Cambio de rumbo en la Iglesia cat¨®lica espa?ola
Durante los ¨²ltimos a?os no han dejado de o¨ªrse voces de te¨®logos/as, religiosos/as, sacerdotes y colectivos cristianos de distintas tendencias ideol¨®gicas que han pedido a los obispos espa?oles una declaraci¨®n p¨²blica de petici¨®n de perd¨®n por el apoyo de la jerarqu¨ªa cat¨®lica al bando de los sublevados contra la Rep¨²blica durante la guerra civil, por la interpretaci¨®n de la contienda como cruzada y por la legitimaci¨®n religiosa de la dictadura de Franco, que dio lugar al tan anacr¨®nico como represivo nacional-catolicismo, reedici¨®n aumentada del paradigma cat¨®lico-romano medieval con tonos hisp¨¢nicos.Los obispos han hecho o¨ªdos sordos a estas demandas y han dado razones de distinto tipo para negarse a pedir perd¨®n, como que la jerarqu¨ªa no act¨²a a golpe de corneta, o que no es responsable de lo que entonces sucedi¨®, o que durante la guerra civil la Iglesia cat¨®lica no fue c¨®mplice de los sublevados, sino sujeto paciente y v¨ªctima del bando ateo, o que deben ser las izquierdas de los a?os treinta (socialistas, anarquistas comunistas) quienes deben arrepentirse por las decenas de obispos, los miles de sacerdotes y las decenas de miles de seglares cristianos que fueron ejecutados por el simple hecho de ser creyentes. Excusas todas ellas, a mi juicio, para no cumplir con una de las exigencias evang¨¦licas m¨¢s aut¨¦nticas, cual es pedir perd¨®n a quien se ha ofendido de pensamiento, palabra y obra, con el consiguiente prop¨®sito de la enmienda. A lo mejor lo que les falta es esto ¨²ltimo y tenga raz¨®n uno de los chistes aparecidos en la prensa, en el que aparece un obispo diciendo: c¨®mo vamos a pedir perd¨®n por lo que hizo la Iglesia cat¨®lica durante la guerra civil si hoy volver¨ªamos a hacer lo mismo.
El cardenal Rouco Varela ha cerrado el tema -yo creo que en falso- dando como raz¨®n de la negativa eclesi¨¢stica que la Iglesia s¨®lo da cuenta de sus actos a Dios. ?stas han sido sus palabras: "La Iglesia no trata primariamente de agradar a los hombres al revisar su pasado. Se examina ante Dios, juez justo y miseriordioso, del que ha recibido su misi¨®n y ante el que se sabe responsable".
La resistencia numantina episcopal a pedir perd¨®n choca con la actitud del papa Juan Pablo II, que, en reiteradas ocasiones -m¨¢s de cien- y en distintos escenarios -incluidos aquellos en que se produjeron los atentados cristianos contra la vida-, ha pedido perd¨®n por los pecados m¨¢s graves de la Iglesia cat¨®lica a lo largo de su historia, como la Inquisici¨®n, el holocausto jud¨ªo, la actitud patriarcal, la intolerancia y el recurso a la violencia para eliminar a los disidentes de dentro y a los supuestos enemigos de fuera, etc¨¦tera.
Choca tambi¨¦n con la actitud de otros episcopados cat¨®licos prestos a pedir perd¨®n por su silencio c¨®mplice o su colaboraci¨®n directa en situaciones similares.
Pero no es necesario salir de nuestro pa¨ªs para confirmar la contradicci¨®n que encierra la actual negativa de los obispos espa?oles. En la Asamblea Conjunta celebrada en Madrid, en 1971, en la que se reunieron los obispos espa?oles y sacerdotes representantes de todo el clero de nuestro pa¨ªs, se someti¨® a votaci¨®n la siguiente proposici¨®n: "Si decimos que no hemos pecado, hacemos a Dios mentiroso y su palabra ya no est¨¢ con nosotros (primera carta de Juan, 1, 10). As¨ª, pues, reconocemos humildemente y pedimos perd¨®n porque nosotros no supimos a su tiempo ser verdaderos 'ministros de reconciliaci¨®n' en el seno de nuestro pueblo, dividido por una guerra entre hermanos". La proposici¨®n cont¨® con 137 votos favorables, frente a 78 negativos, 10 blancos, 3 nulos y 19 iuxta modum, lo que supon¨ªa el apoyo del 55%. Con todo, no lleg¨® a aprobarse, porque el reglamento interno de la asamblea exig¨ªa los dos tercios para que una proposici¨®n fuera aprobada.
