciones obligaron a dejar para ayer por la tarde la lectura oficial del documento aprobado en la sesi¨®n extraordinaria de la ONU Mujeres 2000. A pesar del ampl¨ªsimo consenso con el que cuenta el texto, un peque?o e irreductible grupo de pa¨ªses lograron alargar las reuniones en la noche del viernes hasta la extenuaci¨®n. El resultado es un texto internacional que, por una parte, consagra los acuerdos de la Cumbre de Pek¨ªn, alienta la lucha contra la violencia que sufre la mujer y reconoce el papel vital que juegan las ONG. Por contra, no se ha podido avanzar en el siempre espinoso asunto del aborto y los derechos sexuales.
Para algunas ONG, esta sesi¨®n extraordinaria celebrada en Nueva York bajo el t¨ªtulo gen¨¦rico de Mujeres 2000 y tambi¨¦n Pek¨ªn+5 ha sido la cumbre de Pek¨ªn - 5 por los pocos avances conseguidos en el reconocimiento de los derechos y las pol¨ªticas activas sobre la mujer. Otra visi¨®n menos pesimista, que muchas organizaciones comparten con las delegaciones oficiales, es que esta reuni¨®n ha servido para consensuar con menos reservas los dif¨ªciles acuerdos adoptados en la IV Cumbre de la Mujer en Pek¨ªn y para lograr algunos avances. En todo caso, ni la mayor parte de las delegaciones ni las ONG dispon¨ªan ayer de la versi¨®n final del documento aprobado. Los negociadores cerraron sus interminables debates a las tres de la madrugada del s¨¢bado y se dej¨® para la tarde (noche en Espa?a) el acto protocolario de leer el texto y darlo por aprobado, cuando ya la mayor¨ªa de los participantes estaban de vuelta a sus casas.Los pa¨ªses que intentaron bloquear el texto, e incluso reabrir asuntos cerrados en Pek¨ªn, fueron Argelia, Libia, Siria, Irak, Ir¨¢n, Sud¨¢n, Egipto, Pakist¨¢n, Nicaragua y Polonia. En este sentido, como ha expresado Mary Robinson, alta comisionada de los Derechos Humanos, la comunidad internacional ha declarado inaceptable cualquier retroceso. "En todo caso", advirti¨®, "los documentos base seguir¨¢n siendo los aprobados en El Cairo y en Pek¨ªn".
Despu¨¦s de Mujeres 2000, la violencia contra la mujer va a vivir una nueva etapa. En Nueva York se reconoce la inaplazable necesidad de seguir legislando contra ella y aplicar pol¨ªticas que analicen sus ra¨ªces y la erradiquen. Utilizar el argumento de la tradici¨®n cultural para mutilar genitalmente a las ni?as o matar a la mujer ad¨²ltera ha recibido la m¨¢s amplia condena. "Ciertas pr¨¢cticas en nombre de la cultura y el honor son pr¨¢cticas criminales", declar¨® ante el plenario de la ONU la secretaria de Estado estadounidense, Madeleine Albright.
Fuera han quedado los asuntos m¨¢s espinosos relativos al aborto, a los derechos sexuales y a la no discriminaci¨®n por orientaci¨®n sexual. Los debates de los negociadores han sido en ocasiones casi rid¨ªculos. "Se ha perdido tiempo discutiendo, por ejemplo, si hab¨ªa que reconocer en el documento que hay pa¨ªses que reconocen el derecho al aborto", explica Amparo Claro, coordinadora de la Red Salud de Latinoam¨¦rica y el Caribe. Los derechos sexuales se refieren a algo tan fundamental como reconocer el "derecho de las mujeres a disfrutar de su sexualidad libremente y sin coerci¨®n".
A muchas delegaciones les hubiera gustado introducir una recomendaci¨®n m¨¢s severa a favor de la legalizacion del aborto. No obstante, el documento aprobado en Pek¨ªn seguir¨¢ siendo la referencia y ¨¦ste contempla la recomendaci¨®n de "revisar leyes que contengan medidas punitivas contra las mujeres que se hayan sometido a un aborto ilegal", si bien advierte que el aborto nunca deber¨¢ ser utilizado como un m¨¦todo de planificaci¨®n familiar.
La ONU se comprometi¨® ayer a introducir el documento final en la Red. La direcci¨®n para encontrarlo ser¨ªa www.un.org/ga/webcast/statx.htm. El documento de Pek¨ªn para establecer comparaciones est¨¢ en www.un.org/women-watch/daw/beijing/platform/
Balance de cinco a?os
En septiembre de 1995, cuando se celebr¨® la IV Conferencia de la Mujer en Pek¨ªn, hab¨ªa en el mundo 12 mujeres jefes de Estado o de Gobierno. Cinco a?os m¨¢s tarde, cuando casi 190 pa¨ªses han revisado en Nueva York los avances logrados, hay una mujer menos en ese exquisito club. Y la participaci¨®n en los Parlamentos ha pasado del 11,3% al 12,9%. Frente a esta aparente par¨¢lisis de la lucha por la igualdad ha habido progresos espectaculares en la escolarizaci¨®n de las ni?as y en las leyes. La reuni¨®n de Nueva York Mujeres 2000 ha puesto de manifiesto que la gran losa que pesa sobre las mujeres es la discriminaci¨®n que comporta la pobreza. La otra evidencia es que cinco a?os es todav¨ªa hoy un periodo demasiado corto para evaluar cambios en unas situaciones que se han perpetuado durante siglos.
Los cambios palpables, los que realmente puede la ONU ofrecer documentadamente, ata?en fundamentalmente a la legislaci¨®n y a las crecientes tasas de escolarizaci¨®n infantil. En estos ¨²ltimos a?os, la actividad legislativa en asuntos de mujeres ha sido fren¨¦tica a escala mundial. Los ejemplos son abundantes. Jap¨®n ha reformado sus leyes laborales para prohibir la discriminaci¨®n en la selecci¨®n y contrataci¨®n de personal, al igual que Chile, que hace dos a?os modific¨® su C¨®digo del Trabajo en el mismo sentido. China ha legislado para proteger laboralmente a las mujeres. Bolivia, Eritrea, Malaisia, Nepal, la Rep¨²blica Dominicana, Tanzania, Uganda y Zimbabue han promulgado leyes que reconocen el derecho de las mujeres a la propiedad. India y Belice han legislado en contra del acoso sexual y Albania ha consagrado la igualdad entre hombres y mujeres.
En cinco a?os ha habido muchas m¨¢s iniciativas legales para apoyar la igualdad de oportunidades, pero la pobreza y la marginaci¨®n que aqu¨¦lla conlleva no se arregla s¨®lo con decretos. El ejemplo m¨¢s gr¨¢fico lo expresaba esta semana la ministra portuguesa de Igualdad, Maria de Bel¨¦m Roseira, que ha sido la portavoz europea en la sesi¨®n extraordinaria de Nueva York. Portugal va a reforzar su ley contra el acoso sexual siguiendo la directiva europea, pero las portuguesas apenas denuncian casos porque su precariedad laboral se lo impide.
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