Los nuevos adultos
Conforme los adolescentes crecen m¨¢s r¨¢pido, puede que esa edad de despreocupaci¨®n conocida como adolescencia acabe siendo solamente un recuerdo. De todos los grandes inventos de despu¨¦s de la Segunda Guerra Mundial -la televisi¨®n, el rock and roll, Internet- probablemente el mayor y m¨¢s influyente sea el adolescente estadounidense. Aunque EE UU siempre ha tenido adolescentes (es decir, seres humanos de edades comprendidas entre 12 y 18 a?os), hasta los ¨²ltimos 50 o 60 a?os no ha habido miles de millones de individuos a medio madurar y viviendo en una zona de amortiguaci¨®n del desarrollo, comprendida en alg¨²n punto entre la inocencia infantil y la experiencia adulta.Esta cultura adolescente de canciones pop, coches y pomadas contra el acn¨¦, de bailes, de pagas y fiestas hasta el amanecer, sigue siendo desconocida en los pa¨ªses menos desarrollados. Y tambi¨¦n se desconoc¨ªa en Estados Unidos hasta la llegada de la reforma de las leyes en materia de trabajo infantil de los a?os treinta, hasta la propagaci¨®n de las zonas residenciales en los a?os cuarenta, y hasta el auge de la mercadotecnia orientada a los j¨®venes en los a?os cincuenta. A principios del siglo XX, los adolescentes eran agricultores, aprendices, estudiantes y soldados -puede que incluso maridos o esposas- pero no adolescentes.
Engendrados por una mezcla de prosperidad y pol¨ªtica, los adolescentes son un moderno producto de lujo. La pregunta para el nuevo siglo es: ?cu¨¢nto tiempo m¨¢s seguir¨¢n existiendo los adolescentes, al menos en la forma que James Dean hizo famosa? En mi opini¨®n, veinte a?os a lo sumo. Los adolescentes, seg¨²n la definici¨®n cl¨¢sica, se est¨¢n extinguiendo, o al menos est¨¢n cambiando para convertirse en algo distinto. La zona de amortiguaci¨®n que una vez poblaron se est¨¢ acercando a la extinci¨®n por dos motivos: los ni?os crecen m¨¢s r¨¢pido que nunca y los adultos crecen m¨¢s lentamente.
Veamos algunos datos aleatorios. En la d¨¦cada de 1800, seg¨²n nos cuentan los historiadores sociales, una chica media empezaba a menstruar a los 15 a?os; ahora la edad media son los 12. Seg¨²n un reciente estudio nacional, el 63% de los adolescentes afirmaron haber utilizado un ordenador durante los 30 d¨ªas anteriores a la encuesta. (En los adultos de 50 a?os o m¨¢s, la cifra s¨®lo ascend¨ªa al 20%). No hace mucho tiempo que yo, un individuo de 37 a?os, sufr¨ª una aver¨ªa del acceso a Internet que fue reparada por un t¨¦cnico de 16 a?os, que cobra 9.250 pesetas por hora de trabajo, y que compra y vende acciones por Internet en su tiempo libre. Cuando yo ten¨ªa 16 a?os, trabajaba en una gasolinera para ganar algo y pensaba que los corredores de Bolsa viv¨ªan en Nueva York.
Un adolescente con dinero propio -dinero de verdad, no caridad paterna- no es en forma alguna un adolescente, sino un madrugador capitalista dispuesto a que Dios le ayude. Esta verdad es la que subyace tras los anuncios de corredores de Bolsa en Internet, en los que unos jovencitos con barba de chivo y coleta asesoran sobre inversiones a unos jefes con calva, o aterrizan en helic¨®pteros privados en el jard¨ªn trasero de la casa paternal. ?Exageraciones? Ya quisieran los cuarentones. Desde luego, no es exagerado cuando los multimillonarios de la tecnolog¨ªa, como Jerry Yang, de Yahoo (que tiene 31 a?os y vale m¨¢s de 555.000 millones de pesetas), han demostrado que el intervalo tradicional que transcurre entre la primera vez que un chico se afeita y su primer mill¨®n no tiene por qu¨¦ ser largo. En empresas de alta tecnolog¨ªa, la gente se retira a los pocos a?os de haber dado el primer sorbo legal de alcohol. Pronto se retirar¨¢n antes de tener edad para sacarse el carnet de conducir. No obstante, esto no supondr¨¢ ning¨²n problema para ellos, dado que podr¨¢n tener ch¨®fer.
