Retratos de cera
JOSU BILBAO FULLAONDOLas exposiciones fotogr¨¢ficas est¨¢n teniendo buena aceptaci¨®n en el museo Guggenheim de Bilbao Marcha una y llegan dos. Parece como si buscaran una presencia permanente, meta que, una vez alcanzada, dejar¨ªa asentado el buen criterio de sus organizadores sobre los derroteros por los que discurre el arte en el precipicio del siglo XXI. Un territorio donde las disciplinas m¨¢s din¨¢micas son resultado de una combinaci¨®n heterog¨¦nea de sumandos, donde pueden convivir en sus extremos los m¨¢s insospechados sistemas digitales y los aromas a?ejos provenientes de los creadores m¨¢s cl¨¢sicos. De esta manera los modos se multiplican y resulta complicado establecer tipolog¨ªas estil¨ªsticas tan cerradas como anta?o. As¨ª nos encontramos la muestra titulada Sugimoto: retratos, donde se establece como norma una segunda reproducci¨®n de la realidad, es decir fotograf¨ªas de figuras de cera que representan personajes relevantes de la historia de la humanidad.
Despu¨¦s de estudiar econom¨ªa en la Universidad de Tokio, Hiroshi Sugimoto (Tokio, 1948) emigr¨® en 1970 a EE UU. En Los ?ngeles estudio fotograf¨ªa en el Art Center College of Design. De all¨ª se traslad¨® a Nueva York donde arranc¨® su carrera fotogr¨¢fica. Su primer trabajo conocido, Dioramas, lo realiz¨® en el Museo de Historia Natural de esta ciudad. Son fotograf¨ªas de instalaciones con animales salvajes reproducidos al natural ante paisajes pintados. Espacios de ilusi¨®n y simulacro con un extra?o impacto, donde la reedici¨®n de una naturaleza ficticia adquiere una fuerza de insospechado realismo. Ayudado por su c¨¢mara de gran formato (20x25), poco m¨¢s tarde inicia una curiosa serie sobre Teatros. Se trata de captar los interiores de teatros americanos de los a?os 20 y 30 reconvertidos en salas de cine. Situando la pantalla en el centro del objetivo, expone sus placas durante toda el tiempo que dura la proyecci¨®n del film. Con esa iluminaci¨®n recompone con magia incomparable la atmosfera inicial de aquellos anfiteatros. Alternando con estas series, insistiendo en criterios minimalistas y conceptuales, llegaron Paisajes marinos, Sanjusanjendo, Pabell¨®n de treinta y tres tramos o Hitos de la arquitectura. Son ensayos en los que reflexiona sobre el horizonte, el aire, la mar o sencillamente la luz, elementos claramente tel¨²ricos que sirven para interrogarse sobre la raz¨®n y el origen de la visi¨®n.
Ahora, en una linea similar a la de trabajos anteriores, presenta Retratos. Es un encargo hecho expresamente para la galer¨ªa Guggenheim de Berl¨ªn. Los modelos son figuras de cera que representan a Napole¨®n, Catalina de Arag¨®n, el Duque de Wellington, Lenin o Hiro-Hito entre otras celebridades. Merece atenci¨®n especial el grupo de cinco fotograf¨ªas que recojen La ¨²ltima cena. Es paradigma contundente donde emergen las bases estil¨ªsticas a las que recurre habitualmente el autor, un conceptualismo minimalista.
Reproducidos los modelos al tama?o original del cuerpo humano, son capaces de transmitir gestos y rasgos de manera concreta. Interesado en escapar de un car¨¢cter narrativo ha recurrido a caprichosos planos medios (tres cuartos). Sin llegar a alcanzar el dramatismo de unos primeros planos, realza este efecto recurriendo al blanco y negro. Tambi¨¦n ayuda a esta intenci¨®n la iluminaci¨®n lateral (45 grados para obtener el efecto Rembrandt). As¨ª, cuando resbala sobre las superficies de cera realza brillos y contornos, consigue una textura impactante cargada con una sobrecogedora artificiosidad.
El resultado es magnifico. El impacto de los retrato nos lleva inevitablemente a recordar a los grandes retratistas del siglo XIX, pero sobrepasa el concepto cl¨¢sico. Su carga simb¨®lica es muy fuerte. Queda muy lejos el simple concepto de la identidad y se profundiza en la esencia. Quiere llegar a los territorios de lo fant¨¢stico con una navegaci¨®n delicada en un oc¨¦ano de fetiches y fantasmas. Establece un juego complejo entre la ficci¨®n de unas estatuas de cera y la realidad entra?able del propio hacer fotogr¨¢fico.
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