Un manifiesto del PP
La uni¨®n interparlamentaria del PP -que re¨²ne a los portavoces del partido del Gobierno en las distintas c¨¢maras y parlamentos- se ha reunido en San Mill¨¢n de la Cogolla para aprobar una declaraci¨®n sobre la ense?anza de las humanidades. Los gobernantes espa?oles tambi¨¦n se apuntan a la cultura de los abajo firmantes. ?Para qu¨¦?Decir que "la libertad, la equidad, la flexibilidad y la corresponsabilidad" deben ser las l¨ªneas maestras del sistema educativo equivale a no decir nada. En los tiempos que corren, todo lo que relacione individuo, flexibilidad y libertad suena bien. Y vale igual para hablar de educaci¨®n, de desarrollo econ¨®mico o de pol¨ªticas de seguridad. Debe de haber miles de documentos por estos mundos que proclaman estos valores u otros parecidos, independientemente de que la realidad cotidiana los contradiga por completo.
Afirmar "la decisiva importancia de las humanidades" para la "formaci¨®n integral de los ciudadanos" parece una obviedad. S¨®lo es noticia la necesidad de enfatizar algo tan evidente. Pero un Gobierno cuyo presidente se cartea habitualmente con Pere Gimferrer no puede ser novato en materia de humanidades. Quiz¨¢ por eso ha sentido necesidad de transmitir la buena nueva al pueblo.
Proclamar que es necesario "asegurar a los alumnos el dominio oral y escrito de la lengua castellana y, en su caso, de la lengua oficial propia de la comunidad aut¨®noma" equivale a constatar el estado catastr¨®fico de nuestra ense?anza. Si las escuelas no ense?an los idiomas del pa¨ªs, ?qu¨¦ van a ense?ar? Sorprende que despu¨¦s de cuatro a?os de gobierno el Partido Popular haya llegado a tan rotunda conclusi¨®n. Ante tan dram¨¢tica situaci¨®n, hacer un manifiesto es m¨¢s propio de un grupo de venerables y angustiados escritores que de un Gobierno que lo que tendr¨ªa que estar haciendo es resolver tama?o desastre con hechos y sin dilaci¨®n.
Esta sarta de buenas intenciones y enunciados dif¨ªcilmente discutibles a este nivel de generalidad no justifican tanto boato: un lugar simb¨®lico, debidamente escogido, San Mart¨ªn de la Cogolla; una reuni¨®n que simboliza, a trav¨¦s de los responsables del PP en las distintas comunidades aut¨®nomas, una cierta idea de Espa?a una y varia. Es dif¨ªcil encontrar en el texto alguna frase que justifique las posibles intenciones pol¨ªticas. A lo sumo, "la firme voluntad de mantener la vertebraci¨®n de nuestro sistema educativo" o el empe?o en "el estudio de la historia con respeto a los hechos hist¨®ricos y con la necesaria dimensi¨®n cronol¨®gica, que ha de incluir el estudio del pasado com¨²n de Espa?a", que, pese a tan alambicada formulaci¨®n, es el mensaje que cae de lleno en el debate sobre el estudio de la historia, en particular, y de las humanidades, en general. Dicen que la ministra Pilar del Castillo ha controlado la redacci¨®n del manifiesto hasta el ¨²ltimo detalle. Habr¨¢ sido para descafeinarlo, porque es dif¨ªcil encontrar una frase que por s¨ª misma pueda ser objeto de pol¨¦mica. Con lo cual el resultado es que el documento no dice nada. Y que lo ¨²nico pol¨¦mico es el hecho en s¨ª.
El Gobierno del PP est¨¢ metido en una campa?a por la unificaci¨®n b¨¢sica de la ense?anza en Espa?a. Con la seguridad que da la mayor¨ªa absoluta, repite que est¨¢ abierto a toda v¨ªa de discusi¨®n que pueda conducir al consenso. Y sin embargo, antes de entrar en cualquier di¨¢logo firme se presenta en escena con un manifiesto, con el encargo expreso a sus jefes auton¨®micos de hacer aprobar documentos parecidos en los distintos parlamentos. Con este gesto, el PP deja claramente sentada su idea del consenso: el que se incorpore ser¨¢ bien recibido y el que discrepe que no pierda el tiempo. El propio Aznar dio la respuesta a todo aquel que crea que hay un di¨¢logo posible: ?no se ha enterado usted de que desde el 12-M el PP tiene mayor¨ªa absoluta?
La oposici¨®n y los aliados nacionalistas del PP han cometido la ligereza de posicionarse antes de conocer el manifiesto. Sin embargo, en algo ten¨ªan raz¨®n: el manifiesto no merec¨ªa posicionamiento porque no dice casi nada. Lo ¨²nico relevante es el acto en s¨ª, sus pompas y sus circunstancias. La pretensi¨®n de que el marco de lo que es culturalmente Espa?a lo define y establece el partido del Gobierno a trav¨¦s de un manifiesto. Nacionalismo contra nacionalismo: con este tipo de comportamiento o apropiaci¨®n, el PP no ha hecho otra cosa que lo que critica sistem¨¢ticamente a los nacionalistas perif¨¦ricos, presentarse ¨¦l -una parte de la representaci¨®n pol¨ªtica espa?ola- como el todo.
En realidad, este repentino inter¨¦s por el debate sobre las humanidades tiene mucho que ver con las formas posmodernas de pol¨ªtica que se llevan ahora. Para contrarrestar la falta de autonom¨ªa que los poderes estatales tienen para definir las pol¨ªticas estructurales -econ¨®micas y sociales- se apela a lo simb¨®lico. Que los menguados poderes de autogobierno de las nacionalidades hist¨®ricas utilicen estos recursos tiene excusa: a falta de poder real, por lo menos mantener viva la llama de lo sagrado. Pero que los gobernantes del poder estatal se sumen a la pr¨¢ctica de las declaraciones solemnes como un gobernante auton¨®mico cualquiera es revelador de su propia fragilidad. Son curiosos estos tiempos en que los gobernantes espa?oles se comportan como si fueran catalanes.
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