El hombre nuevo
Fue seg¨²n Salustio el timbre de honor de Mario, en la Roma republicana, cuando en principio constitu¨ªa un signo de inferioridad. A diferencia de sus adversarios patricios, Mario se enorgullec¨ªa de ser un homo novus, un hombre nuevo, y lo expresaba diciendo que ¨¦l no ten¨ªa retratos, aludiendo a los bustos de los antepasados que de acuerdo con el jus imaginum, el derecho privativo a la imagen, s¨®lo los patricios pod¨ªan exhibir en el atrio de sus moradas.Tal vez ¨¦ste haya sido el rasgo m¨¢s destacado, y tambi¨¦n uno de los factores de la victoria alcanzada por Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero en el 35? Congreso del PSOE. A pesar de contar con m¨¢s de 20 a?os de militancia socialista, y con una ya larga presencia en ¨®rganos de direcci¨®n y en la representaci¨®n parlamentaria del partido, Rodr¨ªguez Zapatero aparec¨ªa como alguien perfectamente desligado de quienes llevaron al PSOE a su crisis actual. En cambio, sus tres contrincantes pertenec¨ªan de pleno derecho a ese pasado, por una u otra raz¨®n pod¨ªan ser vistos como responsables, c¨®mplices o fiscales de una situaci¨®n que la mayor¨ªa de los socialistas, entre ellos los delegados del congreso, deseaba dejar atr¨¢s. Los retratos que en otras ocasiones avalan a un candidato, ahora serv¨ªan de carga. Matilde Fern¨¢ndez llevaba a las espaldas el cad¨¢ver pol¨ªtico de Alfonso Guerra, Bono su condici¨®n de bar¨®n regional en la era Gonz¨¢lez, Rosa D¨ªez era una perdedora de primarias. Los tres estaban entonces obligados al penoso deber de situarse respecto de ese pasado que tanto gravit¨® sobre la conciencia del partido. Por su propia biograf¨ªa pol¨ªtica, Rodr¨ªguez Zapatero era "el hombre nuevo", personificaba a diferencia de los dem¨¢s candidatos la posibilidad de un borr¨®n y cuenta nueva, de un segundo Suresnes como acaba de apuntar Chaves, que hiciese salir al PSOE del marasmo actual.
Supo jugar magistralmente esta baza en una perfecta operaci¨®n de marketing pol¨ªtico, con la complicidad, todo hay que decirlo, de sus tres rivales, que cada vez que abr¨ªan la boca pon¨ªan de relieve sus limitaciones para aspirar al cargo. Rosa D¨ªez, porque giraba en el vac¨ªo sobre s¨ª misma; Matilde Fern¨¢ndez, porque, nadando como ella contracorriente, hab¨ªa que precisar m¨¢s qu¨¦ era ser socialdem¨®crata, y Bono, porque decir que iba a vencer al PP ya que le hab¨ªa vencido cinco veces en Castilla-La Mancha era poca cosa. En la vertiente opuesta, el mensaje de Rodr¨ªguez Zapatero parec¨ªa dise?ado por un equipo de tecn¨®cratas que ofrece un producto al mercado intentando maximizar las reacciones favorables y llevar hasta casi cero los rechazos. El art¨ªculo publicado el mi¨¦rcoles en este diario, El sentido del cambio, fue un ejemplo inmejorable de ello: ofrec¨ªa un conjunto de generalizaciones que pod¨ªan ser sacadas de un manual de sociolog¨ªa pol¨ªtica sobre el ¨®ptimo t¨¦cnico del funcionamiento de un partido en una democracia y el contenido se reduc¨ªa a una declaraci¨®n de intenciones cuya orientaci¨®n todo el mundo puede compartir. Claro que es estupendo "seguir avanzando en un proyecto federal para Espa?a" (?), basado en la "solidaridad interregional" y con la meta de un "Estado plural". Que eso sea realista no hace al caso, pero hab¨ªa que ganar el voto catal¨¢n. Lo mismo cabe decir del genial gui?o hacia las luces que emanaban de Felipe Gonz¨¢lez, atendiendo al culto de tantos socialistas hacia su l¨ªder carism¨¢tico, sin comprometerse con ¨¦ste. Y del regate final a los guerristas, al obtener sus votos, que necesitaba para vencer y evitando la soga al cuello de Rodr¨ªguez Ibarra como vicesecretario. Result¨® evidente de todos sus pasos que Rodr¨ªguez Zapatero es un hombre inteligente y h¨¢bil, con un conocimiento claro de las reglas para el acceso al poder en una circunstancia adversa.
Otra cosa es saber si el cambio tranquilo se quedar¨¢ en el estupendo relevo generacional materializado en la nueva ejecutiva, con una deriva tecnocr¨¢tica que mantenga la estrategia de marketing usada para obtener la secretar¨ªa general, esto es, si estamos ante una renovaci¨®n conservadora o si la modernizaci¨®n va a situarse dentro de la izquierda. Solchaga es un indicio y nueva v¨ªa suena a Blair. Pero por lo menos hoy nos cabe la duda.
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