Un plan para el c¨¢ncer
Onc¨®logos y enfermos de c¨¢ncer han aunado sus esfuerzos para exigir al Insalud y a la red p¨²blica sanitaria en general la puesta en marcha de un plan nacional contra esta enfermedad que afecta cada a?o a unos 170.000 espa?oles. No es la primera vez que se reclama un plan espec¨ªfico para una dolencia en la que el tiempo es oro y en la que cualquier tardanza -en el diagn¨®stico y en los tratamientos- puede dar al traste con las posibilidades de curaci¨®n.Las listas de espera han desvelado que los retrasos afectan a las pruebas necesarias para diagnosticar el c¨¢ncer y en ocasiones tambi¨¦n a los tratamientos. Las principales asociaciones de onc¨®logos se?alan que en el sistema sanitario espa?ol pueden pasar de dos a cinco meses desde que aparece el primer s¨ªntoma hasta que se inicia el tratamiento. Demasiado tiempo para una enfermedad que no espera y que podr¨ªa tratarse de inmediato si se dispusiera de m¨¢s medios y, sobre todo, si se coordinaran mejor los recursos sanitarios existentes.
En Espa?a mueren de c¨¢ncer cada a?o unas 80.000 personas y se curan o sobreviven a esa enfermedad algo m¨¢s del 50% de quienes la padecen. Hace apenas dos lustros ese porcentaje de sobrevivientes no llegaba al 40%, pero el c¨¢ncer sigue siendo la segunda causa de mortalidad, despu¨¦s de las enfermedades cardiovasculares. Sin duda, la mayor concienciaci¨®n de los espa?oles frente a la amenaza de esta enfermedad ha contribuido de forma sustancial a mantenerla a raya e incluso a ganarle terreno. El conocimiento, y no s¨®lo la esperanza, de que este mal puede vencerse -la leyenda de su incurabilidad ha pasado, afortunadamente, a mejor vida- permite ganar un tiempo precioso para el diagn¨®stico y el tratamiento precoces al facilitar el contacto del ciudadano con el m¨¦dico a la primera manifestaci¨®n sospechosa.
Pero si la educaci¨®n sanitaria de los espa?oles ha mejorado, no parece que el sistema p¨²blico lo haya hecho en la misma medida. Ambos factores son, sin embargo, esenciales para un eficaz tratamiento de la enfermedad. La mayor¨ªa de los enfermos de c¨¢ncer son diagnosticados en urgencias, lo que hace pensar a los especialistas que el enfermo elude la v¨ªa normal de tratamiento ante el temor de acabar incluido en una lista de espera. Es un temor fundado. El retraso debido a la falta de coordinaci¨®n entre la asistancia primaria y secundaria llega, a veces, hasta los 10 meses, seg¨²n denuncian las asociaciones de onc¨®logos. Hechos como ¨¦ste justifican, a su entender, la puesta en marcha de un plan nacional que dise?e una estrategia de mejora del tratamiento del c¨¢ncer en la sanidad p¨²blica espa?ola.
El Insalud ha reconocido la existencia de un problema estructural que dificulta acortar los tiempos de espera (sobre todo, en pruebas y consultas) y ha anunciado que tomar¨¢ medidas a corto y medio plazo. En EE UU y el Reino Unido, el reto de agilizar plazos y de coordinar la medicina primaria y la especializada lo han afrontado mediante la creaci¨®n de su sistema de doble urgencia. Uno que abarca cualquier dolencia y otro m¨¢s especializado para los enfermos de c¨¢ncer o de otras patolog¨ªas que exigen tratamientos m¨¢s espec¨ªficos. Quiz¨¢s por ello los ¨ªndices de supervivencia de los enfermos de c¨¢ncer en estos dos pa¨ªses son superiores a los espa?oles.
Sea por un sistema de doble urgencia o por la creaci¨®n de un plan espec¨ªfico, es evidente que la prevenci¨®n y el tratamiento eficaz del c¨¢ncer dependen, en gran medida, del primer contacto del ciudadano con el sistema sanitario, que es la atenci¨®n primaria, y de la coordinaci¨®n de los sistemas de informaci¨®n y de los distintos servicios implicados en la lucha contra la enfermedad, excesivamente dispersos e infrautilizados en la sanidad p¨²blica.
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