... y llegaron a la meta juntos
Tal vez el pr¨®ximo siglo ya est¨¦n erradicadas muchas enfermedades hereditarias; tal vez para entonces la lucha de clases se haya traducido en lucha por acceder a la informaci¨®n gen¨¦tica, o por manipularla; tal vez los beb¨¦s del futuro nazcan libres de todo pecado original inscrito en su ADN. Sea como sea, el a?o 2000 figurar¨¢ en los anales como el a?o en que se tomaron importantes decisiones para el dise?o de ese futuro: la gratuidad y el libre acceso a la informaci¨®n en el genoma humano; el derecho o no a patentar genes con funci¨®n conocida... A su vez, estas decisiones dependen en gran parte de lo que pase en los ¨²ltimos tramos de una carrera que est¨¢ acabando justo ahora: la que libran la ciencia p¨²blica y la privada por el desciframiento del genoma.A finales de los a?os setenta, cuatro prestigiosos investigadores llamados David Botstein, Ray White, Mark Skolnick y Ron Davis fueron invitados por la Universidad de Utah a una reuni¨®n en Alta, un pueblo de esquiadores cercano a Salt Lake City, para evaluar proyectos de estudiantes graduados. Se cuenta que fue una conversaci¨®n entre esos cuatro bi¨®logos, para ser exactos en la sala Sitzmark Lounge de la posada Alta Lodge, lo que hizo germinar el Proyecto Genoma Humano. Hablaban de la posibilidad de cartografiar genes de enfermedades y sent¨ªan un "entusiasmo incre¨ªble", imagina Keith Harshman, bi¨®logo estadounidense actualmente en el Centro Nacional de Biotecnolog¨ªa, en Madrid.
"Esa conversaci¨®n es extremadamente importante en la historia de la biolog¨ªa molecular, porque en ella se puso de manifiesto que era posible mapear genes usando m¨¦todos moleculares. Aunque para los est¨¢ndares actuales las t¨¦cnicas que emergieron de esa conversaci¨®n eran bastante rudas, aun as¨ª eran mucho m¨¢s poderosas de las que se ven¨ªan usando hasta entonces. Fue realmente un momento de '?eureka!", narra Harshman, que empez¨® su carrera en una de las primeras empresas surgidas a la sombra de la revoluci¨®n gen¨¦tica, Myriad Genetics.
Por entonces se conoc¨ªan enfermedades debidas a alteraciones gen¨¦ticas, pero no un modo eficaz de aislar los genes. La t¨¦cnica ideada en la famosa conversaci¨®n -basada en los polimorfismos, fragmentos de ADN que var¨ªan entre personas- era "muy laboriosa; un gen costaba a?os", recuerda Harshman. Pese a todo, una d¨¦cada despu¨¦s se ten¨ªan ya los genes de varias enfermedades, como la fibrosis qu¨ªstica o la corea de Huntington. "Y entonces se pens¨® ya seriamente en secuenciar el genoma humano completo. El Departamento de Energ¨ªa (DOE) estadounidense, que buscaba algo que hacer tras la guerra fr¨ªa, apoy¨® el proyecto", rememora este experto.
A partir de ah¨ª la historia est¨¢ en los comunicados: el DOE y los Institutos Nacionales de Salud estadounidenses (NIH) firmaron un acuerdo de colaboraci¨®n en 1988, y dos a?os m¨¢s tarde, el 1 de octubre de 1990, naci¨® oficialmente el Proyecto Genoma Humano con una duraci¨®n prevista de 15 a?os y un presupuesto calculado de 3.000 millones de d¨®lares. Se sumaron Francia, Alemania, Jap¨®n, China y, sobre todo, el Reino Unido, con financiaci¨®n de la fundaci¨®n Wellcome.
Sin euforia
La idea no despert¨® al principio la euforia actual. Una empresa tan fara¨®nica robar¨ªa dinero de otros proyectos -tem¨ªan los esc¨¦pticos-, y adem¨¢s era mucho esfuerzo in¨²til: al fin y al cabo s¨®lo una peque?a parte de las 3.000 millones de letras del genoma son las que forman los genes -el resto es el llamado ADN basura-, pero no queda m¨¢s remedio que descifrarlas todas. En palabras de Francis Collins, director del proyecto, "los genes humanos est¨¢n repartidos por el genoma como estrellas en una galaxia, separados por a?os luz de ADN que no forma genes".
