PAUL JOHNSON, ESCRITOR: "En el 68 est¨¢ la crisis del sistema educativo"
Paul Johnson vive desde siempre en una casa de Notting Hill provista de jard¨ªn y silencio, uno de esos lugares que demuestran por qu¨¦ Londres es un lugar ideal para el trabajo. En su estudio, en lugar muy visible, fotos del tr¨ªo que cambi¨® el mundo: Thatcher, Reagan, Wojtyla. En el fondo del jard¨ªn, una casita de madera donde el escritor pinta bajo la dulce disciplina de una virgen de Renni.Pregunta. ?D¨®nde estaba usted en 1968?
Respuesta. En Par¨ªs. Hab¨ªa ido a dar unas conferencias sobre la guerra de Vietnam. De repente empez¨® todo y me olvid¨¦ de Vietnam y me puse a escribir sobre lo que estaba pasando. Completamente fascinado por lo que estaba pasando.
P. ?Qu¨¦ crey¨® que pasaba?
R. Una revoluci¨®n. Una revoluci¨®n como en los libros.
P. ?Hab¨ªa previsto algo as¨ª?
R. No; ni yo ni casi nadie. Una inmensa sombra planeaba sobre la sociedad. Pero nadie se hab¨ªa fijado. Eso pensaba entonces, y as¨ª lo escrib¨ª. Hasta que el paso del tiempo me hizo caer en la cuenta de mi error.
P. No hab¨ªa sido una revoluci¨®n.
R. ?Nada de eso! Los estudiantes quer¨ªan el poder para ejercer inmediatamente de profesores y ahorrarse as¨ª los pasos intermedios: el estudio, el trabajo, es decir, la condici¨®n de la vida. El 68 atac¨® la base de las universidades, y sus consecuencias a¨²n las estamos pagando. En el 68 est¨¢ la crisis profunda de nuestra sistema educativo. Todo lo grotesco que sucedi¨® entonces tiene la misma ra¨ªz. Jean Louis Barrault, el responsable de la Com¨¦die, empez¨® aplaudiendo a los estudiantes; hasta que se dio cuenta de que ven¨ªan a quemarle el teatro. El 68 ofrece, visto desde ahora, una pintoresca colecci¨®n de capitalistas y banqueros. Los activistas han acabado ejerciendo de ricos, de muy ricos.
P. Aparentemente eso se da en todas las generaciones.
R. No. No conozco ninguna generaci¨®n que presente un grupo tan impresionante de banqueros con pasado revolucionario.
P. Hay otros 68: Praga.
R. ?se fue el real. El de Par¨ªs nos enga?¨® con su virtualidad. Pero en Checoslovaquia se estaban jugando asuntos reales: la democracia o la tiran¨ªa.
P. Otro: los Estados Unidos del peace and love.
R. Estados Unidos es un pa¨ªs inmenso, gigantesco, que desde siempre ha atra¨ªdo a gentes muy extremas. Es tan grande e incre¨ªble que puede acomodar a todos: incluso a los hippies y a los beats. La imagen reducida, simb¨®lica, de esto que le digo es Nueva York. Si¨¦ntese y observe la calle: ver¨¢ pasar en pocos minutos a la gente m¨¢s extraodinaria que haya visto nunca. ?Ver¨¢ pasar una gran cantidad de gente hablando sola! La mayor¨ªa de los norteamericanos son gente con una moral muy sencilla que nada tienen que ver con todo eso. Y que tampoco ten¨ªan que ver entonces. En fin, fue una ¨¦poca demasiado optimista.
P. El desarrollo hist¨®rico necesita hombres optimistas. Usted mismo lo ha escrito.
R. Entonces diga "ilusa". La gente imaginaba entonces que la prosperidad no tendr¨ªa fin. A nadie con sentido com¨²n le gustar¨ªa repetir hoy la experiencia. En los setenta la factura se pag¨®. Y en los ochenta entramos, por fortuna, en el realismo de Reagan y Thatcher. Esta combinaci¨®n fue decisiva. Yo le escrib¨ª a Thatcher cuando Reagan lleg¨® al poder: "Tienes que hacerte amiga de este hombre". Lo hizo. Los sesenta dieron una sociedad permisiva, los ochenta dieron una sociedad libre.
P. ?D¨®nde le pill¨® el 89?
R. En mi casa, escribiendo libros. Cuando era peque?o, todos los domingos rez¨¢bamos tres avemar¨ªas para la salvaci¨®n de Rusia. Fueron muchas avemar¨ªas. Y no pasaba nada. A Dios no se le puede meter prisa. Hay un viejo refr¨¢n ingl¨¦s: "Los molinos de Dios se mueven muy despacio, pero muelen muy fino". El d¨ªa de Navidad, despu¨¦s de la ca¨ªda de Ceaucescu, escuch¨¦ en la radio las campanas de todas las iglesias de Bucarest. Era la primera vez en 50 a?os que sonaban esas campanas. Las campanas tienen uno de los sonidos m¨¢s hermosos de la civilizaci¨®n.
