Un plan para el agua
El Gobierno ha dado un paso, aunque no sea definitivo, en el camino de la aprobaci¨®n del Plan Hidrol¨®gico Nacional. Ha dado su visto bueno a un proyecto, flanqueado de un programa de actuaciones y de inversiones por valor de tres billones de pesetas para la gesti¨®n integral de los recursos h¨ªdricos, que puede constituir un punto de partida s¨®lido para su discusi¨®n a partir de septiembre en el Consejo Nacional del Agua. Si este organismo, en el que est¨¢n representados las administraciones p¨²blicas y los sectores directamente relacionados con la gesti¨®n y uso del agua, da su acuerdo al proyecto, es posible que a finales de este a?o o principios del pr¨®ximo pueda iniciarse en el Parlamento el debate de un texto esperado desde hace 15 a?os.El Plan Hidrol¨®gico Nacional es un asunto que el PP tiene pendiente desde 1996 y sobre el que dec¨ªa tener ideas muy claras cuando estaba en la oposici¨®n. Visto lo visto, esas ideas fueron v¨¢lidas para torpedear los proyectos defendidos por los anteriores Gobiernos socialistas, pero no para articular uno propio. ?se fue uno de los principales fracasos de la anterior ministra, Isabel Tocino. La actitud del Gobierno de Aznar se torn¨® prudente y cautelosa en un asunto ciertamente controvertido. En muchos aspectos, los populares han terminado por asumir tesis que combatieron antes de su llegada al poder.
Los travases son en Espa?a el aspecto m¨¢s pol¨¦mico de cualquier proyecto de ordenaci¨®n de los recursos h¨ªdricos. El PP se opuso a ellos cuando otros los propon¨ªan, pero comenz¨® a aceptarlos en documentos como el Libro Blanco del agua, presentado al Senado por Tocino. Por supuesto, siempre que fueran acompa?ados de un sistema de compensaciones a las comunidades aut¨®nomas que cedan sus excedentes. Ahora, en el proyecto conocido el s¨¢bado, los condiciona a la previa soluci¨®n de los problemas internos de cada cuenca: gesti¨®n, regulaci¨®n, medio ambiente. Ning¨²n estudio previo ni anteproyecto anterior de Plan Hidrol¨®gico Nacional contemplaba otra cosa a la hora de articular alternativas de transferencia de agua de zonas excedentarias a las deficitarias.
El Plan Hidrol¨®gico debe afrontar sin tapujos la dimensi¨®n interterritorial del problema. En este punto esencial, el PP mantiene que su objetivo es resolver esa dificultad "en toda Espa?a". Adem¨¢s, ha de ser capaz de abordar el c¨²mulo de retos -desde obras de infraestructura hasta medidas medioambientales- que plantea un uso racional y ecol¨®gico del agua, un bien fundamental y escaso en el conjunto del pa¨ªs. El Gobierno destinar¨¢ el 84% de los tres billones de pesetas previstos a actuaciones directa o indirectamente relacionadas con el medio ambiente, y el 16%, a obras de infraestructura. La proporci¨®n responde tanto a las actuales necesidades de almacenamiento y mejora de la red de conducci¨®n como a las exigencias medioambientales del proceso de tratamiento.
Adem¨¢s de los problemas ecol¨®gicos que gravitan sobre el agua existen otros derivados de los h¨¢bitos de consumo. El ahorro es fundamental en un pa¨ªs parcialmente desertificado, en el que el agua es a la vez m¨¢s escasa y m¨¢s barata que en la mayor¨ªa de los pa¨ªses europeos. Ning¨²n proyecto para racionalizar el uso de los recursos h¨ªdricos puede dejar de lado el ahorro. La espinosa cuesti¨®n del precio del agua -al margen de las facturas actuales, que s¨®lo amortizan el coste de su tratamiento y conducci¨®n- no puede eludirse si se quiere poner coto al despilfarro y crear una imprescindible conciencia de un bien escaso.
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