La dignidad frente al terror
"Vamos a resistir, vamos a quedarnos aqu¨ª. Si las piedras aguantan, ?c¨®mo no vamos a aguantar nosotros?", afirma Pilar Aresti, la senadora del PP contra la que ETA atent¨® el d¨ªa 24
Neguri est¨¢ en el punto de mira de ETA. La banda terrorista ha colocado dos bombas en Getxo (Vizcaya) en la dur¨ªsima ofensiva de este verano. El 25 de junio, frente al domicilio de un miembro de la familia Delclaux, uno de los apellidos de la ¨¦lite empresarial vasca, y el pasado d¨ªa 24, ante la casa de la senadora del PP Pilar Aresti, en el exclusivo barrio de Neguri."La Ertaintza me avis¨® por tel¨¦fono de que iba a estallar una bomba. Yo pregunt¨¦ cu¨¢nto tiempo ten¨ªa para desolojar la casa, y el ertzaina me contest¨®: 'Ninguno, no les queda tiempo. ?Prot¨¦njase!'. Mi marido y yo corrimos hacia el centro de la habitaci¨®n y esperamos, y un minuto despu¨¦s estall¨® la bomba. Fue todo tan r¨¢pido que no tuve tiempo ni de rezar. S¨ª pens¨¦ en todos mis seres queridos, en mis padres ya muertos y en mi pobre hijo muerto, tan joven. S¨ª que recuerdo que todo aquello lo vi de color gris, no s¨¦ por qu¨¦".
La serenidad de la voz de Pilar Aresti hace dif¨ªcil creer que est¨¦ describiendo su propia experiencia hace s¨®lo unos d¨ªas. En la biblioteca de su casa de Neguri todo est¨¢ fuera de su sitio. Un hermoso reloj de tallas policromadas marca impasible las ocho y veinticinco de la ma?ana: "Es la hora" a la que explot¨® el coche bomba, comenta Pilar Aresti. Un coche que los terroristas consiguieron aparcar en un lugar se?alado ir¨®nicamente como "vado permanente".
Se llega a la casa de Pilar Aresti desde el paseo del Puerto, donde comienza un hermoso Neguri de jardines silenciosos donde reina la calma. Pero las cintas rojas y blancas que acordonan la zona advierten de un escenario bien distinto al volver la esquina con la calle de Am¨¢n (Aman Kalean, reza el r¨®tulo azul y dorado). Un escenario de casas reventadas por la onda expansiva, de asfalto roto, de temblor reciente. Entrar en la calle de Am¨¢n es entrar en la realidad de la violencia extrema, percibir a qu¨¦ cosa huele el rastro que deja el fascismo en estado puro.
No hace falta abrir la verja de hierro del n¨²mero 10 de la calle de Am¨¢n, que antes estaba incrustada en un muro de piedra, porque la verja de hierro ha saltado por los aires y del muro de piedra han reventado sus grandes bloques de siller¨ªa.
Pilar Aresti abre la puerta de cart¨®n que ha sustituido al portal¨®n de madera que tambi¨¦n ha saltado por los aires junto al enconfrado y al acero del blindaje. Pilar Aresti Victoria de Lecea es senadora del Partido Popular por Vizcaya, apoderada de las Juntas Generales de Vizcaya, presidenta del Comit¨¦ de Amigos del Museo Guggenheim. Es hija del conde de Aresti y de Pilar Victoria de Lecea, una de las familias de la aristocracia vasca m¨¢s antigua de Euskadi. Est¨¢ casada con Ram¨®n de Icaza Zab¨¢lburu, consejero del BBVA. Es una mujer alta, delgada, de palabra vehemente y de gestos suaves. Viste de forma sencilla, impecable. El maquillaje no oculta el paso sosegado del tiempo, pero tampoco su verdadero talante abierto y liberal, tan alejado del t¨®pico que suele atribuirse a la ra¨ªz aristocr¨¢tica de Neguri. Porque Pilar Aresti es una liberal de mente y coraz¨®n que se enorgullece de haber entrado en la pol¨ªtica desde la UCD de Adolfo Su¨¢rez. Por UCD fue tambi¨¦n diputada foral por Vizcaya, apoderada de las Juntas Generales, vocal del Comit¨¦ Regional de la UCD vasca y secretaria general de Liberales Vascos, el Partido Liberal de Joaqu¨ªn Garrigues. "Mira, ahora hace veinte a?os de la muerte de Joaqu¨ªn, y se me han pasado en un vuelo".