Las cr¨ªticas no frenaron el plan. Surgieron lentas, pero imparables, las primeras compa?¨ªas dispuestas a traducir los genes en dinero comercializando test diagn¨®sticos, sondas gen¨¦ticas... Tras las pioneras Genentech, Amgen y Genetics Institute llegaron Millenium, Incyte, Myriad Genetics, Human Genome Sciences... La distancia entre Europa y Estados Unidos, en cuanto a capacidad para sacar jugo comercial a la gen¨¦tica, empez¨® a aumentar. "Los bi¨®logos pasaron de considerarse a s¨ª mismos artistas y empezaron a ser trabajadores que generan dinero. Esto no es necesariamente malo, ahora sigue quedando sitio para la ciencia bella de por s¨ª", dice Harshman.
Optimismo
En 1996 se confirm¨® que era factible secuenciar el genoma para el 2005. Ya hab¨ªa un mapa del genoma con 16.334 fragmentos de ADN conocidos correctamente localizados en los 23 cromosomas, que pod¨ªan funcionar como mojones que delimitan la regi¨®n donde est¨¢n otros genes. "Soy muy optimista", dec¨ªa Collins.
Los NIH instaban ya a publicar en la base de datos GenBank -accesible en Internet a investigadores de todo el mundo- las secuencias que se iban obteniendo en el plazo de "d¨ªas o semanas", un ritmo "agresivo justificado por el gran valor de los datos", explicaban. Tambi¨¦n se declararon entonces contrarios a patentar secuencias gen¨¦ticas de funci¨®n desconocida, candente cuesti¨®n que hab¨ªa provocado a?os antes el abandono del proyecto de uno de sus principales y m¨¢s prestigiosos promotores, James Watson, codescubridor de la famosa estructura en doble h¨¦lice de la mol¨¦cula de ADN. Sin embargo, el consorcio p¨²blico liderado por los NIH de EEUU y la fundaci¨®n Wellcome s¨ª animaba a las compa?¨ªas a "invertir las grandes cantidades de dinero necesarias para desarrollar productos diagn¨®sticos y terap¨¦uticos".
Tambi¨¦n en 1996 muchos cr¨ªticos del Proyecto Genoma Humano bajaron las armas. El desciframiento del genoma de la levadura -el primero de un organismo distinto a una bacteria-, dio resultados para todos los bi¨®logos, no s¨®lo para los genetistas, lo que convenci¨® a muchos de la utilidad de descodificar el humano. Adem¨¢s, en la levadura, y en los genomas de otros organismos secuenciados despu¨¦s, se encontraron muchos genes hom¨®logos a los humanos: el gusano C. elegans tiene genes equivalentes al 75% de los genes humanos conocidos, por ejemplo.
Esa cercan¨ªa de parentesco, entonces inesperada, entre bacterias, gusanos y personas facilit¨® la tarea de los descifradores, lo que, unido a los avances tecnol¨®gicos -t¨¦cnicas m¨¢s r¨¢pidas para purificar ADN, brazos rob¨®ticos, programas para analizar mapas gen¨¦ticos-, hizo que se adelantaran los plazos del proyecto. Y lleg¨® el gran anuncio: el libro con las instrucciones del Homo sapiens se acabar¨ªa en 2003, dos a?os antes de lo previsto.
Una muestra de la aceleraci¨®n de los trabajos: se tard¨® 16 a?os en verter en GenBank datos de los primeros 1.000 millones de letras qu¨ªmicas de genoma -no s¨®lo humanos-, pero s¨®lo 15 meses en duplicar esa cantidad. GenBank contiene hoy genes de 40.000 especies, y cada d¨ªa cient¨ªficos de todo el mundo solicitan m¨¢s de 60.000 comparaciones de secuencias.
Empieza la carrera
Pero en 1998, el calendario no contaba con la entrada en escena de nuevos actores que meter¨ªan mucha m¨¢s presi¨®n al motor secuenciador. Dos empresas, Human Genome Sciences y PE Celera Genomics, anunciaron que secuenciar¨ªan por su cuenta y que acabar¨ªan antes que el proyecto p¨²blico. Y as¨ª empez¨® la carrera cient¨ªfica m¨¢s encarnizada del siglo.
