El doble coraz¨®n de Petra
Los ni?os hospitalizados en el Virgen del Roc¨ªo de Sevilla salen a jugar al nuevo jard¨ªn del centro
Petra Melara se coloca al lado del gusanito y va recitando sin voz la alegor¨ªa que declama su alumno en p¨²blico. El ni?o est¨¢ disfrazado de gusanito porque, momentos antes, el grupo escolar de Petra ha representado una comedia de fin de curso en la que el peque?o era el manjar que se disputaban dos gallinas. Es el final de curso de una escuela especial: la del Hospital Infantil Virgen del Roc¨ªo de Sevilla, donde Petra lleva m¨¢s de 27 a?os ejerciendo. Ayer era un d¨ªa distinto, porque los ni?os no se iban de vacaciones, est¨¢n todos ingresados; y adem¨¢s estrenaban un parque en el jard¨ªn del centro sanitario dise?ado para que ellos se sientan lo mejor posible mientras luchan contra su enfermedad. Todos los chiquillos hab¨ªan bajado con un disfraz para participar en la comedia escolar. Hasta Lucas, el m¨¢s mayor, se hab¨ªa desplazado, con la ayuda de los enfermeros, en su silla de ruedas, que tiene pintado un drag¨®n en el respaldo.
Petra sabe que sus alumnos no son como los de otro centro educativo ordinario, por eso las actividades que ella organiza tambi¨¦n son distintas. "Me he formado en la l¨ªnea l¨²dica porque con ni?os de corta estancia no se puede aplicar un programa normal", explica esta profesora que ha hecho cursos especiales para atender a los ni?os hospitalizados.
Su coraz¨®n es doble: tierno con los peque?os ingresados y duro como su nombre de pila cuando vienen los disgustos. Sus alumnos entran y salen de la escuela al ritmo de las altas y las bajas m¨¦dicas. Pero algunos salen del aula y Petra sabe que no volver¨¢n a sus clases ni a ning¨²n otro colegio. Esos son los peores momentos, cuando "hay que endurecerse" y seguir para adelante. "A veces est¨¢s hecha polvo". Pero, olvidando los disgustos, Petra colecciona an¨¦cdotas de su vida profesional en el centro sanitario que siempre recordar¨¢: como cuando lleg¨® una ni?a de dos a?os a la que su madre le¨ªa un libro que era m¨¢s gordo que El Quijote, porque a la ni?a le gustaban los cuentos. "Le compr¨¦ lecturas para su edad y sal¨ªa de la UCI para venir a mi clase". Era un "microbillo" de dos a?os y hac¨ªa grandes progresos. "Un d¨ªa su madre, emocionada, baj¨® a llamar al padre para que viera lo que hac¨ªa la ni?a en la escuela".
Para estos ni?os, Petra improvisa, le pone entusiasmo, trata de engancharlos con sus actividades escolares, cualquier cosa para que olviden... Como dice Andr¨¦s Esteban, el psic¨®logo que ha participado en el proyecto de redecorar el hospital para que presente un aspecto m¨¢s infantil y humano, la maestra es "la piedra angular" del tinglado.
Petra no echa de menos un colegio normal en el que compartir con otros colegas los avatares del d¨ªa a d¨ªa, a pesar de que su tarea diaria con los ni?os de larga estancia es semejante a una clase reglada, para que la enfermedad no les acarree un atraso escolar.
Como en cualquier otra escuela, tiene ni?os gitanos a los que trata de alfabetizar, pero ¨¦stos aparecen y desaparecen como el Guadiana. "Los primeros d¨ªas se entusiasman y traen a la escuela a sus hermanos, a un vecino, pero luego no vienen m¨¢s". Recuerda la maestra que alguno de ellos ha vuelto a?os m¨¢s tarde, con 16 o 17 a?os, ya casado, a presentarle a su pareja.
Tanto agradecimiento no puede pasar como el aire. Por eso han decidido hacer un libro de Piropos al cole donde anotar¨¢n los halagos que de la escuela y el trato en el hospital hacen gentes como Jos¨¦ G¨®mez, que tiene una nieta de cinco a?os ingresada. "Todos son maravillosos y el trato aqu¨ª es fenomenal", dice.
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