Los equipos laicos
Dijo el otro d¨ªa Manuel V¨¢zquez Montalb¨¢n que a ¨¦l no le gustan las selecciones nacionales sino los equipos laicos. Las selecciones basan su ¨¦xito en la inspiraci¨®n, en la casualidad y en el amor a los colores; en realidad, los equipos que est¨¢n hechos con esa argamasa patri¨®tica est¨¢n condenados a la melancol¨ªa o al fracaso, a no ser que una enorme tradici¨®n de identidad futbol¨ªstica -Brasil, Italia, Francia...- los haya alentado hasta la victoria final. Espa?a vive de dos r¨¦ditos, que adem¨¢s se han quedado en el delicioso jard¨ªn de las f¨¢bulas; los nombres de esas historias son individualidades, gestos irrepetibles, Zarra, Marcelino, a quienes la historia une, por las circunstancias que concurr¨ªan en esas heroicidades, con la voz del ahora viejo Mat¨ªas Prats. Entonces el patriotismo estaba inducido, no obedec¨ªa a la espontaneidad, estaba obligado desde la radio y desde las concentraciones nacionales; ¨¦ramos una, grande y libre, a pesar de que no ¨¦ramos nada de eso, y cada vez que nos enfrent¨¢bamos fuera en realidad ¨¦ramos como una divisi¨®n azul o rojigualda contra el Extranjero. El Extranjero nos defin¨ªa, de ah¨ª la Furia. Ya se acab¨®, para Espa?a, esa tradici¨®n perversa en virtud de la cual el equipo nacional era una religi¨®n de obediencia ciega; lo que vale, y eso es lo que dec¨ªa V¨¢zquez Montalb¨¢n, es el aliento local y laico, y para ello adem¨¢s hemos hecho el Estado de las Autonom¨ªas, para que todo el mundo mime su coraz¨®n singular. La burla nacional con la que hemos acogido todos el lamentable fallo de Molina, el estupor con el que se ha desinflado el valor supuesto pero superlativo de Camacho, son consecuencia de ese desprecio ¨ªntimo que tenemos por la religi¨®n futbol¨ªstica cuyos sumos sacerdotes, adem¨¢s, son tradicionalmente antip¨¢ticos; cuando este mismo peri¨®dico ha resucitado el fantasma de Clemente para subrayar determinadas actitudes de Camacho he pensado que la antipat¨ªa del seleccionador es al menos contagiosa...Esa imagen de Ra¨²l y de Guardiola doli¨¦ndose en el banquillo es uno de los retratos de nuestro tiempo: cautiva y desarmada la selecci¨®n nacional, los jugadores lloran en la grada, acaso camino de casa. Dice Javier Mar¨ªas que eso estaba cantado: "se achantan, no creo que pasen de cuartos". Es un equipo que obedece a demasiadas creencias, no tiene la alegr¨ªa golfa de un equipo laico, no gusta, no nos gusta.
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