En un vuelo se le pasan las horas estos d¨ªas, y ahora recuerda de repente el ruido de las sirenas de la polic¨ªa. Y la megafon¨ªa de la Ertzaintza instando a los vecinos de las casas cercanas a que se retiraran de las ventanas antes de que estallara la bomba. Recuerda tambi¨¦n que sus escoltas le hab¨ªan dicho "vamos para all¨¢ inmediatamente", a pesar de que ella hab¨ªa hecho una sola llamada antes de la explosi¨®n para rogarles que no vinieran, que no se acercaran a la casa.
Cuando todo termin¨® recorri¨® la casa, que estaba destruida por dentro pero en pie su s¨®lida estructura: "Cuando vi todo aquel destrozo, pens¨¦ algo absurdo, pens¨¦: 'Es c¨®mo si hubiera explotado una bomba', sin darme cuenta de que era eso lo que hab¨ªa pasado".
Cuando pudo salir a la calle, vio las casa cercanas, tambi¨¦n reventadas por la explosi¨®n, y se vino abajo: "Me sent¨ª culpable, tem¨ª que la gente estar¨ªa pensando que soy en realidad un mala vecina para ellos... Por eso su solidaridad y su apoyo, que me dec¨ªan '?¨¢nimo, valiente!', me impactaron profundamente, casi m¨¢s que la bomba. Tem¨ªa que pensaran que yo era una mala vecina". Los Aresti son de la gente m¨¢s antigua de Neguri. Su abuelo, Enrique de Aresti y Torre, conde de Aresti, fund¨®, con Valent¨ªn Gorbe?a y Jos¨¦ Am¨¢n (el bisabuelo de Joaqu¨ªn Almunia), la sociedad Terrenos de Neguri a principios del siglo XX.
Fue el conde de Aresti el que m¨¢s empe?o puso en Neguri, a pesar de que ¨¦l viv¨ªa en el centro de Bilbao. Fue presidente de la Diputaci¨®n de Vizcaya y gobernador civil en el reinado de Alfonso XIII, y a ¨¦l le toc¨® controlar las dif¨ªciles visitas reales a Labra y a la cooperativa Euskalduna. El abuelo de Pilar Aresti es el s¨ªmbolo del empresariado vasco que apost¨® firmemente por su pa¨ªs: fund¨® Papelera Espa?ola, construy¨® el ferrocarril Santander-Bilbao y fue consejero del Banco de Bilbao.
En 1908, el abuelo de Pilar recibi¨® el t¨ªtulo de conde de Aresti. De profundas convicciones mon¨¢rquicas y liberales, el fundador de Neguri comparti¨® su actividad pol¨ªtica en la Diputaci¨®n de Vizcaya con un personaje nada af¨ªn a sus ideas: Sabino Arana, ya entonces comprometido con el PNV.
Uno de los retratos que todav¨ªa permanecen colgados en una pared de la casa de Pilar Aresti es el de su padre, Jos¨¦ Aresti; tambi¨¦n empresario imparable, heredero del entusiasmo familiar. Durante 50 a?os fue consejero del Banco de Bilbao y form¨® parte de los "ilustrados" del empresariado vasco.
