El gobernador que limpi¨® Intxaurrondo
Juan Mar¨ªa J¨¢uregui fue un ferviente defensor del di¨¢logo con los nacionalistas que colabor¨® en la limpieza de las luchas contra ETA
Su paso por el gobierno civil de Guip¨²zcoa oblig¨® a Juan Mar¨ªa Jauregui, en 1996, a poner kil¨®metros de distancia de su pa¨ªs. Le convirti¨® en un exiliado m¨¢s del incontable n¨²mero de se?alados por la permanente sombra negra de ETA. ?l, que lleg¨® a conocer a la banda terrorista con la precisi¨®n de un experto que les ha perseguido, lo comprendi¨® inicialmente, pero el paso del tiempo le hizo, sin duda, perder perspectiva sobre la magnitud de su riesgo y volvi¨® a implicarse con la pasi¨®n que le caracterizaba en la pol¨ªtica de su pa¨ªs, cuya actualidad segu¨ªa con precisi¨®n, a trav¨¦s de internet y de los incontables amigos que le manten¨ªan al d¨ªa de la situaci¨®n pol¨ªtica. Su resistencia a sentirse exiliado y el hecho de que su mujer, Maixabel Lasa, funcionaria del Gobierno Vasco, viviera en Guip¨²zcoa, le produjo la suficiente confianza para regresar con frecuencia, aunque siempre por sorpresa, a su pueblo, Legorreta, una localidad de 1.400 habitantes en la que hab¨ªa comprado el caser¨ªo donde naci¨®, junto a la plaza del ayuntamiento, y que hab¨ªa restaurado con mimo para habitar en ella. Pero segu¨ªa estando en el punto de mira de ETA y en el ojo de tanto colaborador legal de los pistoleros que, a la luz de los hechos, le ten¨ªan controlado en sus movimientos.
Juan Mar¨ªa Jauregui era, adem¨¢s, de un militante de su pa¨ªs del que se resist¨ªa a huir, -en octubre regresaba de Chile a Madrid en el nuevo destino de su empresa- un ferviente defensor del di¨¢logo con los nacionalistas en la l¨ªnea que defiende, hoy d¨ªa, la magistrada Margarita Robles, de la que fue estrecho colaborador mientras fue viceministra de Interior en el equipo de Juan Alberto Belloch. Robles no pudo encontrar mejor c¨®mplice para su doble tarea de luchar contra los terroristas y limpiar de corrupci¨®n y malas artes las fuerzas antiterroristas que a este discreto militante socialista procedente de las filas del PCE, con pedigr¨ª antifranquista, y euskald¨²n nacido en un peque?o pueblo de la comarca del Goierri, en la guip¨²zcoa profunda. Todos los ingredientes, sumados a su car¨¢cter audaz y valiente adem¨¢s de campechano y cordial, le convirtieron en un elemento singular y desconcertante dentro de una administraci¨®n como la del Estado en la que tuvo que utilizar todas las artes imaginables para conseguir dar confianza a las fuerzas de seguridad del estado, con las que trabaj¨® codo con codo, a la vez que investigaba y trataba de esclarecer los todav¨ªa entonces presuntos cr¨ªmenes de los que era sospechoso su m¨¢ximo responsable, el general Rodr¨ªguez Galindo. De estas vicisitudes di¨® probada cuenta en el juicio sobre el secuestro y asesinato de Lasa y Zabala que termin¨® en el encarcelamiento del general.
Pero Juan Mari Ja¨²regui estaba bien entrenado con una vida repleta de actividad pol¨ªtica desde que se inici¨® en la clandestinidad, a finales de los sesenta, en que incluso estuvo cerca de la incipiente ETA desde su militancia en el PCE. A?os despu¨¦s, no le dejaba de parecer ir¨®nico y hasta chusco el que el destino le hubiera llevado al puesto de jefe provincial de las Fuerzas de Seguridad del Estado y de los funcionarios de las c¨¢rceles que ¨¦l tambi¨¦n padeci¨® durante dos a?os cuando estudiaba sociolog¨ªa en Deusto. De hecho, cuando visit¨® la c¨¢rcel de Basauri oficialmente como gobernador civil, le pregunt¨® al director de la prisi¨®n si segu¨ªa teniendo "al hijo de puta de Pascualillo en la biblioteca". Y le cont¨® que durante su estancia en la c¨¢rcel, en 1972, el bibliotecario para entonces jubilado, se neg¨® a prestar un libro a su compa?ero de prisi¨®n, Nicol¨¢s Redondo, aduciendo que no ten¨ªa estudios.
