Pensar al piano
Aunque su biograf¨ªa profesional lo sit¨²a, por derecho propio, entre los pianistas m¨¢s importantes de nuestro tiempo, no parece el de Alfred Brendel un arte pensado para la inmensa mayor¨ªa. Amigo de defender causas perdidas o necesitadas de un fuerte empuj¨®n (Busoni, el Haydn pian¨ªstico, el ¨²ltimo Liszt, el Concierto para piano de Schoenberg, las Sonatas de Schubert), poeta de m¨¦rito, fin¨ªsimo ensayista musical (Musical Thoughts & Afterthoughts y Music Sounded Out constituyen una lectura obligatoria), curtido en mil lecturas, Brendel es un pianista diferente, porque en ¨¦l creatividad art¨ªstica, inspiraci¨®n y reflexi¨®n forman un todo dif¨ªcilmente separable.En el programa de su ¨²ltimo recital madrile?o plante¨® una interesante dualidad modal: dos Sonatas de Mozart (K. 332 y 333) en modo mayor en la primera parte, ambas fieles exponentes del esplendor del estilo cl¨¢sico; en la segunda, dos presagios de futuro en modo menor, el Adagio K. 540 del salzburgu¨¦s y la Sonata D. 845 de Franz Schubert, integrante de ese extraordinario grupo de "m¨²sicas negras" que Brendel reivindic¨® con fuerza en los a?os setenta. No transmite el Mozart de Brendel la poes¨ªa de Pires o la vitalidad de Zacharias, pero s¨ª posee la virtud del trazo perfecto, de la pulsaci¨®n natural, de la expresividad justa. Es comedido, como su propia manera de tocar: sin un gesto de m¨¢s, sin alharacas, una contenci¨®n que perjudic¨® quiz¨¢s al Adagio, una pieza visionaria y habitada por silencios elocuentes que admite recreaciones m¨¢s subjetivas que la muy objetiva de Brendel.
Alfred Brendel Alfred Brendel (piano)
Obras de Mozart y Schubert. Auditorio Nacional. Madrid, 22 de junio.
El Schubert del austriaco marc¨® una ¨¦poca, aunque otros pianistas (Lupu, Richter, Leonskaja) recogieron el testigo y lo llevaron mucho m¨¢s lejos. Su versi¨®n de la Sonata en La menor volvi¨® a beneficiarse del tono reflexivo, de la consistencia formal, de la l¨®gica musical (el cl¨ªmax del formidable primer movimiento, por ejemplo, tuvo una preparaci¨®n perfecta, por m¨¢s que pudiera a?orarse mayor contundencia sonora en los acordes finales). Nota a nota, el recital de Brendel y su peculiar filosof¨ªa interpretativa fueron prendiendo en el p¨²blico, que vio premiados sus insistentes aplausos con el Impromptu op. 90 n? 3 de Schubert ofrecido fuera de programa.
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