De Internet al conocimiento objetivo
El autor analiza los problemas y avancesque surgen en la adaptaci¨®n de la sociedad
a las nuevas tecnolog¨ªas de la informaci¨®n.
Hay un tema recurrente en la historia de Espa?a: llegar tarde, mal y de forma excesivamente desigual a las grandes revoluciones cient¨ªficas y tecnol¨®gicas. Por ejemplo, no s¨®lo llegamos tarde a la revoluci¨®n industrial, sino que su difusi¨®n tecnol¨®gica alcanz¨® a las distintas regiones con casi un siglo de diferencia. Pero no nos equivoquemos, la culpa no hay que buscarla siempre en nuestras penurias econ¨®micas. As¨ª, en la Espa?a imperial del siglo XVII nos perdimos la revoluci¨®n cient¨ªfica protagonizada, entre otros, por Galileo y Kepler. En aquel caso, nuestra penuria principal fue la de estar enzarzados en la Contrarreforma, y tambi¨¦n -como indica S¨¢nchez indica- el tener una visi¨®n "excesivamente utilitarista de la ense?anza y la pr¨¢ctica cient¨ªfica" (Jos¨¦ Manuel S¨¢nchez Ron, Un siglo de ciencia en Espa?a. Publicaciones de la Residencia de Estudiantes. Madrid, 1999).No hace falta tener una gran perspicacia hist¨®rica para reconocer que, de la mano de las tecnolog¨ªas de la informaci¨®n, estamos en una nueva revoluci¨®n cient¨ªfica y tecnol¨®gica. Y, quiz¨¢ conscientes de esto, o por mero af¨¢n de modernidad, nos apresuramos a ense?ar el www a nuestros hijos. Sin embargo, el clic ayuda, pero no basta. No hay que olvidar que el www surgi¨® como plataforma de comunicaci¨®n de los f¨ªsicos del CERN. No hay que olvidar que la nueva revoluci¨®n de la informaci¨®n cubre un terreno muy amplio que va desde la investigaci¨®n b¨¢sica y aplicada a la innovaci¨®n empresarial y anuncia la posibilidad de profundos cambios culturales y sociales a los que las humanidades y las ciencias sociales habr¨¢n de saber responder. Es as¨ª, cuando pensamos en lo que puede haber detr¨¢s del clic, del Proyecto Genoma o de la nueva econom¨ªa, que resurge la pregunta: ?vamos a llegar tarde otra vez? Hay signos preocupantes y otros esperanzadores. La pol¨ªtica del nuevo Ministerio de Ciencia y Tecnolog¨ªa est¨¢ orientada a afrontar los primeros y reforzar los segundos.
La primera herencia preocupante son los pocos recursos econ¨®micos destinados a la investigaci¨®n, desarrollo e innovaci¨®n (I+D+I). Por ejemplo, nuestro gasto en I+D es bajo en comparaci¨®n con la media de nuestros colegas europeos (0,8% frente al 1,92% del PIB), y ya no digamos en relaci¨®n con EEUU (2,52% del PIB). Adem¨¢s, una deficiencia b¨¢sica de partida es la escasa participaci¨®n del sector privado en la financiaci¨®n de la I+D+I, que en Espa?a se sit¨²a alrededor del 0,41% del PIB, mientras en la UE representa el 1,21% del PIB.
Ahora bien, la propia creaci¨®n del ministerio obedece al compromiso pol¨ªtico de afrontar esta situaci¨®n, de aumentar el gasto en I+D al 1,3% del PIB de forma que, incluyendo la innovaci¨®n, alcance el 2% al final de esta legislatura. Este esfuerzo lo va a realizar el sector p¨²blico -incluso teniendo en cuenta las restricciones que comporta una pol¨ªtica de equilibrio presupuestario-, pero es esencial una mayor participaci¨®n del sector privado. A tal efecto ya se han establecido ayudas fiscales para inversiones que supongan innovaci¨®n tecnol¨®gica, se van a establecer medidas de apoyo a las nuevas empresas innovadoras (start-ups y spin-offs) que permitir¨¢n reducir los riesgos que su gestaci¨®n comporta y se va a estimular el patronazgo de centros de investigaci¨®n. Sin embargo, somos conscientes de que, como en toda buena revoluci¨®n, el problema no es alcanzar el nivel de partida, sino la velocidad de crecimiento que permita situarnos a la cabeza. Por ejemplo, es cierto que con un esfuerzo importante vamos a poder contar con una red de Internet para el mundo acad¨¦mico (red IRIS) con una velocidad de transmisi¨®n de 2,5 G.gabis por segundo en el a?o 2001, pero no ignoramos que la Uni¨®n Europea ya est¨¢ planteando avanzar hacia redes transeuropeas de muy alta velocidad que permitir¨¢n alcanzar progresivamente velocidades de 100 Gbs.
En otras palabras, el aumento del gasto (favorecido por el crecimiento previsto de la econom¨ªa espa?ola) es condici¨®n necesaria, pero no suficiente. Deberemos utilizar inteligentemente nuestros recursos aprovechando, por ejemplo, el hecho de que en toda revoluci¨®n tecnol¨®gica es posible dar saltos aprovechando las ¨²ltimas tecnolog¨ªas disponibles. Asimismo, vamos a estudiar con detalle distintas opciones que nos permitan desarrollar las infraestructuras y las grandes instalaciones cient¨ªficas en Espa?a. La reciente inauguraci¨®n de las obras del Gran Telescopio de Canarias es una muestra de este tipo de pol¨ªtica que ayuda a consolidar el liderazgo mundial de uno de los sectores relevantes de nuestra comunidad cient¨ªfica.
