Un Moli¨¨re bien dibujado

Oriol Broggi, joven actor, joven director, representante de una generaci¨®n que est¨¢ empezando a tomar posiciones y ya despliega una notable amplitud de gustos y conocimientos y demuestra, adem¨¢s, una mesurada sabidur¨ªa esc¨¦nica, ha vuelto a Moli¨¨re. Con Jordi Dandi, donde trabajaba todav¨ªa con una mayor¨ªa de actores j¨®venes, Broggi demostr¨® el talento de dibujar una historia sin que le temblara el pulso. Ahora, con Tartuf o l'impostor, ha tenido la oportunidad de trabajar con un equipo de actores experimentados, s¨®lidos, muchos de ellos muy bien conocidos por el p¨²blico. Lo mejor del trabajo de Broggi vuelve a ser la lectura n¨ªtida que hace de la obra y la espl¨¦ndida direcci¨®n de actores. Lo peor es, en este caso, la inadecuada escenograf¨ªa, m¨¢s estorbo que espacio pl¨¢stico, y el inaceptable vestuario. Sin escenograf¨ªa y con traje de calle, la obra mejorar¨ªa.Tartuf o l'impostor tiene su propia historia. Surge de la pluma de Moli¨¨re para encallarse durante a?os contra el muro de una pol¨¦mica donde andan de por medio la Iglesia y el Rey. Hay varios intentos de puesta en escena, varias versiones del texto, y la pieza tarda cinco a?os en abrirse al p¨²blico. Pero lo que hoy nos importa de este personaje, Tartufo, lo que lo ha hecho universal, es el perfecto retrato de la hipocres¨ªa, el personaje que esconde bajo la apariencia de la virtud una acumulaci¨®n de los peores vicios. Lo que muestra Moli¨¨re es c¨®mo Tartufo destruye, como verdadero c¨¢ncer, a una familia que se ha dejado seducir por su beater¨ªa.

Las intenciones de Moli¨¨re quedan fielmente recogidas en el montaje de Broggi, que opta, como ya opt¨® en Jordi Dandi, por descolgarse del gracejo f¨¢cil y dejar que la iron¨ªa, inquietante, surja por s¨ª sola de cada situaci¨®n. Pese al verso, a veces algo forzado, Broggi deja que los actores se tomen su tiempo para que las palabras se empapen de inteligencia, de personalidad, que sus discursos tengan un recorrido interior antes que convertirlos en dardos de un duelo c¨®mico. No hay estridencias, y este Tartuf acaba siendo una comedia reposada, una comedia en absoluto amable y en la que el desenlace de la intriga se espesa en un fondo de angustia. Es obvio que ni para Moli¨¨re ni para Broggi hay posibilidad de un final feliz.

Broggi ha hecho una lectura serena, inteligente, adulta, para la que ha contado con la colaboraci¨®n de actores que han entendido a la perfecci¨®n lo que se les ped¨ªa. Actores como Llu¨ªs Soler (Tartufo), Marissa Josa, Ramon Vila y ?ngels Poch saben dar a sus personajes el punto de lucidez necesaria. Jordi Banacolocha, la v¨ªctima de Tartufo, y la tambi¨¦n enga?ada Montserrat Salvador est¨¢n sujetos a las cuerdas de su propio empecinamiento en considerar al monstruo un santo var¨®n. Los j¨®venes M¨¤rcia Cister¨®, ?scar Mu?oz y Dani Klamburg quedan, ya en la obra, un poco en segundo t¨¦rmino, y tal vez tambi¨¦n sea cierto que en esta ocasi¨®n Broggi se ha ocupado menos de darles consistencia. Pese a todo, un trabajo excelente.