El derecho a ser econ¨®micamente improductivo hasta el d¨ªa despu¨¦s de su licenciatura -enmienda n¨²mero uno a la constituci¨®n adolescente- parecer¨¢ pintoresco, por no decir una locura, en unos pocos a?os. En los a?os cincuenta no se esperaba que los chicos de 14 a?os supieran c¨®mo usar los tornos, aunque alg¨²n d¨ªa acabaran trabajando para General Motors. Pero ahora, los 14 a?os es una edad bastante tard¨ªa para empezar a aprovechar el ciberespacio y conseguir un buen empleo en Oracle. Esta tendencia continuar¨¢, e incluso se acelerar¨¢, cuando tanto los padres como los hijos vean las ventajas de perfeccionar el cambio a una edad temprana, cuando los seres humanos son m¨¢s adaptables, en lugar de cuando cumplen los 20, edad en la que podr¨ªan ya estar pasados de rosca. Y esto se debe fomentar en inter¨¦s del Estado, dado que una soluci¨®n para alimentar a una poblaci¨®n plagada de retirados es poner a trabajar a los j¨®venes. La siguiente distinci¨®n que desaparecer¨¢ ser¨¢ social. Una cosa que sol¨ªa convertir a los adolescentes en adolescentes era posponer las responsabilidades familiares, pero hoy en d¨ªa, las posponen incluso los hombres y mujeres de 30 y 40 a?os, incluso permanentemente. Llegar a la edad adulta se est¨¢ convirtiendo en un proceso que dura toda la vida. La adolescencia como preparaci¨®n para la vida carece de sentido cuando la vida que se prepara es tan parecida a la que uno ya vive. Entretanto, los adolescentes est¨¢n descubriendo que existen formas m¨¦dicas de escapar a la parte m¨¢s dura de crecer. ?Por qu¨¦ sufrir una crisis existencial si uno se puede enganchar al Prozac? Si se mantienen las actuales tendencias de la psiquiatr¨ªa, no habr¨¢ ning¨²n f¨¢rmaco ni diagn¨®stico que padres e hijos no puedan compartir. Pero un adolescente que toma Prozac no es un adolescente; es un deprimido que estudia para sacarse el carn¨¦ de conducir. (Cuando se empiece a recetar Viagra a quincea?eros que sean t¨ªmidos, la adolescencia habr¨¢ muerto).
Preveo un tiempo en que la gente se recuperar¨¢ a los 13 a?os y escribir¨¢ memorias sobre su lucha, que batir¨¢n r¨¦cords de ventas antes de haberse examinado de selectividad. Prep¨¢rense para contemplar a un mont¨®n de vejestorios precoces llenando los programas de debate con dolorosas reminiscencias de su brusca ca¨ªda en la adicci¨®n despu¨¦s de que, durante los meses previos a su Bar Mitzvah su reci¨¦n constituida empresa de Internet perdiera la mitad de su cuota de mercado por un alza imprevista de los tipos de inter¨¦s.
Los a?os de adolescencia, seg¨²n se defin¨ªan antiguamente, eran el momento en que la gente pod¨ªa escaquearse de todo, cometer errores sin tener realmente que pagar por ello. El sistema legal ha cambiado todo eso, al procesar a los ni?os como adultos en delitos graves. Y los adolescentes han contribuido a que as¨ª sea, cometiendo multitud de delitos, o al menos cometiendo muchos delitos terribles. Sin embargo, en el futuro, incluso las infracciones menores, que antes se consideraban chiquilladas, provocar¨¢n severas acciones. En 1999, pelearse en un partido de f¨²tbol pod¨ªa tener como consecuencia la expulsi¨®n del chaval del colegio durante a?os; en el a?o 2025, tirar bolitas de papel podr¨ªa costarle la vida. A medida que los correccionales sustituyen a los centros de detenci¨®n, no ser¨¢ sorprendente encontrar una generaci¨®n de chavalines demasiado asustados como para masticar chicle. De hecho, las estad¨ªsticas reflejan que la delincuencia juvenil ya est¨¢ decayendo, cosa que no sorprende.
?Qu¨¦ aspecto tendr¨¢ un mundo sin adolescentes? Pues el mismo que el mundo adulto de la actualidad. Los adolescentes sentir¨¢n las mismas presiones que sus padres: conseguir el ¨¦xito econ¨®mico, cuidar su salud, mantenerse en el lado bueno de la sociedad. Los adolescentes combatir¨¢n esas presiones usando las t¨¦cnicas tradicionales de sus mayores: gastar dinero, tomar medicinas, contratar el asesoramiento de profesionales... Los a?os de despreocupaci¨®n se convertir¨¢n en los a?os de prudencia. As¨ª sol¨ªa ser en el siglo XIX, y as¨ª ser¨¢ de nuevo en el siglo XXI. La era de James Dean, el Ford Mustang y la imaginaci¨®n parecer¨¢n, en retrospectiva, lo que eran: unas vacaciones veraniegas para escapar de la larga historia humana.
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