De Mario a Mario.
Mi querido tocayo:Los libr¨®dromos no me disgustan. Al contrario: ?cu¨¢nto encuentro en ellos que no encuentro en las librer¨ªas peque?as! Cientos de libros de arte, de enciclopedias, de libros de fotograf¨ªas, libros ilustrados sobre decenas de temas que ni sab¨ªa existieran. Y otros cientos de obras que no por ser best sellers han de quedar fuera de mi ¨®rbita cultural. Nunca me interes¨¦ en el New Age, en los ovnis, en los novelones hist¨®ricos de escaso valor literario -?pero qu¨¦ parte importante juegan en la cultura de nuestro tiempo!-. Si no fuera por mi visita peri¨®dica a uno de esos libr¨®dromos que tengo cerca de mi casa quiz¨¢s no estar¨ªa en condiciones de escribirte esta carta.
Pero te la quiero escribir, porque tu nostalgia por las peque?as librer¨ªas que se nos est¨¢n yendo es tambi¨¦n la m¨ªa. Y porque tu art¨ªculo Endecha por la peque?a librer¨ªa es conmovedor, fehaciente y equivocado.
Recuerdo, s¨ª, La Joie de Lire y su cruz: los barbudos de izquierdas entraban y no sal¨ªan sin un libro. Pero generalmente no era un libro comprado sino robado. Recordar¨¢s que junto a la caja ten¨ªan una cartelera en la que pinchaban los cheques sin fondos con que, en algunos casos, los miembros de esa vanguardia fing¨ªan pagar lo que robaban. Con el tiempo el d¨¦ficit fue inaguantable y Masp¨¦ro tuvo que cerrar. La Joie de Lire fue el caso de una librer¨ªa cerrada por los parroquianos para los que hab¨ªa sido creada. Quiero decirte que no cerr¨® porque la ley del mercado la hab¨ªa condenado a dejar paso a los libr¨®dromos. Cerr¨® porque la desvalijaron.
No s¨¦ si conoces La Terrasse de Gutenberg, cerca de la Rue d'Aliegre. Que yo sepa, all¨ª nadie roba libros. Pero suponte que el libr¨®dromo m¨¢s cercano vendiera lo mismo a menor precio: evidentemente, La Terrasse deber¨ªa cerrar. La singularidad de La Terrasse es su manera extremadamente savante de ordenar los libros que expone. Se pasa de un libro al siguiente seg¨²n un criterio, y no es ¨®bice que uno sea una novela y el otro un ensayo. El paseo por los libros tiene una l¨®gica esencialmente cultural en la que priman las afinidades electivas. Sin que te hayas dado cuenta, has transitado de la novela balc¨¢nica a una tesis de psicolog¨ªa o una cr¨ªtica de jazz y, una vez completado el peque?o periplo -?treinta metros cuadrados?- llegas a la caja con uno, dos o tres libros a los que te ha llevado la l¨®gica de la librera, una se?ora simp¨¢tica que no hace alarde de nada y que lo que quiere es ganarse la vida vendiendo buenos libros.
La diferencia entre el cierre de La Joie de Lire y el eventual cierre de La Terrasse de Gutenberg -?la boca se me haga a un lado!- es lo que, en mi opini¨®n, mina tu tesis.
Porque t¨² dices, querido tocayo, que mucho temes que la peque?a librer¨ªa independiente no tenga futuro si lo que queremos es la democracia cultural. Y yo te respondo que una cosa es que una librer¨ªa cierre porque nadie pueda vivir haciendo ¨²nicamente la caridad, y otra cosa es que cierre porque alguien decide que no debe existir. En Inglaterra -?c¨®mo no vas a saberlo?-, el descuento salvaje hab¨ªa obligado a cerrar a casi todas las librer¨ªas independientes -varios cientos s¨®lo en Londres-. Y una vez desaparecida esa competencia, los libr¨®dromos aprovecharon la libertad y subieron los precios. Un 18% contra un 8% de inflaci¨®n.
Dice el ministro de Cultura alem¨¢n que la liberaci¨®n de precios en Alemania llevar¨ªa al cierre de un 80% de librer¨ªas independientes.
El Gobierno liberal espa?ol libera el precio de venta de (por ahora) los libros de texto. El librero de barrio perder¨¢, seg¨²n unos, el 40% de su facturaci¨®n y, seg¨²n otros, "s¨®lo" el 17%. ?Pero qu¨¦ porcentaje de beneficios tiene un librero de barrio como para no sucumbir a esta p¨¦rdida? Lo dejo a tu buen entendimiento.
Suponte ahora que en Per¨² aparezca un autor brillante, con una novela que cualquiera en sus cabales juzgue un aporte definitivo a la literatura mundial. Digamos que se llame La ciudad y los perros -no me refiero a tu propia obra, tocayo, sino a la de un nuevo Mario Vargas Llosa de hoy- y que la ¨²nica posibilidad de llegar al p¨²blico sea por el peque?o canal de las peque?as librer¨ªas. Ya sabes que los libr¨®dromos la exhibir¨¢n cuando est¨¦ consagrada, se resistir¨¢n m¨¢s bien a tenerla en stock mientras no tengan un m¨ªnimo de seguridad de que su venta podr¨¢ solventar el coste del metro lineal de g¨®ndola. En un mundo en que la peque?a librer¨ªa sea s¨®lo el recuerdo de un pasado por el que t¨² y yo sintamos nostalgia, La ciudad y los perros terminar¨¢ hecha pulpa. Su editor, un Carlos Barral de los nuevos tiempos, suspirar¨¢, encender¨¢ otro cigarrillo y se tragar¨¢ la desesperaci¨®n ante un p¨²blico interesado no m¨¢s que por los best sellers. Y se dir¨¢: "?C¨®mo saben que La ciudad y los perros no ser¨¢ un best seller?
En cuanto a eso de liberar el precio del editor, ?acaso no est¨¢ liberado? ?No escoge el editor los colaboradores y proveedores que, compatiblemente con sus criterios de calidad, le cuesten menos? ?Y acaso no fija el editor el precio m¨ªnimo de un libro compatiblemente con el hecho de estar a cargo de un negocio y no de una fundaci¨®n de beneficencia? ?A qu¨¦ llamas "libertad de precios de edici¨®n", cuando el precio del editor es aquel precio por el que logra recuperar la inversi¨®n con la venta de entre la mitad y dos tercios de la edici¨®n, dejando su beneficio, en caso de agotarla, en algo parecido a lo que son los derechos que por esa venta cobra el autor?
No, tocayo, no se trata de subvencionar nada. Se trata de entender bien eso de la igualdad de oportunidades, y de comprender que tratar por igual al pez grande y al pez chico es condenar a muerte al pez chico.
El hombre, como una librer¨ªa, es mortal, pero no por eso hay que matarlo.
Un gran abrazo de Mario a Mario.
Mario Muchnik es editor.
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