Las discogr¨¢ficas logran que una juez cierre Napster, un servidor de m¨²sica en Internet
Una orden en EE UU considera pirater¨ªa volcar gratuitamente grabaciones en un ordenador
La industria discogr¨¢fica de Estados Unidos ha ganado el primer asalto de la batalla entre derechos de autor en Internet al conseguir el pasado mi¨¦rcoles que una juez federal de San Francisco ordenara el cierre temporal de Napster (la popular p¨¢gina web que permite descargar gratuitamente en un ordenador archivos musicales) bajo la acusaci¨®n de pirater¨ªa. El caso es el primer intento legal por tratar de imponer las viejas normativas sobre propiedad intelectual a las nuevas tecnolog¨ªas, que han cambiado radicalmente la forma de escuchar y distribuir m¨²sica.
La lucha promete ser larga; aunque Napster desaparezca, otras p¨¢ginas de Internet ya est¨¢n tomando su relevo. La juez Marilyn Pattel dictamin¨® el embargo temporal de Napster, que ser¨¢ efectivo en la medianoche de hoy, al estimar que la peque?a compa?¨ªa de Silicon Valley, que visitan regularmente 20 millones de usuarios, hab¨ªa violado las leyes de derechos de autor al permitir duplicar gratuitamente canciones incluidas en los cat¨¢logos de las grandes compa?¨ªas discogr¨¢ficas. "Han creado un monstruo, no encuentro otra palabra, y no puedo dejar que siga existiendo", dijo la juez despu¨¦s de una audiencia de dos horas en una corte de San Francisco.La Asociaci¨®n Discogr¨¢fica de Am¨¦rica (en ingl¨¦s, RIAA), que agrupa a los grandes grupos del sector, como Time.Warner, Seagram y Sony Music, present¨® su denuncia el pasado diciembre, acusando a Napster de piratear sus productos. La compa?¨ªa ya se enfrenta a una demanda similar interpuesta por la banda de heavy metal Metallica. "Esta decisi¨®n establece que las reglas son v¨¢lidas tanto fuera de Internet como dentro y manda un claro mensaje a los que intentan montar su negocio con el trabajo de otros", dijo uno de los abogados de la RIAA tras conocer la decisi¨®n judicial.
Al alcance de cualquiera
Napster.com funciona como un buscador de Internet: no contiene los archivos musicales, sino que indica al usuario d¨®nde puede encontrar la canci¨®n o el artista que est¨¢ buscando, en formato digital MP3, para poder descargarlo en su ordenador personal sin tener que abonar ni un solo centavo.La operaci¨®n apenas dura unos minutos y est¨¢ al alcance de cualquier internauta. Se estima que sus usuarios, que podr¨ªan alcanzar los 70 millones en los pr¨®ximos seis meses, descargan una media de 14.000 canciones por minuto, de una lista total de 750.000 t¨ªtulos.
La industria estima que, con este sistema, Naspter le ha hecho perder unos 300 millones de d¨®lares (alrededor de 54.000 millones de pesetas).
La compa?¨ªa defiende su posici¨®n esgrimiendo el derecho de los aficionados a la m¨²sica a compartir sus archivos, al igual que si estuvieran intercambiando discos. Argumenta adem¨¢s que sus usuarios no se benefician econ¨®micamente de la situaci¨®n, por lo que no infringen las leyes de derechos de autor.
El abogado de Napster, David Boies, que se encarg¨® del caso del Departamento de Justicia norteamericano en el caso Microsoft, espera poder presentar un recurso antes de que se haga efectiva la orden de cierre, que de hecho sentencia la desaparici¨®n de la p¨¢gina.
La industria ha puesto sobre la mesa cinco millones de d¨®lares para compensar a Napster por sus p¨¦rdidas hasta que termine el juicio, en caso de que la sentencia final fuera favorable a Napster.
Otra denuncia
El caso promete tener grandes repercusiones sobre la distribuci¨®n de contenidos por Internet, musicales y audiovisuales, y la validez de las actuales leyes que protegen la propiedad intelectual en un entorno tecnol¨®gico que evoluciona constantemente, una batalla entre la libertad sin fronteras de Internet y las normativas del mundo real.A falta de mejores recursos y de una nueva legislaci¨®n, la industria ha recurrido a los tribunales para tratar de proteger sus intereses. La semana pasada, la Asociaci¨®n de Cine de EE UU present¨® una denuncia contra el editor de 2600, una de las principales revistas de la comunidad hacker estadounidense, por difundir en su p¨¢gina un enlace a un sitio donde obtener un programa que permite copiar los DVD gratuitamente y distribuirlos por la red.
En este caso, el debate se centra entre quienes consideran que suministrar un enlace es un derecho a la informaci¨®n y quienes sostienen que no se pueden divulgar accesos a programas que permiten la pirater¨ªa.
Pero Napster es s¨®lo la punta del iceberg; aunque desaparezca, otras compa?¨ªas est¨¢n dispuestas a tomar el relevo. Empresas como Scour, Gnutella o Freenet disponen incluso de recursos tecnol¨®gicos superiores a los de Napster, con un sistema que hace a¨²n m¨¢s dif¨ªcil averiguar el contenido y el destinatario de los archivos musicales a los que se puede acceder.
Ante la ineluctabilidad de estos avances, la industria discogr¨¢fica no descarta poder llegar a un compromiso con estas plataformas; as¨ª lo intent¨® con Napster desde diciembre.
Pero la decisi¨®n de la juez de San Francisco ha lanzado el primer grito en una guerra en la que tiene todas las posibilidades de perder millones de d¨®lares.
El Senado norteamericano celebr¨® a principios de este mes una sesi¨®n para analizar el impacto de estos programas en la industria musical, en la que intervinieron desde Lars Ulrich, de Metallica, hasta el m¨¢ximo directivo de Napster, Hank Barry.
Los responsables de la RIAA han asegurado que no est¨¢n contra el uso de estas tecnolog¨ªas, sino en contra de que se utilicen para defraudar los derechos de autor.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.