Inventor incansable
La obra de Enric Miralles se ha de interpretar tanto por su fuerte personalidad creativa como en relaci¨®n con los arquitectos con quienes fue colaborando. Entre 1973 y 1984, con Albert Viaplana y Helio Pi?¨®n construy¨®, entre otras obras, uno de los proyectos m¨¢s emblem¨¢ticos de la Barcelona preol¨ªmpica dedicada inicialmente a la reforma y creaci¨®n de espacios p¨²blicos: la plaza de Sants. Entre 1984 y 1989, formando estudio con su primera mujer, la arquitecta Carme Pin¨®s, realiz¨® obras maestras como el cementerio en Igualada, donde aport¨® una sutil e in¨¦dita interpretaci¨®n de cada obra en relaci¨®n con el lugar. Y en una ¨²ltima ¨¦poca, a partir de 1989, Miralles ha dirigido su propio equipo, asociado con su segunda mujer, la arquitecta de origen italiano Benedetta Tagliabue.De una gran cultura, Miralles sab¨ªa hacer que sus referencias a autores, obras, viajes y libros no afloraran literalmente, sino siempre a trav¨¦s de su filtro creativo. Para ello aplicaba el m¨¦todo de inventar continuamente, subvirtiendo toda tipolog¨ªa establecida. Creaba formas de un organicismo mineral, recurr¨ªa a un m¨¦todo gestual y expresionista, se acercaba al caos y al delirio del movimiento. Miralles supo hacer habitables las esculturas din¨¢micas y las estructuras abstractas m¨¢s inveros¨ªmiles.
El actual despacho de Enric Miralles y Benedetta Tagliabue, en el pasaje de la Pau, era un aut¨¦ntico workshop, lugar de peregrinaci¨®n de estudiantes y arquitectos de todo el mundo; y en ¨¦l se estaban realizando, cuando Enric enferm¨® s¨²bitamente, gran cantidad de proyectos representativos como el nuevo edificio del Parlamento de Escocia, la nueva sede de Gas Natural en Barcelona y la del F¨°rum 2004. Sin embargo, en estas ¨²ltimas semanas Miralles hab¨ªa manifestado que el proyecto al que ¨¦l quer¨ªa dar preferencia era la laboriosa reestructuraci¨®n del antiguo mercado de Santa Caterina y el plan de reforma de este barrio adyacente, siguiendo su concepci¨®n intrincada y humana de la ciudad.
Hablando con ¨¦l, vi¨¦ndole trabajar o visitando sus obras, uno pensaba que si hubiera un Antoni Gaud¨ª de finales del siglo XX -tan imaginativo, exuberante, organicista, delirante e imprevisible-, ¨¦ste ser¨ªa como Enric Miralles. Uno imaginaba que Gaud¨ª ten¨ªa que haber sido un poco como Miralles. Incluso se parec¨ªan en su corpulencia y en su barba. Y tal como pas¨® con la obra de Gaud¨ª, no va a ser f¨¢cil continuar las creaciones tan personales de Miralles, hechas siempre cuerpo a cuerpo.
Con su muerte, la arquitectura y la cultura catalanas tienen una p¨¦rdida tan grave como imprevisible hasta hace pocos meses: un arquitecto joven, tan creativo, que estaba en un momento esplendoroso de su carrera y con el m¨¢ximo prestigio internacional. L¨¢stima que Enric haya pasado a formar parte de la historia tan prematuramente.
Josep Maria Montaner es arquitecto y catedr¨¢tico de la UPC.
Babelia
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