El socialismo en Catalu?a y Asturias
Ahora que algunos ilustres colegas me han otorgado el t¨ªtulo honor¨ªfico de gur¨² de la equidistancia pol¨ªtica en el Pa¨ªs Vasco -que no s¨¦ muy bien en qu¨¦ consiste- me voy a permitir el lujo de hablar de lo contrario, o sea, de distancias radicales dentro de un mismo espacio pol¨ªtico. Este espacio es el del socialismo y las distancias son las que separan Catalu?a de Asturias y viceversa.En Catalu?a hemos celebrado hace poco el Congreso del PSC. No ha sido la maravilla del siglo, porque este tipo de maravillas ya no existen, pero s¨ª ha sido un Congreso sensato. Quiz¨¢ el mejor ejemplo de ello fue el discurso de despedida de Narc¨ªs Serra como primer secretario del partido. No la t¨ªpica perorata de frases hechas y conceptos gen¨¦ricos, sino un discurso que habl¨® del pasado y del futuro con claridad y coherencia. A su t¨¦rmino, los delegados se levantaron de sus asientos y, en su inmensa mayor¨ªa, ovacionaron al primer secretario saliente durante muchos minutos.
El cambio de direcci¨®n fue muy importante pero escasamente traum¨¢tico, porque hab¨ªa sido un cambio bien pilotado y en el que la gran mayor¨ªa de los implicados estuvieron a la altura de las circunstancias. Es cierto que en la votaci¨®n de la nueva Comisi¨®n Ejecutiva hubo sus m¨¢s y sus menos, como ocurre siempre en este tipo de reuniones, y tambi¨¦n alguna injusticia en la selecci¨®n de sus miembros, pero los candidatos y las candidatas que se hab¨ªan propuesto tuvieron los votos suficientes para ocupar sus puestos de direcci¨®n. Y los que nos retiramos del primer¨ªsimo plano lo hicimos con las ideas perfectamente claras para abrir el camino a nuevas generaciones sin perder de vista a las anteriores y a sabiendas de que ¨ªbamos a seguir aportando nuestros puntos de vista y, sobre todo, nuestra acci¨®n al presente y al futuro del partido.
El resultado es un partido con un presidente, Pasqual Maragall, que procede del catalanismo pol¨ªtico m¨¢s enraizado y un secretario general -Jos¨¦ Montilla- andaluz de nacimiento. Uno y otro utilizaron el catal¨¢n y el castellano en sus discursos finales y era dif¨ªcil saber si el catal¨¢n de Montilla era mejor o peor que el de Maragall y si el castellano de ¨¦ste era mejor o peor que el de aqu¨¦l.
El resultado final fue el de un partido consciente de su importancia, de su presencia global en el territorio de Catalu?a, de su gran implantaci¨®n como partido municipalista, de su condici¨®n de vencedor en todas las elecciones generales, de partido m¨¢s votado en las ¨²ltimas elecciones auton¨®micas y de principal elemento integrador de los diversos sectores de la sociedad catalana. Y tambi¨¦n como un partido que, m¨¢s all¨¢ de su ¨¢mbito catal¨¢n estricto, juega a fondo la carta del socialismo en toda Espa?a, propone una visi¨®n abierta, descentralizada y federal de la estructura pol¨ªtica espa?ola y se presenta en este escenario general como una fuerza dispuesta a consolidar el socialismo en el conjunto del pa¨ªs.
En el otro extremo, nada equidistante de ¨¦ste, hemos tenido la incre¨ªble votaci¨®n en el Parlamento de Asturias sobre Cajastur, y la amenaza de otra pugna en la elecci¨®n de los consejeros de ¨¦sta, en la que una parte del Partido Socialista se ha aliado con el Partido Popular para dejar en minor¨ªa al presidente socialista de la Comunidad Asturiana y a su Gobierno.
A mi entender, ¨¦sta es la culminaci¨®n, por ahora, de un proceso que se inici¨® al d¨ªa siguiente de la victoria del Partido Socialista asturiano en las elecciones auton¨®micas. Una parte importante del partido, liderado por veteranos dirigentes, plante¨® inmediatamente la cuesti¨®n de qui¨¦n mandar¨ªa en la Comunidad Asturiana, o ellos o el presidente de ¨¦sta y sus seguidores, y enseguida empez¨® una batalla, soterrada al principio, abierta y desaforada despu¨¦s, que a la postre ha conducido a esta situaci¨®n infumable.
No s¨¦ qui¨¦n ni c¨®mo puede resolverla. Pero como militante socialista quiero decirles a los compa?eros asturianos que la indignaci¨®n me sale por todos los poros, que no tienen derecho a meter al Partido Socialista en este callej¨®n sin salida, que lo ocurrido en el Parlamento de Asturias es el primer paso para una futura victoria del PP, que el partido es muy importante, pero los que han elegido a Vicente ?lvarez Areces como presidente de Asturias son muchos m¨¢s que sus militantes, que es insostenible en t¨¦rminos democr¨¢ticos que a este presidente elegido por mayor¨ªa absoluta le dejen en minor¨ªa parlamentaria una parte de sus propios compa?eros de partido aliados con una oposici¨®n que fue claramente derrotada en las elecciones auton¨®micas.
Y, por favor, que no se me diga que esto es democracia. Lo que aqu¨ª se discute es algo mucho m¨¢s silvestre y bajo de techo, algo as¨ª como "t¨² eres el presidente elegido, pero aqu¨ª mando yo", una f¨®rmula perfecta para que los electores se digan a s¨ª mismos que no vale la pena votar a un presidente totalmente dominado por otros que no fueron elegidos -si lo fueron- para presidir. No s¨¦ si los que votaron contra el presidente junto con el PP se sienten muy satisfechos de su haza?a, pero quiero que sepan que muchos miles de socialistas de toda Espa?a estamos hartos de este tipo de rifirrafes, que por este camino no se avanza, sino que se retrocede y que estamos en el a?o 2000 y no en el 1900.
En definitiva: creo que el Congreso del PSC va a aportar serenidad y vitalidad a un PSOE que pasa por momentos complicados y la votaci¨®n parlamentaria de Asturias va a crearle m¨¢s problemas. Es f¨¢cil decir que cada uno asuma sus responsabilidades, pero es indignante que esto
te lo digan unos irresponsables.
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