Jap¨®n en Espa?a
En la secci¨®n de Educaci¨®n de EL PA?S del 29 de junio pasado aparec¨ªa una informaci¨®n que, bajo el t¨ªtulo La Universidad Espa?ola se aleja de Asia, se lamentaba la casi ausencia de estudios de japonesolog¨ªa en Espa?a. Citaba tan s¨®lo alguna excepci¨®n, el Instituto para estudios del Este asi¨¢tico de la Aut¨®noma. Hay adem¨¢s algunos estudiosos individuales.Es una buena noticia, por ello, y no me resisto a darla en el mismo peri¨®dico, la creaci¨®n en la Universidad de Salamanca de un Centro Cultural Hispano-Japon¨¦s, bajo la direcci¨®n del profesor Antonio L¨®pez Santos: en el palacio de San Boal, un hermoso palacio del sigloXVI ahora restaurado con ayuda de empresas japonesas. Ha anunciado ya cursos sobre japon¨¦s y sobre temas varios de cultura japonesa. Y se ha creado tambi¨¦n una Asociaci¨®n Universidad de Salamanca en Jap¨®n.
Eikichi Hayashiya, antiguo alumno de Salamanca, amigo m¨ªo en ella, que fue luego embajador del Jap¨®n en Espa?a, ha sido el alma de este proyecto y ha recibido como reconocimiento la Medalla de la Universidad de Salamanca. Le he venido viendo, desde aquellos tiempos antiguos y luego desde los de su Embajada, de cuando en cuando: en viajes m¨ªos al Jap¨®n y a Corea con motivo de los Congresos de Hispanistas asi¨¢ticos, y en viajes suyos a Salamanca y Madrid. Y siempre se lamentaba, frente al enorme impulso del estudio del espa?ol en Jap¨®n, de la m¨ªnima presencia japonesa en Espa?a. Y ello al lado de los m¨²ltiples centros en Alemania Francia, Italia, etc¨¦tera. S¨®lo en Italia se grad¨²an cada a?o doscientos estudiantes en chino y japon¨¦s.
Hay que decir que Hayashiya es eminente hispanista, que ha traducido al japon¨¦s las cartas de Col¨®n y que es miembro correspondiente de la Real Academia Espa?ola.
Es importante, de verdad, la atenci¨®n que recibe el estudio del espa?ol en las Universidades de Tokio y de todo el Jap¨®n. Y en realidad, no s¨®lo en Jap¨®n, tambi¨¦n en Corea, en china, en Taiwan y en el Sudeste asi¨¢tico. Era un espect¨¢culo ver en esos congresos el elevado n¨²mero de nacionales de esos pa¨ªses que se expresaban en perfecto espa?ol, sobre temas de nuestra lengua y cultura.
Tengo a la mano los dos gruesos vol¨²menes delIII y IVCongresos de Hispanistas de Asia (el primero en Tokio, presidido por Hayashiya, precisamente; el segundo en Se¨²l, presidido por el profesor coreano I-Bae Kim). Abruma el n¨²mero de las comunicaciones de estudiosos asi¨¢ticos al lado de las pocas de los espa?oles que estuvimos all¨ª, invitados por ellos. No es extra?o: leo que 400 alumnos japoneses estudiaron en Salamanca durante el pasado a?o.
Un curso de Lengua y Cultura japonesas, anticipo de lo que ser¨¢ una titulaci¨®n, ha sido inaugurado. Y tres cursos sobre el Jap¨®n contempor¨¢neo (pol¨ªtica y diplomacia, teatro y econom¨ªa) a cargo de los profesores Matsushita, Tajiri y Hosono.
Quiz¨¢ fuera conveniente, al llegar aqu¨ª, decir algunas cosas sobre la relaci¨®n entre Jap¨®n y Salamanca; y luego, sobre Jap¨®n y Espa?a en general.
Es una historia curiosa. Un fabricante de ¨®rganos japon¨¦s se ofreci¨® a restaurar un hermoso ¨®rgano renacentista, deteriorado, de la catedral de Salamanca. Y ello se llev¨® a efecto, con el apoyo de la entonces princesa Michiko, en un viaje de los pr¨ªncipes herederos en 1985. Y en Gifu, Jap¨®n, patria del organista, se instal¨® una r¨¦plica del ¨®rgano y una sala "Salamanca", en cuya entrada se instalaron r¨¦plicas, a su vez, de las fachadas de la catedral y de la universidad, construidas en la piedra dorada de Villamayor. En 1994, la pareja imperial, emperadores ahora del Jap¨®n, oyeron en Salamanca el mir¨ªf¨ªco ¨®rgano. Y comenzaron las gestiones a favor de la creaci¨®n del Centro Hispano-Japon¨¦s. ?sta es la historia.
La Asociaci¨®n se cre¨® en diciembre del 97, el Centro en junio del 99. Fue la gran solemnidad en la que se entreg¨® la Medalla a Hayashiya, que disert¨® sobre La tradici¨®n po¨¦tica del pueblo japon¨¦s. ?Emperadores y emperatrices haciendo versos, el concurso po¨¦tico una gran fiesta de palacio! Esto es Jap¨®n, no s¨®lo m¨¢quinas fotogr¨¢ficas y transistores, como cree la gente.
