El Plan Hidrol¨®gico Nacional
El Consejo de Ministros del pasado viernes dio su visto bueno a un nuevo Plan Hidrol¨®gico Nacional (PHN), que peregrina ya en busca de su definitiva aprobaci¨®n. No va a ser f¨¢cil. Los antecedentes invitan al optimismo, pues se cuentan por fracasos todos los intentos, tanto que hasta pudiera hablarse del Dorado Hidrol¨®gico Nacional. Consciente de las dificultades, el ministro nos anuncia que va en serio.Juzgando por lo aparecido en prensa, alterna buenas intenciones con ambig¨¹edades calculadas. Como el Libro Blanco. Y as¨ª, los trasvases se contemplan "para garantizar las demandas no atendidas en cuencas deficitarias que, adem¨¢s, utilicen eficientemente su agua, y una vez hayan sido satisfechas las necesidades internas de las cuencas excedentarias". Discurso f¨¢cil y pol¨ªticamente correcto, pero de compleja concreci¨®n. El c¨®mo y qui¨¦n establece la racionalidad del uso, cu¨¢ndo una cuenca es deficitaria o, si no lo es, hasta d¨®nde llegan sus necesidades, no se concreta. Sin disponer de claros indicadores de eficiencia, productividad y rentabilidad, prevalecer¨¢n como hasta ahora las valoraciones pol¨ªticas. As¨ª es dif¨ªcil justificar objetivamente el imponente cat¨¢logo de obras hidr¨¢ulicas del PHN, que pueden alcanzar los tres billones de pesetas.
Urgen claras reglas de juego que ordenen las necesidades. El ambiguo art¨ªculo 58 de la reci¨¦n maquillada Ley de Aguas no puede ser juez de las muchas "guerras del agua". No habiendo indicadores ni criterios econ¨®micos, ni gesti¨®n de la demanda, el arbitraje es pol¨ªtico cuando no judicial. Y lo que hace d¨¦cadas bastaba, hoy, con la presi¨®n que soporta el agua en cantidad y calidad, resulta insuficiente.
El PHN est¨¢ planteado desde la ¨®ptica tradicional de llevar m¨¢s agua donde se demanda. Y aunque invoca la racionalidad, la falta de datos, tradici¨®n y criterios, deja tal justificaci¨®n en simple discurso. Poco bagaje para un imponente cat¨¢logo de obras de una Administraci¨®n que es experta en tal menester. Con ello se ignora que hoy el agua, adem¨¢s de bien social, lo es tambi¨¦n econ¨®mico. De otra parte, el aumento de la oferta hipotecar¨¢ m¨¢s el futuro. Mejor ser¨ªa templar el consumo. Incluso medidas de ahorro, como la modernizaci¨®n de regad¨ªos, debieran previamente contemplar su productividad.Un PHN debe justificar sus propuestas. Incluso antes de recabar la opini¨®n del Consejo Nacional del Agua sobre el ¨²nico trasvase hoy viable en Espa?a, el del Ebro, se debiera discutir qu¨¦ indicadores lo justifican. Este r¨ªo, que ni nace ni desemboca en Arag¨®n, y que recibe caudales importantes de afluentes de otras comunidades, es cuesti¨®n de estado en esa autonom¨ªa. Sus pol¨ªticos no permiten ni mentar el trasvase hasta que se hayan ejecutado todas las obras de su Pacto del Agua. Las presas y canales que incluye, mayormente destinados a transformar secano en regad¨ªo, deber¨ªan someterse a los mismos arbitrios. Buena parte de estas obras son cuestionadas por los activos ecologistas aragoneses.
