El triunfo de la sensibilidad est¨¢tica

En su segunda jornada, el m¨¢s veterano de nuestros festivales de jazz ya toc¨® el cielo con un reconfortante llenazo en la plaza de la Trinidad, el ¨¦xito apote¨®sico de Diana Krall, un par de extraordinarios conciertos aderezando el plato principal y diversas actuaciones gratuitas completado la suculenta oferta.En la Trinidad, Diana Krall, con un acompa?amiento m¨¢s pobre que en visitas anteriores, volvi¨® dejar claro que, si Clint Eastwood se fij¨® en ella para lanzarla desde su ¨²ltima pel¨ªcula, no fue por pura casualidad. Sus est¨¢ndares volvieron a hacer mella en el p¨²blico, y su mirada perdida en el infinito volvi¨® a ejercer su poder de seducci¨®n total. San Sebasti¨¢n -no pod¨ªa ser diferente al resto del mundo- se rindi¨® ante Diana Krall. Un derroche de sensibilidad.

Precediendo a la cantante y pianista canadiense en la misma plaza de la Trinidad, se hab¨ªa programado a una de las orquestas europeas con m¨¢s solera en la investigaci¨®n jazz¨ªstica, la Vienna Art Orchestra (o simplemente VAO). Centr¨® toda su propuesta, un programa apto para todos los p¨²blicos, en la revisi¨®n de temas de Duke Ellington con una perspectiva algo gamberra, pero sin salirse nunca de la ortodoxia; es decir, nada que ver con la VAO de anta?o. El p¨²blico donostiarra disfrut¨® de lo lindo, aunque varios seguidores del grupo centroeuropeo (tampoco hab¨ªa muchos) salieron del concierto algo desconcertados.

Por la tarde, dos pianistas cercanos pero muy distintos, John Hicks y Kenny Barron, midieron sus fuerzas en la sala de c¨¢mara del Kursaal. No fue ni un enfrentamiento directo ni una obra minuciosamente acabada, m¨¢s bien un di¨¢logo entre colegas plagado de retazos del mejor jazz.

Ya de madrugada, el jazz sigui¨® inundando la ciudad de San Sebasti¨¢n; por una parte, en las terrazas del Kursaal continuaron programando gratuitamente m¨²sica hasta la madrugada, y, por la otra, el pianista y director Uri Caine inici¨® en solitario su tanda de seis conciertos distintos.