En la memoria de Pilar se entrecruzan sus queridos muertos. Su hijo, del que le cuesta hablar desde el principio, y su primo Enrique, tambi¨¦n conde de Artesti, asesinado por ETA en 1980. Enrique ten¨ªa la costumbre de ir a misa todos los d¨ªas a la misma hora y a la misma iglesia, la de San Vicente de Bilbao. Aquel d¨ªa llegaba a su despacho de abogado en El Arenal y se encontr¨® con un inocente cartel de "no funciona" en el ascensor. Subi¨® apenas unos pelda?os por la escalera y en el rellano una pistola de ETA le dispar¨® en la nuca. "Era un hombre honrado, y a m¨ª lo que m¨¢s me impresion¨® y todav¨ªa no he superado es la forma tan cobarde en que lo mataron", dice Pilar Aresti.
Mira hacia la terraza, hacia el mar. Desde all¨ª se ve el tejado hundido de una hermosa casa tambi¨¦n de piedra, silenciosa y de hierbas crecidas: "No, no, no est¨¢ as¨ª por la explosi¨®n. Es que ahora est¨¢ abandonada. Fue la casa de Pilar Careaga, la alcadesa de Bilbao, tan pol¨¦mica. Estaba amenazada por ETA y se fue de Neguri. Ahora creo que es de una empresa, no s¨¦; pero ella no era de las de siempre de Neguri, la casa se la compr¨® a otra persona".
Se empe?a Pilar Aresti en defender que Neguri no es lo que la gente piensa, tan aristocr¨¢tico y distante. "Neguri es un barrio; de gente importante, eso s¨ª, pero gente importante tambi¨¦n para el Pa¨ªs Vasco. Y ahora ha venido mucha gente de otras generaciones y profesiones que es como si encontraran aqu¨ª su sue?o dorado". Pero todav¨ªa brilla con luz propia lo que queda de Neguri, los apellidos vascos de las familias de siempre. En las hermosas casas de piedra de la calle de Am¨¢n, Aresti o Smith (el arquitecto que dise?¨® Neguri), en el paseo del Puerto, en la de Valent¨ªn Gorbe?a, en la de Lezama, viven discretamente entrecruzadas las familias de la derecha de siempre y las de los nacionalistas de toda la vida: los Lezana, Leguizam¨®n, Ibarra, Chalbaud, Gal¨ªndez, Guzman o los Delclaux.
Lo primero que brota al hablar con Pilar Aresti es la firmeza de sus convicciones democr¨¢ticas frente al terrorismo, el respecto a la violencia que contamina casi todo en el Pa¨ªs Vasco. Y despu¨¦s el rechazo ante el espect¨¢culo de divisi¨®n que los pol¨ªticos ponen a ETA en bandeja.
Hay quien la vio llorar de rabia en la concentraci¨®n ante el Ayuntamiento de Getxo el d¨ªa 27 por la tarde: "Eran s¨®lo quince minutos de silencio, pero la gente, todos, los m¨ªos tambi¨¦n, no fueron capaces de respetar eso, de ofrecer una imagen de unidad frente a lo esencial que es la condena del terrorismo, la defensa de la vida y de la libertad, y me dio tanta pena y tanta rabia ver eso que no pude contener las l¨¢grimas. Es que no s¨¦ c¨®mo no nos damos cuenta de que vernos divididos es lo que ellos quieren, los asesinos, que tiempo tendremos luego de hacer pol¨ªtica de partido y defender cada uno la propia posici¨®n".
Hubo gente del PNV que se contagi¨® de la rabia de Pilar Aresti, y eso que Pilar no les pasa ni una. Ni siquiera al alcalde de Getxo, a pesar del abraz¨®n que se dieron cuando ¨¦l fue a verla a su casa despu¨¦s de la explosi¨®n de la bomba. "Ya s¨¦, ya s¨¦ que ¨¦l hizo unas declaraciones no muy afortunadas, desgraciadas dir¨ªa yo, pero es que sigo pensando que aquel momento no era el de increpar a nadie".
Ya en la calle, Pilar Aresti se queda mirando la fachada de la casa familiar que le ha salvado la vida mientras responde r¨¢pida la ¨²ltima pregunta. "Pues claro que vamos a resistir, que vamos a quedarnos aqu¨ª la gente de Neguri; porque, si las piedras de Neguri aguantan, que aguantan, ?c¨®mo no vamos a aguantar nosotros?".
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