Las actuales actitudes episcopales demuestran el cambio de rumbo de la Iglesia espa?ola de cara al siglo XXI. Tras la transici¨®n pol¨ªtica y religiosa, se ha venido gestando un cambio de paradigma eclesial, que ha llegado a su cenit con la elecci¨®n del cardenal Rouco Varela al frente de la Conferencia Episcopal Espa?ola. Si, hace 30 a?os, el clima eclesial era de reconciliaci¨®n y arrepentimiento, con prop¨®sito de la enmienda, hoy parece haberse impuesto el "mantenella y no enmendalla", pues no s¨®lo no se pide perd¨®n, sino que se est¨¢n promoviendo numerosos procesos de beatificaci¨®n de m¨¢rtires de la cruzada, que frenaron en su momento Pablo VI y el cardenal Taranc¨®n. Una vez m¨¢s, la jerarqu¨ªa cat¨®lica espa?ola camina en direcci¨®n contraria a la historia.
El nuevo paradigma eclesial se caracteriza por la p¨¦rdida de la memoria hist¨®rica y la consiguiente renuncia a asumir las responsabilidades del pasado, por la negativa a pedir perd¨®n con la consiguiente renuncia a lo espec¨ªfico de la ¨¦tica cristiana, el abandono del profetismo con la consiguiente renuncia a uno de los elementos fundamentales de su identidad y la integraci¨®n en el sistema, del que se esperan ventajas y privilegios en lo referente a la ense?anza de la religi¨®n en la escuela y a la ayuda econ¨®mica que la Iglesia recibe a trav¨¦s de la asignaci¨®n tributaria. Y no soy yo quien lo dice. Fue el propio secretario de los obispos espa?oles quien, en un gesto de sinceridad, desvel¨® sus cartas hace un par de meses, al afirmar que los obispos esperaban continuar las conversaciones con el nuevo Gobierno, "especialmente en los dos temas que m¨¢s nos preocupan: la regulaci¨®n definitiva de la ense?anaza religiosa escolar y la asignaci¨®n tributaria".
Una Iglesia m¨¢s preocupada por el indoctrinamiento de los ni?os y los j¨®venes a trav¨¦s de la escuela que por la educaci¨®n en la fe dentro de la comunidad cristiana; una Iglesia m¨¢s interesada por ampliar la recaudaci¨®n de fondos procedentes del Estado que por formar comunidades cristianas vivas tiene poco que ver con el movimiento liberador de Jes¨²s de Nazaret en que dice fundarse.
Una jeraqu¨ªa que se niega a reconocer sus errores ante la historia y apela s¨®lo al juicio de Dios se encuentra en las ant¨ªpodas del Concilio Vaticano II, que presenta a la Iglesia como peregrina en la historia, santa y pecadora, necesitada de purificaci¨®n constante y en permanente actitud de reforma. Adem¨¢s, el Dios cristiano a quien dice dar cuentas remite derechamente a la historia como espacio donde se juega el destino humano y se juzgan las acciones de las personas y las instituciones. "La Iglesia", afirma la Constituci¨®n del Vaticano II sobre la la Iglesia y el Mundo Actual, "se siente ¨ªntima y realmente solidaria con el g¨¦nero humano y la historia".
Tras conocer las estrechas prioridades de la jerarqu¨ªa en el testimonio de uno de sus m¨¢ximos dirigentes, no puedo menos que preguntarme d¨®nde quedan para ella los grandes desaf¨ªos del cristianismo ante el siglo XXI: la globalizaci¨®n y sus consecuencias discriminatorias para personas, pueblos, etnias y continentes enteros excluidos; la increencia y la idolatr¨ªa; la pobreza estructural que afecta a dos terceras partes de la humanidad; las agresiones del modelo de desarrollo cient¨ªfico moderno contra la naturaleza; las posibilidades de la fe en medio de una cultura de la increencia; el pluralismo religioso y el di¨¢logo interreligioso; el feminismo y sus repercusiones en el pensamiento cristiano y en la organizaci¨®n eclesial; la reforma de la Iglesia cat¨®lica conforme a criterios de participaci¨®n.
Llama la atenci¨®n la falta de sensibilidad episcopal hacia los problemas que m¨¢s sacuden la conciencia colectiva de los ciudadanos y ciudadanas y de las instituciones sociales y pol¨ªticas de nuestro pa¨ªs, en cuya respuesta est¨¢n comprometidos creyentes y no creyentes de base. Por ejemplo: la violencia contra las mujeres y los ni?os, las dram¨¢ticas consecuencias del conflicto Norte-Sur en el Estrecho, la insolidaridad con el Tercer Mundo, el racismo y la xenofobia, la integraci¨®n de los inmigrantes y gitanos en los colegios cat¨®licos, etc.
Al final, en la Iglesia cat¨®lica espa?ola est¨¢ empezando a hacerse realidad la constataci¨®n de Georges Bernanos: "Los cristianos somos capaces de instalarnos c¨®modamente incluso bajo la cruz de Cristo".
Juan-Jos¨¦ Tamayo es te¨®logo.
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