Historias de parvulario
Mientras el nacionalismo no hace un discurso nacionalista resulta tratable, civilizado y hasta "progre". Es lo que hasta no hace mucho tiempo hab¨ªa pasado con el PNV y sigue pasando con el nacionalismo catal¨¢n en general. Pero cuando cierra su discurso, lo hace coherente consigo mismo, lo hace nacionalista...., como del caldero del aprendiz de brujo van surgiendo fantasmas que no se sabe como parar, el prejuicio, la xenofobia, la segregaci¨®n, la limpieza ideol¨®gica, todo ello sazonado de agresividad. Justa agresividad, justo enfado, porque no existe, ni ha existido, nacionalismo que no haya estado seguro de tener la raz¨®n.Por eso la agresividad nacionalista, de la que Ibarretxe no es consciente, por la enorme justificaci¨®n hist¨®rica que posee el nacionalismo, le impide ser diplom¨¢tico en la Moncloa. Ir a Madrid con veinte a?os de Estatuto a las espaldas, y contar la misma historia que la recitada por los procesados de ETA, supone, adem¨¢s de falta de diplomacia, la actitud poco pol¨ªtica de una mente preliberal, m¨¢s bien medieval. Una aut¨¦ntica parodia:"?Guzm¨¢n el Bueno!, ?Guzm¨¢n el Bueno!, ?o nos entregas la plaza o contin¨²a el conflicto!". Historias de parvulario.
Plantear que el conflicto es de ciento sesenta a?os con Espa?a resulta una mala utilizaci¨®n de una falsa historia. Sesgar la historia hasta un esquem¨¢tico hilo conductor que demostrara la existencia de un mismo conflicto desde tan lejana fecha es difamarla. Aunque haya aspectos secundarios dignos de conexi¨®n entre diferentes momentos, y sus contrarios, es evidente que los tradicionalistas que en el en¨¦simo sitio de Bilbao, en 1937, por fin consiguieron que la villa dejara de ser "Invicta", dieron por zanjado su "conflicto", d¨¢ndose la paradoja que pudieran encontrarse m¨¢s hijos del "conflicto" en el PP que en el PNV, aunque hoy esas personas no juzguen prudente manipular tan peligroso argumento porque los carga el diablo. Y en este sentido m¨¢s ejemplos, como el de los vascos y antifranquistas que zanjaron su conflicto con la democracia y el Estatuto. Est¨¢ claro que si no existiera ETA el PNV tendr¨ªa que inventarla para justificarse con el "conflicto".
A la hora de esquematizar la historia, podr¨ªa ofrecerse otro sesgo de hipot¨¦tica mayor validez: la contradicci¨®n que se pudiera dar en el Pa¨ªs Vasco reside en el enfrentamiento entre la reacci¨®n preliberal, el absolutismo, y la ilustraci¨®n. El mismo conflicto del resto de Espa?a que se ha ido superando, tras una frustrada Rep¨²blica, desde la Transici¨®n a base de cesiones, consensos y democracia.
Tambi¨¦n se equivoca nuestro esforzado lehendakari cuando cree en la existencia de una mayor¨ªa de vascos que desean una naci¨®n. Primero, porque respecto al nacionalismo moderado, al contrario que en EH, no ha existido programa pol¨ªtico que les mostrara ante las elecciones un camino secesionista claramente, y no se sabe cuantos de estos lo apoyar¨ªan. despu¨¦s, porque hay otro sector de vascos que no identifican naci¨®n con naci¨®n independiente, preocupados en constituir una comunidad pol¨ªtica, una naci¨®n hacia los propios vascos, no contra o frente a otros, sin hacerla incompatible con ser espa?ol. Lo que confunde sin matiz el lehendakari es la naci¨®n con el Estado, con un estado independiente que garantizara el proyecto nacionalista, y desconoce que las naciones han dejado de ser tales cuando han estado sometidas al nacionalismo, porque sobraba una gran parte de sus ciudadanos y los que se quedaban dejaban de serlo para convertirse en s¨²bditos. Como en la Espa?a de Franco.
El an¨¢lisis de la compleja realidad vasca requiere la sutileza anal¨ªtica del marxismo, el de Groucho. ?"M¨¢s madera......, es la guerra!", arengaba al mudo para que con una afilada hacha hiciera tablas de los vagones que dieran fuego a la locomotora. Al rato s¨®lo avanzaba la locomotora porque el tren hab¨ªa desaparecido con los vagones hechos le?a. Es el mismo problema que tiene el nacionalismo vasco respecto a los ciudadanos de Euskadi. Los va quemando para mantener la locomotora a presi¨®n.
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