Su car¨¢cter extrovertido y valiente le llev¨® a protagonizar muchas iniciativas efectistas pero con calado pol¨ªtico que le distinguieron de todos sus predecesores, con los que mantuvo largas distancias debido al car¨¢cter rupturista que imprimi¨® a su cargo. Su primer discurso como gobernador dirigido a la Guardia Civil de Inchaurrondo estuvo precedido de un largo pre¨¢mbulo en euskera con el que quiso simbolizar su respeto al biling¨¹ismo vigente. En esta l¨ªnea fue un "rompedor", tanto de los modos como del fondo del comportamiento en el cargo. Al descolgar el tel¨¦fono, el gobernador respond¨ªa "Bai, esan?" (?S¨ª, d¨ªgame?). Su actitud firme en la investigaci¨®n de los GAL, que relat¨® en su testimonio durante juicio contra el coronel Rodriguez Galindo, tambi¨¦n le mantuvo distante de ciertos sectores de su partido, el PSE-EE, que le reprocharon haber contribuido a la p¨¦rdida del poder.
Pero su principal militancia se hab¨ªa desarrollado en el PCE de Euskadi en el que milit¨® hasta la escisi¨®n carrillista. En 1991 fue elegido concejal de Tolosa y un a?o despu¨¦s nombrado adjunto al secretario de organizaci¨®n donde permaneci¨® hasta su nombramiento como gobernador, en 1994. Acept¨® el cargo que no quisieron previamente otros compa?eros suyos del partido.
Ni Juan Alberto Belloch ni Margarita Robles le conoc¨ªan personalmente cuando le nombraron. Pero termin¨® siendo un fiel amigo e inseparable colaborador de la hoy magistrada. Con ella compart¨ªa la pasi¨®n por la pol¨ªtica vasca y el diagn¨®stico sobre la conveniencia del di¨¢logo como ¨²nica soluci¨®n del problema vasco. De hecho, los dos lo hab¨ªan practicado. Mientras estuvieron en Interior, Robles cultiv¨® y auspici¨® la v¨ªa dialogada a trav¨¦s de P¨¦rez Esquivel, el premio N¨®bel de la Paz argentino que ETA eligi¨® como intermediario. Pero la cerr¨® definitivamente el nuevo ministro, Jaime Mayor Oreja.
Su defensa del di¨¢logo no estuvo re?ida con un discurso de firmeza ante ETA y los radicales y la practic¨® de tal modo que se convirti¨® en un objetivo permanente de la banda, como ahora lo ha demostrado su asesinato. Cuando llevaba un a?o en el cargo, Jauregui hizo un llamamiento a los guipuzcoanos para que no se dejaran chantajear ni atemorizar por los violentos que hab¨ªan arreciado su campa?a de kale borroka en varios pueblos y en San Sebasti¨¢n. "Quieren crear un estado de temor que les devuelva a una posici¨®n de control social", dijo entonces Ja¨²regui. Tambi¨¦n denunci¨® a los dirigentes radicales que usan a los j¨®venes como reventadores por estar "destruyendoa una parte de la juventud de este pa¨ªs".
Mientras fue gobernador, segu¨ªa frecuentando Legorreta, su pueblo, y manteniendo muchas de las costumbres que hab¨ªa cultivado en su vida, como la cuadrilla y los amigos en Legorreta y Tolosa. Muchos de estos movimientos fueron vigilados en su d¨ªa por Valent¨ªn Lasarte, el miembro del comando Donosti que vigil¨® tambi¨¦n a Gregorio Ordo?ez y asesin¨® a Enrique M¨²jica Herzog. Objetivos muy concretos, muy selectivos, que siempre ha cultivado el comando donostiarra que opera en Guip¨²zcoa.
El asesinato de su amigo L¨®pez de Lacalle el 7 de mayo impresion¨® profundamente a Ja¨²regui. Ambos tienen un paralelismo pol¨ªtico: luchadores por las libertades, con a?os de c¨¢rcel por ello y una militancia en el PCE desde el que se aproximaron a los socialistas. Manten¨ªan una estrecha amistad que cultivaban pese a la distancias que ahora manten¨ªan con posiciones pol¨ªticas opuestas: L¨®pez de Lacalle como fundador del Foro Ermua estaba en el extremo opuesto del abanico en el que se sit¨²an el grupo de Madrid liderado por Margarita Robles y defensores ac¨¦rrimos de un di¨¢logo con ETA.
No parece casual que ahora, cuando el PNV se distancia del compromiso de construcci¨®n nacional adoptado con HB y en su viraje pol¨ªtico tenga que enfocar necesariamente hacia el PSE-EE, la banda terrorista apunte y asesine a uno de los principales defensores de las posiciones del di¨¢logo dentro de los socialistas vascos. Una acci¨®n destinada a ahondar en la sima entre ambos partidos.
Jauregui, como fue norma en su vida, no escondi¨® ¨²ltimamente sus convicciones. Como si hubiera querido demostrar que no se sent¨ªa exiliado de su pa¨ªs, defendi¨® p¨²blicamente, hace s¨®lo tres meses, que el PSE-EE deb¨ªa hacer un "discurso diferenciado" del PP y abordar "sin tapujos" la reforma constitucional.
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