Al raso y con lo puesto tras las llamas
Maldici¨®n anual
Mar¨ªa Marcelino Jord¨¢n, portuguesa de 48 a?os, barr¨ªa la cocina de su chabola con una escoba ya desilachada. "Soy pobre pero limpia". De repente su olfato capt¨® un olor extra?o. Gir¨® la cabeza y vi¨® que del pasillo entraba humo a la cocina. Alarmada, dej¨® de barrer y, a¨²n con la escoba en la mano, se asom¨® al peque?o pasillo de su infravivienda, en el poblado de Pitis. De la puerta de su dormitorio sal¨ªa una violenta llamarada. Arroj¨® la escoba y se dirigi¨® al otro dormitorio de la chabola, en el que dorm¨ªan cuatro de sus cinco hijos -la mayor est¨¢ casada y se ha independizado, viv¨ªa en una chabola vecina que tambi¨¦n qued¨® arrasada por las llamas-. "?Arriba arriba, que la casa se quema!", les grit¨®.Los churumbeles salieron corriendo. Con lo puesto. A Jonathan, el m¨¢s peque?o, de siete a?os, lo arranc¨® de las s¨¢banas su madre. Y, a¨²n a media ma?ana de ayer, no acababa de recuperarse del susto. Estaba sentado sobre el ¨²nico juguete que se hab¨ªa salvado de las llamas: un cochecito destartalado y sin ruedas. Delante de ¨¦l, a apenas metro y medio, ten¨ªa dos bombonas de butano ennegrecidas, que hab¨ªan sido apartadas del fuego por los bomberos.
Sus peque?os pies parec¨ªan fr¨¢giles al pisar entre los escombros, en la suciedad que hay desperdigada por el asentamiento. "Se me han quemado los zapatos en la casa", dec¨ªa con un gesto de tristeza en la cara. "Y los juguetes". "Ten¨ªa dos balones de baloncesto, estaban pinchados pero por lo menos jug¨¢bamos con ellos", le apuntaba un primo suyo, mayor y m¨¢s avispado. Es la situaci¨®n en la que qued¨® una de las siete familias que perdi¨® su chabola en un incendio que devast¨®, a las 10.37 de ayer, ocho infraviviendas en el poblado de Pitis y dej¨® en la calle a unas 40 personas, todas inmigrantes portugueses. El asentamiento, que antes del incendio ten¨ªa 159 infraviviendas, est¨¢ situado en el noroeste de Madrid, junto a las v¨ªas del tren y pr¨®ximo a la autov¨ªa de circunvalaci¨®n M-40.
Parece como si hubiera una maldici¨®n anual sobre este poblado de Pitis: casi todos los veranos, por estas mismas fechas, se produce un incendio. El siete de julio del a?o pasado, otras ocho familias perdieron sus infraviviendas en otro fuego en este mismo asentamiento.El incendio se registr¨® en el coraz¨®n del poblado. Un camino de tierra que separaba dos hileras de chabolas hizo de cortafuegos y evit¨® que las llamas se propagaran. "Menos mal que el viento no ha cambiado", coment¨® aliviado un bombero del Ayuntamiento madrile?o, en plena faena de extinci¨®n. Las llamas alcanzaron una altura de 15 metros.
El padre del peque?o Jonathan y esposo de Mar¨ªa Marcelino Jord¨¢n, Carlos Alberto, de 44 a?os, no estaba en casa cuando se desat¨® el fuego. "Me levant¨¦ temprano para ir con la furgoneta a recoger cart¨®n", aclaraba ayer. Al llegar se encontr¨® con su chabolo en ruinas, "el que ten¨ªa en la puerta pintado el n¨²mero 22".
Carlos Alberto vive desde hace siete a?os en Pitis. No ha conocido otra casa en Madrid m¨¢s que la que ayer se le quem¨®. A¨²n as¨ª sac¨® algo positivo del desastre: "Se me ha quemado la chabola pero ninguno de mis hijos ni mi mujer se han quemado". "Aqu¨ª no pasa nada, levantamos la chabola otra vez", afirm¨® ufano el padre de la familia.
Pero tanto como nada... A Carlos Alberto se le quem¨® el dinero que hab¨ªa logrado ahorrar con la venta de cart¨®n, "unas 50.000 pesetas", el pasaporte, el permiso de residencia -que asegur¨® ten¨ªa en regla-, los papeles de su veh¨ªculo y la documentaci¨®n de todos sus peque?os.
Las ocho familias, compuestas por unas 30 personas, no han solicitado su realojamiento a los servicios sociales del Ayuntamiento, que les ofrecieron asistencia ayer mientras las chabolas a¨²n estaban humeantes. "No han admitido la posibilidad de realojamiento porque van a ir a vivir temporalmente a las casas de sus familiares, hasta que se construyan de nuevo las chabolas", explic¨® ayer un portavoz de la polic¨ªa municipal. Los bomberos lograron controlar el fuego en hora y media.
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