Una reforma pendiente en la Justicia
No deja de ser una preocupaci¨®n constante de quienes ocupamos cargos en el sistema judicial espa?ol, sean mayores o menores, la p¨¦rdida de prestigio que merece la justicia espa?ola. Miramos, con envidia muchas veces, el reconocimiento que tienen nuestros colegas extranjeros, a quienes el hecho de verse en unos puestos que suponen la asunci¨®n de tantas responsabilidades y, por ende, tan criticables, no quitan, en general, la buena opini¨®n, el reconocimiento de su trabajo y de su cualificaci¨®n, que en sus pa¨ªses reciben.Hemos o¨ªdo muy recientemente c¨®mo desde la m¨¢s alta representaci¨®n del poder judicial, su presidente intentaba elevar el nivel de autoestima de los juristas espa?oles, diciendo que, aunque le consta que hay muy mala prensa sobre este gremio, desde dentro no se ve¨ªan las cosas tan mal. Que la Justicia espa?ola, pese a lo que piense la gente, tiene un alto nivel de calidad.
Bien est¨¢ el prop¨®sito del presidente del Consejo General del Poder Judicial y del Tribunal Supremo. Alabo su intenci¨®n; no debemos arreglar la situaci¨®n partiendo desde el complejo. Alguien ten¨ªa que decirlo. Pero... No s¨¦ realmente si cabe excusarse ante la ciudadan¨ªa. La cosa no est¨¢ para presumir. Y el propio Consejo General del Poder Judicial, en un an¨¢lisis bastante ecu¨¢nime, lo ha dicho desde siempre, y m¨¢s desde el Libro Blanco de la Justicia de 1997, hasta aqu¨ª.
Pero, adem¨¢s, es que si bien al presidente le cumple hacer manifestaciones que reivindican el buen hacer de nuestros jueces (y supongo que tambi¨¦n nos incluye a los dem¨¢s: abogados, procuradores, funcionarios, fiscales y secretarios), a nosotros lo que nos toca, es otra cosa. Lo que hemos de hacer, nuestro imperativo categ¨®rico coyuntural, y enti¨¦ndase, por favor, el juego de palabras, es trabajar. Y trabajar m¨¢s y mejor. Cumplir los horarios, cuidar nuestra formaci¨®n jur¨ªdica, prestar atenci¨®n a la sensibilidad social por determinados temas, utilizar un lenguaje inteligible, aunque no por eso menos t¨¦cnico, etc. Y, especialmente, ser muy autocr¨ªticos, y nunca complacientes. No podemos darnos tregua hasta que este mundo ocupe el lugar de prestigio que le corresponde en un Estado de Derecho.
Quiero retomar esta ¨²ltima idea porque, precisamente, es ah¨ª donde m¨¢s choca que tengamos problemas. ?O es que no parece lo m¨¢s l¨®gico que en un Estado democr¨¢tico, en el imperio de la ley, sea el Derecho, y su organizaci¨®n, un instrumento eficaz? ?No es parad¨®jico que en un Estado de Derecho la Justicia funcione mal?
Aqu¨ª tendremos que disociar dos ideas. Y no voy a explicar nada, claro, y mucho menos a justificar el deficiente funcionamiento de los juzgados y tribunales espa?oles. La primera idea es que, en la teor¨ªa, hemos conseguido un Estado dotado de instrumentos jur¨ªdicos id¨®neos para preservar el Derecho. En este punto, destaca la defensa de los derechos individuales y las libertades p¨²blicas, y un acuerdo generalizado en su aceptaci¨®n y promoci¨®n, excusa hecha del problema del terrorismo en el Pa¨ªs Vasco, donde falta esa generalizada aceptaci¨®n de la democracia como r¨¦gimen de gobierno de las mayor¨ªas. Fuera de ese caso, hemos llegado a ser un Estado democr¨¢tico, y as¨ª se nos reconoce en los organismos internacionales y por los pa¨ªses de Occidente.
La segunda idea es que, hoy por hoy, un Estado democr¨¢tico debe ser una organizaci¨®n moderna y eficaz, en la que sus leyes no son enunciados nominales, carentes de evidencias pr¨¢cticas, sino realidades aplicativas. Por ello, sabemos muy bien que las buenas ideas han de ir acompa?adas de medios que las lleven a cabo, para que el estusiasmo inicial no quede en nada. Para que la primera hipermotivaci¨®n del grupo ("hemos de hacer", "hemos de acabar con") no se diluya en el mar de los buenos prop¨®sitos.
Y as¨ª, venimos observando que en la Justicia espa?ola, nuestro sistema se caracteriza por la falta de realizaciones. Y esto se debe, en muy buena parte, a la falta de medios. Con falta de medios materiales y con ausencia de medios pol¨ªticos (que venimos llamando "voluntad pol¨ªtica") no llegaremos muy lejos. Sin dejar de reconocer que, naturalmente, en cada presupuesto anual, tanto el Estado como las comunidades auton¨®mas, ponen dinero, hemos de llegar mucho m¨¢s lejos. La media de inversi¨®n en la Administraci¨®n de Justicia en Espa?a no llega al 1%; es m¨¢s, est¨¢ lejos de ¨¦l, en el 0,7%, aproximadamente, y en los pa¨ªses de la Uni¨®n Europea, la media es del 3,4%; algunos pa¨ªses llegan incluso al 6%.
Adem¨¢s, nuestra acertada pol¨ªtica antiinflacionista ha llegado a esta Administraci¨®n, y cuando m¨¢s falta hace invertir, el presupuesto lo impide. Cuando hacen falta funcionarios, secretarios judiciales, jueces y fiscales; abogados del Estado, tenemos retrasos en la convocatoria de las oposiciones, seguida de una excesiva duraci¨®n de los curso de formaci¨®n. O a¨²n peor, cuando las plazas -especialmente del personal auxiliar- quedan vacantes, no hay mucha predisposici¨®n a cubrirlas. As¨ª, la famosa pol¨ªtica de "un interino, si hay dos vacantes". Y claro, en la mayor¨ªa de los casos, hay s¨®lo una vacante y esa no se cubre.
Y lo mismo ocurre con los medios materiales. Por mucho que se diga, todav¨ªa dejan que desear. Porque no s¨®lo hay que asear los escaparates, las ciudades importantes, sino cualquier sede judicial. Y hay que informatizarlas de manera m¨¢s inteligente y menos cicatera. Y lo digo porque, frente a las cifras absolutas que se nos dan, mareantes para el ciudadano que piensa en clave de econom¨ªa dom¨¦stica, si relativizamos y particularizamos la inversi¨®n por juzgado, no se hace lo suficiente. Por eso, frente a la excusa, las fotos de archivos judiciales, ¨²ltimamente objeto de atenci¨®n de la prensa y la televisi¨®n. Que no son montajes, como se ha dicho; si no lo creen, pasen y vean.
Y al final, quiz¨¢, tendremos que convenir, con el presidente, que no estamos tan mal. Que esto depende de los pol¨ªticos. O quiz¨¢ no, que tambi¨¦n depende de nosotros. Por si acaso lo pol¨ªticos no leen el art¨ªculo, m¨¢s valdr¨¢ que nosotros nos pongamos a la faena. Y "si no puedes ser lo que quieres, s¨¦ con seriedad lo que debes" (H. Ibsen). Qu¨¦ remedio.
Jos¨¦ Miguel Guill¨¦n Soria es secretario judicial y miembro de la Fundaci¨®n por la Justicia.
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