El escritor Javier Mar¨ªas se estrena como editor con un sello de literatura fant¨¢stica
El autor crea la editorial Reino de Redonda, que arranca con una obra de M. P. Shiel
El relato que cont¨® ayer Javier Mar¨ªas acerca de por qu¨¦ ahora se mete a editor est¨¢ hecho de los mismos materiales que las obras que va a editar: fant¨¢sticos, delirantes, incre¨ªbles... Ya desvel¨® en algunas de sus obras que ostenta, desde hace tres a?os, el reinado de la isla solitaria Redonda en el Caribe. Una herencia literaria que le exige mantener viva la memoria de sus antecesores. Y qu¨¦ mejor manera que editar su obra. Por eso Mar¨ªas ha creado el sello editorial de literatura fant¨¢stica Reino de Redonda, que acaba de estrenar con La mujer de Huguenin, de M. P. Shiel.
Mar¨ªas, que siempre se ha declarado republicano de convicci¨®n y de coraz¨®n, y contrario a la monarqu¨ªa, ha acabado enredado en una historia de reyes y reinados disparatada. Al fin y al cabo, un pretexto para lanzarse a la aventura editorial y publicar lo que ¨¦l quiera, "ahora que la mayor¨ªa de las editoriales est¨¢n muy conservadoras y no dan sorpresas", declar¨® ayer el autor en una de las librer¨ªas Crisol de Madrid, que le apoy¨® con la log¨ªstica. La editorial se llama Reino de Redonda porque as¨ª bautiz¨® Col¨®n a una peque?a isla de las Antillas, no muy lejos de Cuba y Puerto Rico. Un reino fantasmag¨®rico, de escasa reputaci¨®n y lleno de elementos literarios: que si fue morada de monstruos, escondite de contrabandistas de alcohol, que la habitan animales que parecen murci¨¦lagos...
Fue Matthew Phipps Shiel (1865-1947) el primer rey (de un reino de exiliados) que dio lugar a esta curiosa dinast¨ªa literaria y con quien Javier Mar¨ªas (Madrid, 1951) inaugura esta editorial modesta, que tiene previsto publicar un par de libros al a?o. Shiel, apenas conocido en Espa?a, era un rey cultivado: estudi¨® Matem¨¢ticas y Medicina y era pol¨ªglota. Se dedic¨® a escribir y lleg¨® a ser uno de los m¨¢s admirados y ocultos maestros de la literatura fant¨¢stica y de terror. Con algunas de sus novelas invent¨® lo que luego se llamar¨ªa ciencia-ficci¨®n. Y fue elogiado, dijo Mar¨ªas, por colegas tan dispares y respetables como Dashiell Hammett, Lovecraft y Arthur Machen, que vieron en ¨¦l a un fiel seguidor de Edgar Allan Poe, Julio Verne y Arthur Conan Doyle.
3.000 ejemplares
El libro La mujer de Huguenin re¨²ne los seis mejores relatos, seg¨²n Mar¨ªas, de horror, miedo y fant¨¢sticos de Shiel, con algunos a?adidos: una nota previa, en espa?ol e ingl¨¦s, donde Mar¨ªas explica su encontronazo con este reinado fantasma (que ya empez¨® a desvelar en Todas las almas y Negra espalda del tiempo); varios ap¨¦ndices con una biograf¨ªa de Shiel e ilustraciones, mapas y notas de los distintos reyes de Reino de Redonda.El nuevo editor, al que le da pudor llamarse as¨ª ("me parece pretencioso"), ha publicado para la primera tirada 3.000 ejemplares y se encuentra ahora con la sensaci¨®n de que esos libros son suyos. No es la primera vez que se edita en espa?ol algo de Shiel, autor olvidado y poco conocido en Espa?a. En los a?os ochenta se public¨® su novela m¨¢s famosa, La nube p¨²rpura (Edhasa).
Entre los pr¨®ximos t¨ªtulos que saldr¨¢n de la editorial de Javier Mar¨ªas, que extender¨¢ su radio de acci¨®n a otros autores adem¨¢s de los reyes de Redonda, est¨¢n Niebla y otros relatos y La morada del miedo, de Richmal Crompton, la autora de los libros de Guillermo Brown, a los que tanto debe Mar¨ªas, puntualiz¨®; Ehrengard, de Isak Dinesen; La religi¨®n de un m¨¦dico / El enterramiento de las urnas, de Thomas Browne; El crep¨²sculo celta, de William Butler Yeats, y El misterio de la carretera roja, de M. P. Shiel y John Gawsworth.
