Lusofon¨ªa

Sabor agridulce

Sorprendi¨® Madredeus. Se supon¨ªa que los portugueses iban a dar un repaso a su obra con el pretexto de Antolog¨ªa, el disco reci¨¦n publicado, y se trajeron muchas canciones in¨¦ditas. Y un milagro: hab¨ªan pasado bastantes minutos de las doce y a los responsables municipales se les olvid¨® por una vez encender las luces y cortar el sonido -igual que en el cuento de Cenicienta, y por orden del municipio, a medianoche el Conde Duque se transforma en calabaza-.Debieron de quedarse prendados de la magia de Madredeus que, con su m¨²sica y una amplificaci¨®n discreta, cre¨® un ambiente de recogimiento, un silencio casi palpable y desconocido en el patio. Puesta en escena sobria y elegante, como de costumbre, para un concepto musical que sigue siendo brillante tras m¨¢s de una d¨¦cada de viajes por medio mundo, desde que ensayaban de madrugada en la iglesia del antiguo convento lisboeta de Xabregas.

Un gusto exquisito para una de las propuestas m¨¢s originales de la m¨²sica popular europea. Centr¨¢ndose en tres guitarras, cada vez son m¨¢s minimalistas e introspectivos.

Para muestra, una de las nuevas canciones, hermos¨ªsima, a partir de una misma c¨¦lula que se repite durante minutos con m¨ªnimas variaciones. No acaba de quedar claro que los teclados mejoren al acorde¨®n y al chelo de los primeros a?os, pero Teresa Salgueiro canta mejor que nunca. Y eso es mucho decir.

La noche anterior, Daniela Mercury hizo que se moviera parte del grader¨ªo met¨¢lico. En realidad, el peligroso logro habr¨ªa que atribu¨ªrselo a los cientos de espectadores que bailaban y saltaban unos cuantos metros sobre el vac¨ªo.

Fue tal el tembleque de la estructura tubular, que la megafon¨ªa interrumpi¨® el fogoso concierto de la brasile?a para pedir calma al p¨²blico. La cantante reina en el enloquecido carnaval de Salvador y dulcifica el poderoso samba-reggae, original aportaci¨®n de los bahianos a la m¨²sica.

Una propuesta de f¨¢cil consumo, con m¨¢s valor del que pudiera parecer a primera vista, que nunca ha calado por aqu¨ª, pese a los esfuerzos de su discogr¨¢fica. Daniela Mercury, que presentaba su ¨²ltimo compacto, Sol da liberdade, sabe cantar -lo demostr¨® sin ir m¨¢s lejos en Sou voc¨º', que Caetano Veloso compuso para la banda sonora de Orfeu-, baila muy bien y enciende la mecha en canciones como Rapunzel, de Carlinhos Brown.

Las sesiones dobles en el Conde Duque dejan un sabor agridulce. Y ¨¦sta no iba a ser la excepci¨®n. Mucha gente estaba entrando todav¨ªa en el recinto cuando empez¨® su actuaci¨®n Lenine. "Bienvenidos Na press?o", dijo el artista pernambucano. Y arranc¨® como quien sale de una olla a presi¨®n. Con un tr¨ªo contundente (guitarra, bajo y bater¨ªa) y los vinilos que frota sobre los platos el DJ Neck, un chico de los suburbios de S?o Paulo.Para Jacksoul brasileiro cogi¨® una guitarra el¨¦ctrica consistente en un m¨¢stil rodeado por un tubo negro que dibuja la silueta del instrumento. Este depredador musical capta toda la informaci¨®n del mundo moderno y atesora el conocimiento de unas ra¨ªces ub¨¦rrimas. Lenine, antiguo estudiante de qu¨ªmica que mezcla rock y maracat¨², se mueve con libertad por los diferentes c¨®digos musicales para colocarse en la vanguardia.