Otro cl¨¢sico sin personalidad
La Compa?¨ªa Nacional de Teatro Cl¨¢sico no acaba de atinar en el intento de dar profundidad a unos cl¨¢sicos del Siglo de Oro que la mayor¨ªa de las veces no pasan, cuando son comedias, de ser puros juguetes esc¨¦nicos, como es el caso de La dama duende de Calder¨®n de la Barca. Lo que falla no es la delgadez de las obras, enredos donde lo que importa es c¨®mo se articula la trama, el ritmo, el trazo de las intrigas y, sobre todo, los versos, esas declaraciones de amor tan adornadas, tan bien dichas, esos duelos verbales que son como una esgrima floreada. Lo que falla es la aproximaci¨®n al texto, una lectura m¨¢s atenta a darle gusto al p¨²blico actual que a darle densidad de ideas. El resultado son montajes juguetones, decorativos, pero irrelevantes. Y, sobre todo, sin personalidad.Jos¨¦ Luis Alonso de Santos se suma a esta forma de entender los cl¨¢sicos que la Compa?¨ªa Nacional de Teatro Cl¨¢sico ha instaurado desde su fundaci¨®n. No es que sea un mal montaje. Pasa ligero como un trago de agua, pero ah¨ª queda todo. El director no aporta una mirada original, ni crea belleza esc¨¦nica, ni construye personajes s¨®lidos, ni nos desvela el trasfondo de la La dama duende.
La dama duende
De Calder¨®n de la Barca. Versi¨®n y direcci¨®n: Jos¨¦ Luis Alonso de Santos. Int¨¦rpretes: Enrique Sim¨®n, Alfonso Lara, Lola Baldrich, Cecilia Solaguren, Antonio Castro, Pablo Rivero, Laura Dom¨ªnguez, Gonzalo Gonzalo, Sonia S¨¢nchez, Lola Acosta, Cristina Morella, Carmen Mar¨ªa Tejedera. Teatro Principal. Barcelona, 7 de julio.
Narra la obra una historia de amores. Una mujer celosamente guardada por sus hermanos halla la manera de penetrar, a trav¨¦s de un paso oculto tras de una alacena, en la estancia de un hu¨¦sped de la casa, joven apuesto al que s¨®lo ha visto brevemente en la calle. Con la ayuda de la criada, trama diabluras que el hu¨¦sped y su criado acaban tomando por cosas de duendes. El enredo acaba como ha de acabar, en bodas. Lo interesante es c¨®mo Calder¨®n teje y desteje esos amores principales, y otros secundarios, con mano maestra.
Los actores est¨¢n bien. Lola Baldrich, la dama duende; Enrique Sim¨®n, el joven; Alfonso Lara, el criado, se llevan la funci¨®n. Pero es seguro que esos mismos actores, con una propuesta m¨¢s elaborada hubiesen podido dar mucho m¨¢s de s¨ª. Lo dicho, pasa bien, pero uno se olvida de ellos y de la obra en el momento mismo de salir a la calle. Y as¨ª no hay manera de crear poso, que ¨¦sa es la funci¨®n de los cl¨¢sicos.
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