Gawsworth fue otro de los cuatro reyes (el cuarto es Mar¨ªas) de Redonda, y el m¨¢s desgraciado. Fallecido en 1970 en brazos del alcohol, fue un atractivo bohemio, iracundo, hiperactivo y un autor a¨²n m¨¢s olvidado que su predecesor, Shiel, pero que ya interes¨® a Mar¨ªas en 1989 cuando tradujo su cuento C¨®mo ocurri¨®. Tanto le sedujo Gawsworth al autor de Coraz¨®n tan blanco que en una subasta en Sotheby's sali¨® con sus pertenencias bajo el brazo: desde botones hasta su pasaporte, cosas que Mar¨ªas guarda cuidadosamente en su casa, en "la habitaci¨®n de Gawsworth".
Esta aventura editorial que ha emprendido el escritor no es una bufonada, aunque pueda parecerlo por la cosa de los reinados. Pero ayer declar¨®, con cierta solemnidad: "Pens¨¦ que no me sent¨ªa digno de seguir llam¨¢ndome novelista si renunciaba a esta propuesta", algo que le cay¨® del tercer rey, Jon Wynne-Tyson (a¨²n vive), que, harto de pelear con una rama et¨ªlica procedente de Gawsworth, le pas¨® los trastos a Mar¨ªas, quien acept¨® porque es un reinado vac¨ªo de contenido y para mantener la gracia de la leyenda.
Todos ellos han creado una nobleza intelectual a base de conceder t¨ªtulos, entre otros, a Lawrence Durrell, Dylan Thomas y Henry Miller. Mar¨ªas tambi¨¦n tiene su particular corte, como Pedro Almod¨®var (duque de Tr¨¦mula), Guillermo Cabrera Infante (duque de Tigres), Coppola (de Megal¨®polis), Francisco Rico (de Parezzo) y Eduardo Mendoza (de Isla Larga).
Abrumado por el papeleo
Poco o nada debi¨® de pensar Javier Mar¨ªas al meterse en este l¨ªo en su parte m¨¢s prosaica: la de ir de ventanilla en ventanilla, constituir una sociedad limitada, ir al registro, en fin, acabar enmara?ado entre la burocracia. Porque ayer dec¨ªa que se siente abrumado por tanto papel. "En este mundo detestable en el que vivimos hay que pedir tal cantidad de papeles y de permisos para un libro que s¨®lo por eso tengo que seguir con la idea de publicar un par al a?o".
Tambi¨¦n est¨¢ espantado, m¨¢s, horrorizado, de la publicidad que le llega ahora desde que es propietario de una SL y lo tienen fichado en el Registro Mercantil. Como, por ejemplo, anuncios de telas para colocarle unos estores.
No mostr¨® Mar¨ªas grandes dotes financieras al hablar de su nueva actividad mercantil. "?Que si voy a vender acciones de mi empresa"?, contest¨® a la pregunta de un periodista. "Yo no s¨¦ qu¨¦ es eso, no he comprado una acci¨®n en mi vida".
La editorial es ¨¦l y poco m¨¢s, la ayuda que recibe de la distribuidora ?taca. Por eso argumenta que es una editorial "muy independiente". "Debo de ser yo el ¨²nico empleado". Ser¨¢, porque de momento ¨¦l pone los sellos y env¨ªa los sobres por correo.
No ser¨¢ por dinero, porque alg¨²n que otro dispendio se le conoce a este escritor, como esos millones que regal¨® al equipo de f¨²tbol soriano, el Numancia. "No pienso ganar dinero con la editorial, me temo que lo voy a perder".
?l lo hace por afici¨®n. "Los escritores hoy hacemos menos cosas que las que hac¨ªan los de antes. Nos limitamos a publicar y a no hacer ninguna locura, y muchos editores se aburren". Ah¨ª est¨¢ el lema del Reino de Redonda, nombre de su sello editorial: Ride si sapis (R¨ªe si sabes).
A partir de ahora, cualquiera que pretenda publicar a los autores de ese reino fantasmag¨®rico deber¨¢ pedir los derechos de autor a Mar¨ªas, que ¨¦ste ceder¨¢ "encantado".
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