?Que cante Julio!
Arrastrado el tercer toro, y ya con Espa?a clasificada para la final de la Copa Davis, accedi¨® a una barrera del uno Julio Iglesias. La popular, ¨¢vida de los colores rosa, reconoci¨® y aplaudi¨® a rabiar al afamado int¨¦rprete y le solicit¨® que cantara. Julio sonri¨®, pero no cant¨®.El que cant¨®, y c¨®mo, fue el saldo de Alcurruc¨¦n. Ya se sabe que entre los saldos siempre hay una ganga, que fue el primer toro de la tarde. A pesar de su falta de presencia y fuerzas result¨® ser un bomb¨®n de esos de carril, que m¨¢s que nobles son d¨®ciles, y que cuando se apagan dan ganas de meterles 20 duros para que duren un poco m¨¢s. Este bomb¨®n, que precisa de templanza, hondura y duende para lucirle, no las tiene Caballero. Tendr¨¢ otras, pero ¨¦stas no. As¨ª que dio un recital de pases sin ton ni son. Mat¨® mal. La gente aplaudi¨® al toro y al torero para no hacerle de menos. En cambio a su segundo, un manso sin exagerar, lo sob¨® porfi¨®n por ambos pitones, para construir una faena de menos a m¨¢s que tuvo en las ¨²ltimas cuatro series, dos por cada mano, la vibraci¨®n necesaria.
Alcurruc¨¦n / Caballero, Rivera, Morante
Toros de Alcurruc¨¦n, flojos y sin presencia alguna. 1? nobil¨ªsimo. El resto, mansos a distinta escala. Manuel Caballero: dos pinchazos y estocada tendida trasera (ovaci¨®n y saludos); estocada (oreja). Rivera Ord¨®?ez: tres pinchazos y bajonazo (pitos); bajonazo trasero escandaloso (pitos). Morante de la Puebla: bajonazo (silencio); media estocada (silencio). Plaza de Santander, 22 de julio. 1? corrida de feria. Casi lleno.
Mat¨® bien y se le concedi¨® una oreja merecida y de conformidad de los aficionados. El presidente aguant¨® estoicamente una bronca por no conceder la segunda. El jaleo dur¨® lo suyo. Las mulillas de arrastre tardaron un mundo en salir. Seguro que los mulilleros estar¨ªan en alguna reivindicaci¨®n salarial, porque si no, no tiene explicaci¨®n.
A Rivera Ord¨®?ez le toc¨® un manso de esos que van a arreones. Cuando esto pasa, las cuadrillas empiezan a correr, los banderilleros por delante y el matador por detr¨¢s, como si quisieran conseguir la m¨ªnima para ir a Sidney. Para colmo, en el trasteo le roz¨® el animal la taleguilla a Rivera y ah¨ª se acab¨® todo. En su segundo, un toro dulz¨®n, Rivera dio un sainete de lo que es torear despegado, tanto que parec¨ªa que lo estaba haciendo por Internet, por lo de la distancia.
Morante de la Puebla no pasa por su mejor momento. En su primero entendi¨® perfectamente que el pit¨®n bueno era el izquierdo. Con la muleta en la mano, empez¨® por naturales, no encontrando en ning¨²n momento ni el sitio ni la distancia. Termin¨® aburriendo. En el sexto, el toro m¨¢s soso del encierro, lo intent¨®, tambi¨¦n al natural, pero las cosas no le rodaron, cort¨® la faena y acab¨® con media estocada en buen sitio.
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