?En pos de qu¨¦? De tener cuanto antes una informaci¨®n de calidad a la que sacar jugo comercial. El genoma en s¨ª vale de poco; lo interesante es bucear en la mara?a de ADN y dar con genes de posible valor para futuros diagn¨®sticos y tratamientos. Y eso se logra con una buena informaci¨®n de partida -o sea, el genoma descifrado con alta precisi¨®n- y con herramientas eficaces para analizarla -programas inform¨¢ticos que buscan los genes en el pajar de ADN-.
En el consorcio p¨²blico cundi¨® la alarma. Muchos vaticinaron que, si la secuencia m¨¢s precisa del genoma humano quedaba en manos de una empresa, aunque fuera s¨®lo por unos a?os, se crear¨ªa un monopolio fatal para peque?as compa?¨ªas e investigadores acad¨¦micos. S¨®lo los m¨¢s poderosos podr¨ªan encontrar genes ¨²tiles y explotarlos despu¨¦s comercialmente.
Celera, presidida por Craig Venter, brillante ex miembro del consorcio p¨²blico que pas¨® por Human Genome Sciences, empez¨® a secuenciar en septiembre de 1999, armada con su t¨¦cnica shotgun, una estrategia en la que al principio pocos confiaban. El proyecto p¨²blico, por su parte, contraatac¨® anunciando la publicaci¨®n de un borrador del genoma ya en la primavera de 2000, no tan preciso como la versi¨®n final, pero s¨ª muy ¨²til.
Y en ¨¦sas, con las m¨¢quinas de secuenciar a pleno rendimiento, la tensi¨®n cient¨ªfica se contagi¨® a las bolsas. En diciembre del a?o pasado el consorcio p¨²blico acab¨® de descifrar un cromosoma humano completo; como resultado, Celera y otras empresas multiplicaron repentinamente el valor de sus acciones. En enero, Celera anunci¨® que ten¨ªa las secuencias del 90% de todo el genoma: nuevo repunte. En marzo se complet¨® el genoma de la mosca dros¨®fila: otro tir¨®n.
Celera dijo tener ya identificados en sus secuencias "miles de nuevos genes" con aplicaci¨®n potencial para regular la presi¨®n arterial y la proliferaci¨®n de las c¨¦lulas, entre otros procesos fisiol¨®gicos. No son genes disponibles en la base p¨²blica GenBank, declararon, y ya se hab¨ªa solicitado patente provisional sobre su uso.
Empezaron a brotar t¨¢cticas dignas de jugador de p¨®quer. William Haseltine, directivo de Human Genome Sciences, neg¨® valor alguno a la secuencia del genoma humano; la Administraci¨®n estadounidense sugiri¨® que no se dar¨ªan patentes si no se especificaba claramente el tipo de proceso para el que se usar¨ªa cada gen... Y con cada declaraci¨®n, un susto en las bolsas. Con la declaraci¨®n de Bill Clinton y Tony Blair a favor del car¨¢cter p¨²blico de los datos del genoma, el pasado marzo, las empresas biotecnol¨®gicas perdieron un 12,5% en el ¨ªndice Nasdaq de Wall Street. Fue una especie de puntilla: todos miraron a Venter y ¨¦ste, dolido, dijo no s¨®lo que publicar¨ªa sus datos, sino que siempre hab¨ªa sido su intenci¨®n hacerlo.
Condiciones
Sus colegas no acaban de creerlo. En los comunicados de Celera se ponen condiciones de acceso a los datos que los investigadores consideran turbias, y que durante los ¨²ltimos meses han sido objeto de debate en las revistas especializadas. De hecho, Celera dio su ¨²ltimo campanazo oficial el pasado 6 de abril anunciando que ya s¨®lo faltaba el ensamblaje de la secuencia completa del genoma, pero el debate sobre c¨®mo publicar¨¢ sus datos sigue abierto.
En cualquier caso, ?significa ese anuncio que Venter, es decir, la ciencia privada, ha ganado la carrera del genoma? Muchos investigadores creen que no. En primer lugar, porque el anuncio de abril se refer¨ªa a un trabajo sin acabar. Pero, adem¨¢s, Celera comunic¨® su intenci¨®n de recurrir a los datos p¨²blicos para ordenar las letras de su novela. "Celera no ser¨¢ capaz de ensamblar las secuencias del genoma humano sin el uso de la informaci¨®n gen¨®mica producida por el consorcio p¨²blico", afirma Harshman. Al final, tras el acuerdo que parece haberse alcanzado, la carrera puede haber quedado en tablas, pero ya nada ser¨¢ igual.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.