Un fulgurante cometa
Enric Miralles ha sido un fulgurante cometa que ha brillado con luz propia en el panorama de la ¨²ltima arquitectura espa?ola. Breve, para nuestra desgracia, en el tiempo, el arco descrito por la carrera profesional de Enric Miralles ha sido generoso y rotundo, limpio y claro, atributos todos que tambi¨¦n se daban en su persona. He sido testigo de su prodigiosa carrera como arquitecto, ya que lo conoc¨ª en la segunda mitad de los a?os setenta en Barcelona. Espigado y ligero, inteligente y curioso, Enric Miralles fue un alumno brillant¨ªsimo de quien cab¨ªa esperar lo mejor. Y as¨ª fue. Tras un periodo de formaci¨®n en el estudio de Pi?¨®n y Viaplana, Enric Miralles pronto dio muestras de su energ¨ªa y talento. Obras tales como la Escuela de La Llauna en Badalona, el cementerio de Igualada y la Escuela de Morella (en colaboraci¨®n con Carme Pin¨®s) muestran ya lo que van a ser sus intereses y cabe hoy decir que encerraban todo un programa. El edificio se disuelve y se rompe en su af¨¢n de prescindir de los l¨ªmites y de fundirse con todo lo circundante, bien sea el marco de lo ya construido, como en La Llauna, o el paisaje en Igualada y en Morella. El mundo arquitect¨®nico de Enric Miralles es vibrante e intenso, agitado y exuberante. Dir¨ªase que su af¨¢n es activar el espacio evitando as¨ª toda sensaci¨®n de quietud y estatismo. Su arquitectura se apodera del territorio en el que se instala con asombrosa energ¨ªa. "De la abundancia del coraz¨®n habla la boca", dicen los evangelios. Las obras de Enric Miralles hablan elocuentemente de su generosa persona en aquel continuo desparramarse de elementos que no sabe de l¨ªmites ni de fronteras. Un innato sentido para el manejo de los materiales, por otra parte, contribuye a dotar a sus obras de un bien definido perfil sensorial.Durante los a?os noventa, Enric Miralles trabaja sin descanso. El estudiante ligero y espigado que conoc¨ª en Barcelona es ahora todo un gigante al que dota de autoridad una poblada barba negra. Hace concursos, construye, ense?a. Su obra refleja esa energ¨ªa interna que tanto asombr¨® a quienes le conocieron. Obras m¨¢s maduras, tales como el Pabell¨®n de Tiro Ol¨ªmpico, los pabellones deportivos de Huesca y Alicante, o los accesos a la estaci¨®n de tren en Takaoka fundamentan su reputaci¨®n. Los principios planteados en sus primeras obras encuentran en ellas justo desarrollo. Las escuelas se disputan su presencia en las aulas y las instituciones lo llaman continuamente para consultas profesionales. Enric Miralles es profesor en Francfort y Barcelona, en Columbia y Harvard. Entretanto, toma parte en innumerables concursos internacionales como invitado, dada la atracci¨®n que despierta su obra. La calidad de su trabajo justifica tal inter¨¦s. Proyectos tales como el museo para Helsinki, o el auditorio y teatro para Copenhague, o el Rose Museum en Francfort, o la International Garden Fair en Dresde, por citar algunos, nos muestran a un Enric Miralles que trabaja sin darse respiro, como si supiese que el tiempo de que dispone toca a su fin. El ¨¦xito logrado en los concursos para el Parlamento del Gobierno de Escocia en Edimburgo y la Escuela de Arquitectura en Venecia consolida definitivamente su carrera. En ellos, el mejor Enric Miralles es capaz de mostrar una vez m¨¢s su talento enfrent¨¢ndose a delicados emplazamientos urbanos y a complejos programas. Si bien cab¨ªa esperar much¨ªsimo todav¨ªa de Enric Miralles, justo es decir que nos deja una valios¨ªsima obra que habr¨¢ que conservar, con extremo cuidado, dado que representa un momento bien caracter¨ªstico de lo que ha sido la historia de la arquitectura en el siglo XX. Por otra parte, dar t¨¦rmino a las obras de Edimburgo y Venecia es una obligaci¨®n que sin duda Benedetta Tagliabue y las gentes de su estudio aceptar¨¢n con dolor, pero de buena gana. Enric Miralles ser¨¢ desde ahora el guardi¨¢n invisible de una de sus obras m¨¢s logradas, el cementerio de Igualada.
Babelia
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