Una memoria del exilio
Los 20.000 documentos de su archivo son una de tantas memorias del exilio espa?ol que el paso del tiempo entierra en el olvido. Carlos Espl¨¢ Rizo (Alicante, 1895-M¨¦xico DF, 1971) fue, ante todo, un periodista comprometido hasta la m¨¦dula con el ideario republicano. Pero, adem¨¢s, fue muy amigo de Vicente Blasco Ib¨¢?ez y Unamuno, gobernador civil de Alicante y Barcelona y subsecretario de Gobernaci¨®n durante la segunda Rep¨²blica. El alzamiento militar encabezado por Franco en Canarias se produjo siendo ¨¦l subsecretario de Presidencia y, durante la guerra civil, ministro de Propaganda con Largo Caballero y subsecretario de Estado tras la dimisi¨®n de ¨¦ste. A pesar de su curriculum, apenas se ha o¨ªdo hablar de ¨¦l."Con la transici¨®n pagamos un precio, y es que los grandes nombres de la segunda Rep¨²blica permanecen silenciados. Ni siquiera existe una biograf¨ªa en condiciones de Negr¨ªn", argumenta Pedro Luis Angosto. Este profesor de la Universidad de Alicante es autor de la tesis Carlos Espl¨¢ Rizo. Biograf¨ªa pol¨ªtica. Dirigida por Emilio Laparra, se basa en uno de los archivos de Espl¨¢, 20.000 documentos que constituyen uno de los mejores fondos del exilio republicano.
Todo empez¨® en 1991, cuando Angosto trabajaba en un informe sobre la historia de la prensa en Alicante para el Instituto de Cultura Juan Gil Albert. Los art¨ªculos de Espl¨¤ le parecieron muy brillantes y decidi¨® investigar sobre aquel personaje del que apenas exist¨ªa bibliograf¨ªa. Cuando decidi¨® dedicarle su tesis, se encontr¨® con una falta de material sobre el personaje que pod¨ªa dar al traste con sus intenciones. Sab¨ªa, por los art¨ªculos del periodista, que ¨¦ste hab¨ªa mantenido dos archivos. Uno deber¨ªa estar en manos de una familia espa?ola que Angosto no ha conseguido localizar. El segundo corresponder¨ªa a su exilio en M¨¦xico.
El profesor se tuvo que convertir en detective. Permut¨® los apellidos del periodista y de su esposa, Rosa Farga, y de sus sobrinos, ya que el matrimonio no tuvo descendencia. Tras m¨¢s de un centenar de llamadas, dio con Concepci¨®n de Juan G¨®mez. Es sobrina de un sobrino de Espl¨¢ que hered¨® el archivo, y ¨¦ste a su vez se lo hab¨ªa donado a ella. La mujer pidi¨® mucho dinero a cambio de los documentos, alegando que vive en la miseria. Tras varias conversaciones, Angosto consigui¨® que la mujer le enviara el archivo por un precio m¨¢s ajustado.
Los documentos llegaron a Alicante en 1998, embutidos de cualquier manera en dos cajas. Son alrededor de 90 kilos de papel. Hay unos 35 archivadores, cartas con Indalecio Prieto, Manuel Aza?a y otros personajes de la ¨¦poca, y documentos que dan fe de la situaci¨®n de los exiliados en M¨¦xico. Los papeles se hallan en un lugar seguro y Pedro Luis Angosto se est¨¢ dedicando a las tareas de clasificaci¨®n. Una vez ordenados, los documentos pasar¨¢n a formar parte de los fondos de la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes por expreso deseo del rector Andr¨¦s Pedre?o, del director de la biblioteca, Manuel Bravo, y de Emilio Laparra. Para el fondo f¨ªsico, Angosto busca una instituci¨®n p¨²blica, a ser posible en Alicante.
El valor del archivo para los historiadores es muy alto, pero Angosto no puede desligarlo de su carga sentimental. "Este es un archivo muy triste por los sucesos que narra", se?ala. Uno de los mejores ejemplos es el propio Espl¨¢, que pas¨® de ser una eminencia, catalizador del exilio parisino de la dictadura de Primo de Rivera y corresponsal de las principales cabeceras de Espa?a, a trabajar 18 horas como traductor para ganar la mitad del sueldo de un alba?il.
"Hablando con Concepci¨®n de Juan, uno siente que, aunque hayan pasado dos generaciones, los exiliados y sus descendientes tienen sentimientos encontrados. No fueron all¨ª a hacer fortuna, sino porque no ten¨ªan m¨¢s remedio, y da la impresi¨®n de que no entienden por qu¨¦ est¨¢n all¨ª", dice Angosto. Memorias documentales como la que ha centrado su tesis pueden arrojar algo de luz sobre el origen de su destierro.
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