Sus relaciones con Espa?a vienen del sigloXVI, como es sabido: del desembarco all¨ª de Francisco Javier 1549, la cristianizaci¨®n, las persecuciones. Ahora, despu¨¦s de tantas vicisitudes, que pasan por la occidentalizaci¨®n en el periodo Meiji (desde 1868), la derrota en la segunda guerra mundial y la reconstrucci¨®n, los jesuitas siguen siendo importantes, con su Universidad Sophia, y lo espa?ol est¨¢ de moda. Correspondemos ahora en la medida de lo posible, una medida inferior a la de ellos, de todos modos.
Es un pueblo maravilloso el Jap¨®n. Pi¨¦nsese que al comienzo de nuestra era estaba en el Neol¨ªtico, que la escritura no se introdujo hasta el sigloV, que luego hubo la fuerte influencia coreana y, sobre todo, china, que durante largo tiempo rigi¨® un sistema feudal. Que luego hubo la humillaci¨®n ante Am¨¦rica, el triunfo ante Rusia y la nueva humillaci¨®n ante Am¨¦rica. Pues bien, ha sido asombrosa la recuperaci¨®n del Jap¨®n, hoy cuenta entre las grandes potencias. Y no ha eliminado su alma tradicional. Y cultiva las lenguas y las artes de Occidente, el espa?ol es una de ellas, pero no la ¨²nica; hasta sobre Griego antiguo y Lat¨ªn trabajan, publican libros y revistas.
Fue dif¨ªcil la inserci¨®n del Jap¨®n en nuestra Espa?a. Hayashiya, en un cierto momento, estaba solo aqu¨ª. Cuando en Santiago de Compostela Abelardo Moralejo quiso abrir estudios de japon¨¦s, no encontr¨® un solo alumno... salvo el propio Hayashiya. As¨ª eran las cosas.
Luego vino la ¨¦poca terrible, la de la guerra, cuando ¨¦l estaba en la Embajada de su pa¨ªs, en Miguel ?ngel, donde yo iba a darle clases de Lat¨ªn. Y la penosa reconstrucci¨®n. Y su carrera diplom¨¢tica en Bolivia, en Madrid.
No es tan extra?o, tan lejano Jap¨®n como algunos se piensan. Su lengua es del grupo del coreano y el Ainu, emparentado, se cree, con el grupo ur¨¢lico (samoyedo, h¨²ngaro, fin¨¦s) y el altaico (turco, mongol) . Todos ellos, se propone hoy, relacionados a su vez con el Indoeuropeo (o sea: con nosotros). Y cuando yo ve¨ªa en Corea las viejas colinas funerarias, no encontraba mayores diferencias con las de escitas y tracios en Ucrania y Bulgaria, incluso con las de los reyes macedonios en Vergina o con la de Atreo en Micenas. Todos estos pueblos descienden en definitiva de las tribus n¨®madas que viajaban de Asia a Europa e imitaban las monta?as para enterrar a sus jefes con sus armas y sus caballos sacrificados.
Y el tema del honor del guerrero, que lleg¨® a nuestra epopeya y nuestros libros de caballer¨ªas, en ning¨²n sitio lo vi tan claro como en el templo de los siete samurais a que me llev¨®, en Tokio, Hayashiya.
Y hay otro lazo de uni¨®n, aunque parezca extra?o, es el budismo, que entr¨® en Jap¨®n, desde India y China, en el sigloVII. Cuando visit¨¦ el Museo Nacional de Tokio y vi los viejos Budas y Bodisatvas, me recordaban absolutamente a los de la India. Y el arte budista, su escultura y su pintura en las cuevas de Ajanta y otras m¨¢s, tiene un decidido influjo griego. Esto pensaba yo viendo el Buda de Kamakura (Kamakura, origen del budismo Zen), que es el Bodisatva Amida. Y, sobre todo, el maravilloso Sanju Sangendo de Kioto, el templo con las 1.001 im¨¢genes de Kanno, que es a su vez el Bodisatva Avalokitesvara, el Buda de la Compasi¨®n.
Jap¨®n ha sabido unir todo esto, y el Sinto y sus jardines maravillosos, con la moderna tecnolog¨ªa. Oriente y Occidente unidos otra vez. Y tambi¨¦n el Occidente tradicional de la cultura y la literatura. Algo admirable.
Jap¨®n amaba lo espa?ol, hasta fabricaba guitarras espa?olas. Lo estudiaba. Y ten¨ªa un cierto complejo por no ser recibido como merec¨ªa. El Centro de Salamanca comienza a romper ese aislamiento intelectual, esa distancia, esos prejuicios.
Francisco Rodr¨ªguez Adrados es acad¨¦mico de la Lengua y ha presidido la Sociedad Espa?ola de Estudios Cl¨¢sicos durante 14 a?os.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.