Ahora bien, si hemos de utilizar inteligentemente nuestros recursos econ¨®micos, a¨²n m¨¢s cuidadosos debemos ser con nuestros recursos humanos. De hecho, mientras a menudo se piensa que la responsabilidad de los gestores de programas de ciencia y tecnolog¨ªa es principalmente el definir con detalle las prioridades de los investigadores en un pa¨ªs o regi¨®n, la pol¨ªtica cient¨ªfica y tecnol¨®gica del nuevo ministerio pone el ¨¦nfasis en la gesti¨®n de los recursos humanos dedicados a la investigaci¨®n y la innovaci¨®n. Es decir, se plantea como tarea prioritaria definir y desarrollar el marco adecuado que incentive la investigaci¨®n y la innovaci¨®n, que permita a los grupos de investigaci¨®n desarrollar todo su potencial.
Cierto que aumentar el n¨²mero de plazas dedicadas a la investigaci¨®n y mejorar las condiciones de los investigadores son temas ineludibles que constituyen una prioridad dentro de la "gesti¨®n inteligente de los recursos escasos", pero no es menos cierto que -como sucedi¨® con la Contrarreforma- a menudo son las disfunciones del sistema las mayores trabas para el desarrollo cient¨ªfico y tecnol¨®gico.
Mientras en la Uni¨®n Europea la transparencia, la competitividad y la movilidad son la base de programas como los de la reforma del mercado laboral, estos principios apenas se han desarrollado en el mundo acad¨¦mico y de la investigaci¨®n. Afortunadamente, la creaci¨®n del nuevo ministerio ha coincidido con los acuerdos de la cumbre de Lisboa, del pasado mes de marzo, en los que se apunta en esta direcci¨®n de crear un "espacio europeo para la investigaci¨®n" que deber¨ªa representar la apertura de este sector, que hasta ahora ha estado relativamente cerrado, incluso existiendo muchas colaboraciones internacionales.
Impulsar esta iniciativa en el ¨¢mbito europeo, pero especialmente en el ¨¢mbito nacional, es tarea prioritaria. M¨¢s espec¨ªficamente, hace falta redefinir la carrera del investigador de forma que favorezca la conexi¨®n y movilidad entre investigaci¨®n b¨¢sica, aplicada y, especialmente, innovaci¨®n tecnol¨®gica.
A menudo buenas ideas y proyectos no se plasman en desarrollos de innovaci¨®n tecnol¨®gica por el riesgo que supone actualmente el salto entre investigaci¨®n p¨²blica e innovaci¨®n privada. Estamos poniendo en marcha un conjunto de iniciativas orientadas a favorecer la inversi¨®n privada en innovaci¨®n, la creaci¨®n de nuevas empresas; pero, si no tenemos en cuenta el factor humano, dichos esfuerzos pueden caer en el vac¨ªo. En este sentido, la formaci¨®n del personal especializado es una tarea fundamental, ¨¢rea que s¨®lo puede llevarse a cabo con buenos equipos de investigaci¨®n. Evidentemente, ¨¦stas son ¨¢reas en las que vamos a potenciar la coordinaci¨®n con el Ministerio de Educaci¨®n y Cultura, comunidades aut¨®nomas, universidades, centros de investigaci¨®n y empresas de forma que se produzca el mayor efecto multiplicador posible de los recursos p¨²blicos.
Aunque no es posible resumir en un art¨ªculo todos los aspectos de lo que va a ser la nueva pol¨ªtica cient¨ªfica y tecnol¨®gica, s¨ª que hay uno que no quisiera dejar de citar. Un principio b¨¢sico -y, afortunadamente, hoy d¨ªa reconocido- para utilizar adecuadamente los recursos humanos y los fondos destinados a la investigaci¨®n es el de que la tarea del investigador debe estar constantemente abierta a la cr¨ªtica. S¨®lo as¨ª se puede dar el paso, que Karl Popper se?alaba, del conocimiento subjetivo al conocimiento objetivo (Karl R. Popper, Objective Knowledge: An Evolutionary Approach. Calerdon Press. Oxford, 1979). Favorecer la competitividad, transparencia y movilidad son otras formas de favorecer esta tarea de cr¨ªtica, pero tambi¨¦n debemos desarrollar instrumentos espec¨ªficos. En este sentido, una prioridad de este ministerio es potenciar al m¨¢ximo la Agencia Nacional de Evaluaci¨®n, como responsable de la evaluaci¨®n y seguimiento de los proyectos del Plan Nacional de Investigaci¨®n Cient¨ªfica, Desarrollo e Innovaci¨®n Tecnol¨®gica, as¨ª como desarrollar instrumentos parecidos que estimulen el nivel innovador de nuestras empresas. Y en potenciar esta tarea de cr¨ªtica vamos a tener muy presente que no se puede tener una visi¨®n "excesivamente utilitarista de la ense?anza y pr¨¢ctica cient¨ªfica". Esta vez no vamos a llegar tarde.
Ram¨®n Marim¨®n es secretario de Estado de Pol¨ªtica Cient¨ªfica y Tecnol¨®gica.
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