'Encierring'
"?Que subid¨®n!". Suena el segundo cohete desde la plaza de toros; se?al de que todos los toros est¨¢n ya dentro de toriles. Sobre el pavimento de la calle Estafeta, los comentarios nerviosos cumplen con el rito de aumentar las dimensiones de la haza?a reci¨¦n concluida. El que pesc¨® una sardina, da cuenta de un tibur¨®n; el que consigui¨® un hueco delante de las afiladas astas, reclama su derecho a que le compongan un pasodoble. Luego est¨¢n los de Denver, colorados como cangrejos escaldados. ?stos, lejos de perderse en detalles, gustan de los comentarios contundentes y a gritos: "?Adrenalina pura!". Espa?a es ruidosa y ellos est¨¢n en proceso de inmersi¨®n ling¨¹¨ªstico-et¨ªlica. Es decir, acaban de sufrir un subid¨®n de aqu¨ª te espero.Son cosas del encierro. Diariamente, esta madrugadora disciplina que consiste en templar el trote de una manada de bravos con el cuerpo como capote se convierte en desayuno para almas ¨¢vidas de sensaciones extremas. Donde las gu¨ªas del perfecto aventurero (de Colorado) dicen puenting, rafting o cualquier otra modalidad en gerundio de cuelguing, Pamplona en fiestas ofrece encierring.
"No s¨®lo es eso. Lo que da vida a esto es el toro, la fiesta... No se trata del riesgo por el riesgo", rectifica Modesto, un experimentado corredor que a los 59 a?os todav¨ªa acude sol¨ªcito, a?o tras a?o, a su cita con los sanfermines y, m¨¢s en concreto, con el encierro. Para este veterano, no se trata de consumir adrenalina. Naci¨® en un balc¨®n que da directamente al suelo horadado por las pezu?as de los toros. Con el tiempo, el trabajo le hizo abandonar su Pamplona natal. Cuando sale el toro, ¨¦l vuelve.
Ayer se cumpli¨® el quinto encierro del a?o. A las ocho de la ma?ana, en los corrales de Santo Domingo, esperaban seis toros con el hierro estrellado de Jandilla. A estos astados les persigue fama de veloces. No en balde en su haber figura una de las marcas m¨¢s espectaculares que registra la carrera: 1 minuto y 45 segundos. La lluvia hab¨ªa estado toda la noche empapando el pavimento. En las calles, pocos m¨¢s que los de siempre.
El cohete. La manada arranca y ya desde el primer paso se suceden los patinazos de toros y mozos. Las primeras carreras cuesta arriba camino del Ayuntamiento cumplen con la tradici¨®n: breves fogonazos cosidos a las puntas de unos animales sorprendidos. La curva que conduce a la calle Mercaderes es esta vez una trampa con aspecto de pista de pati-naje. El grupo de morlacos se rompe. Cuando vuelva a ocurrir lo mismo en el c¨¦lebre giro de Estafeta, la suerte del encierro est¨¢ echada: un toro en cabeza, luego un peque?o grupo de tres y los dos ¨²ltimos astados descolgados, sueltos y probones.
Desenvuelto, as¨ª se llama el ¨²ltimo burel, se ofrece guerrero. Exhibe su armamento a quien quiera acercarse durante cerca de cuatro minutos. Ca¨ªdas, amagos, giros en redondo, derrotes al aire y el esforzado trabajo de unos mozos empe?ados en conducir, en dar sentido, al ins-tinto defensivo de un animal acosado. Despacio, con el valor prendido al enga?o de los peri¨®dicos, los mozos terminan por guiar al desaforado Desenvuelto.
En el hospital entraron y salieron tres heridos leves por ca¨ªdas. Dentro quedaban los cinco heridos de d¨ªas anteriores que se recuperan. Sobre el pavimento, terminado todo, unos se atragantaban con su dosis matutina de adrenalina (los del encierring); otros, como Modesto, diger¨ªan la sensaci¨®n de haber vencido un d¨ªa m¨¢s a la naturaleza. El encierro. Es el turno de los toreros.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.