Los intereses de las regiones del sudeste que suspiran por el Ebro y su, dicen, 15% del agua sobrante se contraponen a los de Arag¨®n. No siendo f¨¢cil la soluci¨®n pol¨ªtica, s¨®lo un claro y aceptado arbitraje puede resolver el conflicto. Se nos recuerda que este trasvase es reclamado desde hace 70 a?os. ?Desde la Rep¨²blica! Nada nuevo bajo el sol, pues a¨²n le quedan 30 a?os para igualar el plazo requerido por el Senado de Roma para aprobar, en el siglo II a. C,, el Aqua Marcia, el mayor de sus 11 grandes acueductos. Y ello pese a que el agua transportada a lo largo de 100 kil¨®metros, no soportaba, hace m¨¢s de 2.000 a?os, las actuales presiones.
Tampoco la pol¨ªtica h¨ªdrica romana estaba sometida al influjo de factores externos como la nuestra. Y es que Europa acaba de aprobar, tras tres a?os de debate, una nueva Directiva del agua. Articulada en cinco l¨ªneas, dos de ellas apenas son atendidas por el PHN. La primera, la necesidad de una pol¨ªtica de costes reales que acerque el recurso agua a su nueva condici¨®n de bien econ¨®mico. La segunda, el fomento de la participaci¨®n ciudadana, que pretende trasladar la responsabilidad de la gesti¨®n a todos, y no s¨®lo a los grandes usuarios.
Nada invita a pensar que este PHN apueste por un uso m¨¢s eficiente del agua. Y es que el discurso no comporta riesgos, los hechos s¨ª. Un pol¨ªtico jam¨¢s tomar¨¢ decisiones contra la opini¨®n de la mayor¨ªa y, adem¨¢s, piensa que si algo funciona, mejor no lo toques. Son sus primeros mandamientos. Con todo, el primero se remedia explicando a los ciudadanos la necesidad de nuevas pol¨ªticas, sin duda impopulares, pero ¨²nicas sostenibles. Anta?o innecesarias, hoy son la respuesta a la presi¨®n que la sociedad de consumo ejerce sobre el agua. Por contra, el segundo mandamiento no admite receta: exige valorar el riesgo de que una inoportuna sequ¨ªa perturbe el fr¨¢gil equilibrio.
Toda reforma conlleva riesgo pol¨ªtico e impopularidad a corto plazo. Empero es ah¨ª, en el vencimiento del riesgo, donde aparece el estadista, el l¨ªder que dirige a la sociedad a un futuro mejor. La necesidad de cambio es tal que hasta Phil Burgui (responsable de investigaci¨®n del Bureau of Reclamation, instituci¨®n promotora de la mayor¨ªa de las presas en los EE UU) lo reconoce. Atr¨¢s qued¨® la ¨¦poca del Water Development, de la construcci¨®n de grandes obras. Es tiempo del Water Management, del control y buen uso, afirma Burgui. Espa?a precisa de nuevas obras, pero deben ser alumbradas con criterios racionales y econ¨®micos. Despu¨¦s hay que controlar los usos. ?sa es la gesti¨®n integral del agua que los nuevos tiempos demandan. Espa?a jam¨¢s erradicar¨¢ sus peri¨®dicas sequ¨ªas hidrol¨®gicas, pero puede y debe acabar con su permanente sequ¨ªa de gesti¨®n. Tambi¨¦n ah¨ª debiera mirar el PHN.
La sequ¨ªa que soporta el Levante, la madurez de la sociedad, la nueva Directiva y la clara y laudable voluntad del Gobierno, propician un buen clima para abordar tan trascendental tema. Una pol¨ªtica del agua adecuada a un pa¨ªs cuyo crecimiento econ¨®mico se localiza, en buena medida, en sus regiones semi¨¢ridas. El PHN, juzgado a la luz de lo publicado, no ataca la ra¨ªz del problema. Sigue con la inercia de la historia. S¨®lo en lo f¨¢cil, en lo econ¨®mico, parece ambicioso. O quiz¨¢s a¨²n estemos en los primeros escarceos A la postre, se ha utilizado el t¨¦rmino anteproyecto, y puede que a¨²n espere como en Can¨¢, el mejor vino, un mejor proyecto. ?Cu¨¢nto me gustar¨ªa!
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.