El Califa lo bord¨® y abre la puerta grande

No pod¨ªa ponerse mejor colof¨®n a la feria de las Hogueras del 2000 y El Califa bord¨® el toreo en el quinto del t¨®pico.No se puede hacer mejor. No s¨®lo por la t¨¦cnica, si no por la pasi¨®n y el empaque con que el de Canals entiende este arte. Hab¨ªa toreado Jos¨¦ Pacheco como mandan los c¨¢nones a saber: par¨®, templ¨® y mand¨® con ambas manos a Jaboncito, noble y boyante animal que colabor¨® al ¨¦xito del enrachado Califa. Ejecut¨® el diestro ajustad¨ªsimas chicuelinas con el percal y la muleta la present¨® siempre baja, arrastrando el albero que sigui¨® embebido el animal. Dio dos de pecho dignos del maestro Reus y result¨® ¨¦pica la suerte suprema. Se pone El Califa un mu?equera sobre los vendajes de su mano derecha, a¨²n tierna la herida que se hizo en Madrid. Mont¨® la espada y se fue tras ella consiguiendo la estocada pero se le abri¨® la herida. Tardaba el animal en caer y con la mano sangrando se la jug¨® con el verduguillo; no fall¨® y se meti¨® en el esport¨®n los dos ap¨¦ndices y en el coraz¨®n del p¨²blico. No hizo menor faena en su primero pero la espada le priv¨® de mayores trofeos. Tambi¨¦n se llev¨® una oreja Espartaco que cambi¨® pundonor por pureza, toreando despegado y abusando del pico con su lote. Morante estuvo, y se le esperaba, pero no con ese ¨¢nimo. Con el que cerr¨® plaza cambi¨® su disposici¨®n pero se volvi¨® a amohinar con la espada.