P. ?El sistema cay¨® o hubo que empujarlo?
R. A Reagan y a Thatcher hay que a?adir Wojtyla. Los tres ayudaron, junto con Gorbachov. Aunque Gorbachov fall¨® porque pensaba que el comunismo pod¨ªa reformarse. No se puede. El comunismo es hasta tal punto una totalidad que cualquier intento de reforma lo destruye. Hubo revoluci¨®n en Polonia, porque los polacos son muy buenos revolucionarios. Pero no puede decirse que el 1989 haya sido una revoluci¨®n en el sentido al que estamos acostumbrados. Tampoco hubo una revoluci¨®n en Espa?a. Aunque eso fue gracias a Franco, que prepar¨® con mucha inteligencia la sucesi¨®n, a partir de la creaci¨®n de una clase media muy s¨®lida. Franco fue un hombre extraodinario.
P. S¨ª, eso dicen.
P. Uno de los hombres m¨¢s inteligentes del siglo XX. Alg¨²n d¨ªa la poblaci¨®n espa?ola colocar¨¢ a Franco en el lugar que merece.
P. En Rusia...
R. Rusia es una de las grandes tragedias de la humanidad. Son gente buena, paciente, buenos cristianos. Pero siempre han sido maltratados. Da igual qui¨¦n los mande. Me pregunto cu¨¢ndo Dios se va a acordar de Rusia.
P. ?Cree usted en los car¨¢cteres colectivos?
R. Explican algunas cosas del pasado. Pero, desde luego, no sirven para el presente. El rasgo distintivo de nuestra ¨¦poca es la mezcla. Antes le hablaba del espect¨¢culo incre¨ªble de Nueva York. Pero todas las sociedades modernas, tal vez con la excepci¨®n de Jap¨®n, son mestizas. Y hasta en Jap¨®n est¨¢n empezando a cambiar.
P. ?Cu¨¢l le parece que es la principal conclusi¨®n pol¨ªtica de esto?
R. Una, important¨ªsima. La principal raz¨®n por la que los hombres deciden vivir juntos, la raz¨®n de ese pacto vital y pol¨ªtico, es la Ley y la Constituci¨®n, y ya no la Raza, el Territorio o la Lengua. Me parece trascendental. El mestizaje es la base del gran ¨¦xito americano. Ahora hay que ver si funcionar¨¢ en otro tipo de sociedades como la brasile?a, que es una aut¨¦ntica piedra de toque en este asunto.
P. El siglo parece acabar menos en un apocalipsis que entre la esperanza.
R. S¨ª. He vivido la mayor parte de este siglo, un siglo horrible y sanguinario. Pero al final es verdad que se puede decir que hemos sobrevivido al exterminio. En el siglo XX el hombre ha aprendido mucho sobre el arte de gobernar. La democracia se ha extendido. El bienestar se ha extendido. Piense en lo que eran pa¨ªses como el Reino Unido, Italia o Espa?a. Espa?a... Estuve en los a?os cincuenta, durante un largo viaje. La pobreza era espantosa, inimaginable. En Occidente se ha acabado con esa pobreza colectiva. La seguridad social se ha extendido a toda la poblaci¨®n. El Tercer Mundo ha mejorado.
P. Hay estad¨ªsticas que indican que la desigualdad entre los pa¨ªses ha aumentado.
R. No, no es cierto. Yo viajo mucho. Lentamente, y con muchas dificultades, pero tambi¨¦n el Tercer Mundo se acerca a un nivel de vida estandar.
P. ?frica.
R. Ah, no. ?frica es la excepci¨®n. La culpa de ?frica es de ?frica. De sus Gobiernos corruptos e ineficaces.
P. Resulta extra?o pensar que en ?frica no existan hombres generosos, nobles y competentes.
R. Existen, pero no gobiernan. Emigran o mueren. El colonialismo hizo un buen trabajo en ?frica.
P. Otros dicen que hizo el trabajo necesario para que hayamos llegado a esta situaci¨®n.
R. Lo que hicieron mal las potencias fue irse. E irse de la forma en que se fueron. Con ?frica no hay nada m¨¢s que hacer que esperar al tiempo. Al paso del tiempo. El tiempo siempre resulta ser un aliado del buen gobierno.
P. ?Entre los balances positivos del siglo incluye el periodismo?
R. Descuente los ¨²ltimos a?os. El periodismo de ahora es menos serio, menos responsable y mucho peor que el de hace 20 o 30 a?os. En casi todos los pa¨ªses. Han bajado los niveles de educaci¨®n y ha aumentado la competencia entre los peri¨®dicos. Es un c¨ªrculo infernal del que la principal v¨ªctima es el periodismo.
P. ?Qu¨¦ hay que hacer?
R. Simple: decir la verdad. Lo que tienen que hacer los periodistas es reconquistar la verdad.
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