Caza de brujas en Polonia
Un gran esc¨¢ndalo amenaza a Polonia: el Tribunal de Verificaci¨®n, encargado de los expedientes de los colaboradores de la polic¨ªa pol¨ªtica comunista, puede impedir a Lech Walesa y al actual presidente, Alexandre Kwasniewski, presentarse a las elecciones presidenciales del 8 de octubre. Con una enorme popularidad (el 60% de los polacos est¨¢ decidido a votarle), Kwasniewski puede ser v¨ªctima de la ley que impone comprobar que cualquier persona que opta a un puesto administrativo no ha sido un informador del SB (equivalente polaco del KGB ruso).Como presidente podr¨ªa haber vetado la ley, y el Sejm (C¨¢mara alta) no hubiese obtenido la mayor¨ªa de dos tercios necesaria para revertir el veto. Pero Kwasniewski, a pesar de sus reservas sobre muchos aspectos de la ley, la firm¨® sin temer que pudiera ser utilizada en su contra. No fue hasta julio, al presentarse con otros 10 candidatos ante el Tribunal de Verificaci¨®n, cuando se enter¨® de que, al parecer, en 1985, siendo ya un alto responsable del antiguo partido comunista, acept¨® trabajar para el SB bajo el seud¨®nimo de Alek. Jerzy Baczynski, director del semanario Polityka, record¨® de inmediato que un hombre de su rango recib¨ªa los informes de la polic¨ªa pol¨ªtica y no ten¨ªa ning¨²n motivo para convertirse en un informador secreto. Pero la Oficina de Defensa del Estado, nueva encarnaci¨®n de la antigua polic¨ªa, que est¨¢ totalmente sometida a la derecha en el poder, pretende presentar uno o varios testigos de cargo contra el presidente.
La Ley sobre la Verificaci¨®n premia a quienes dicen la verdad. As¨ª, un ex ministro centrista, Andrzej Olechowski, fue autorizado a presentarse a las legislativas, tras haber admitido que trabaj¨® para el SB. Otros seis candidatos de derecha y de extrema derecha, con expedientes inmaculados, fueron admitidos sin dificultades. Kwasniewski y Walesa deben esperar.
El asunto de Walesa nace de una paradoja. Este l¨ªder de la gran huelga de Gdansk en agosto de 1980, que tres a?os m¨¢s tarde se convirti¨® en premio Nobel de la Paz y en 1991 en presidente de la Rep¨²blica, fue acusado en 1992 por el ministro del Interior Andrzej Macierewicz de haber sido informador de la polic¨ªa pol¨ªtica bajo el seud¨®nimo de Bolek. Al d¨ªa siguiente, Walesa obtuvo del Parlamento la destituci¨®n del Gobierno al precisar que no recordaba haber firmado nada.
Ahora, Macierewicz vuelve a la carga con el mismo expediente que pretende haber encontrado en los archivos de Interior. Walesa, indignado, amenaza con crear una comisi¨®n internacional.
Adam Michnik, director de Gazeta Wyborcza, que no es precisamente un admirador del ex presidente, compar¨® en su peri¨®dico y en EL PA?S las acusaciones contra Walesa con las que un tribunal franc¨¦s habr¨ªa dirigido contra De Gaulle, 20 a?os despu¨¦s de la guerra, por su supuesta colaboraci¨®n con los nazis. Esto no quita que en Varsovia, el Senado acaba de aprobar una resoluci¨®n sobre las celebraciones del aniversario de Solidaridad en las que no menciona el nombre de Walesa. A esto en polaco se le llama hacer limpieza de los recuerdos...
En cualquier caso, Walesa no puede lograr la victoria el 8 de octubre. Los polacos le valoran por sus m¨¦ritos hist¨®ricos, pero conservan un mal recuerdo de su presidencia, y de ah¨ª su baj¨ªsima popularidad. No sucede lo mismo con Kwasniewski, el gran favorito. Su ¨²nico competidor es Marian Krzaklewski, l¨ªder de la derecha, todav¨ªa en el poder, que intent¨® abrir una investigaci¨®n parlamentaria en su contra sobre la financiaci¨®n del antiguo partido comunista y sobre su relaci¨®n con el KGB, pero, al no tener ya mayor¨ªa en el Sejm, no tuvo ¨¦xito.
Sus insinuaciones no han influido en los electores, quienes, seg¨²n los sondeos, siguen confiando en Kwasniewski. As¨ª pues, el Tribunal de Verificaci¨®n es la ¨²ltima oportunidad para su rival de derechas de lograr un golpe de Estado legal.
"Nunca he sido colaborador de los servicios de la ¨¦poca comunista", repite Kwasniewski, y los polacos le creen. Queda saber si los tres jueces del tribunal, nombrados por la derecha, son capaces de dar un veredicto tan sereno.
Krzaklewski logr¨® agrupar a los diferentes movimientos de derecha y de extrema derecha en una lista -la AWS (Acci¨®n Electoral de Solidaridad)- y vencer en las elecciones legislativas de 1997. Al no contar con mayor¨ªa absoluta, tuvo que aliarse con la Uni¨®n de la Libertad, el muy liberal y proeuropeo partido de Leszek Balcerowicz y Bronislaw Geremek. Se trata de una alianza contra natura, ya que la mayor¨ªa de los diputados de la AWS son tibiamente proeuropeos o claramente hostiles.
Para superar este obst¨¢culo, Krzaklewski declar¨® estar a favor de la adhesi¨®n de Polonia a la Uni¨®n Europea, pero no ocultaba sus reticencias. Habr¨ªa sido m¨¢s entusiasta si Europa fuera cat¨®lica y si los "poscomunistas no mirasen a Bruselas como antes miraban a Mosc¨²". Sea como sea, en la primavera pasada, la Uni¨®n de la Libertad rompi¨® su alianza con la AWS, lo que provocar¨¢ unas nuevas elecciones al Sejm.
La ¨²nica posibilidad de llegar al poder que tiene Krzaklewski, rodeada de los Haider polacos, xen¨®fobos y cat¨®licos integristas -s¨®lo escuchan Radio Mar¨ªa, una emisora integrista- depende del veredicto del Tribunal de Verificaci¨®n. Si Kwasniewski es excluido, su partido, la SLD (Uni¨®n de la Izquierda Democr¨¢tica), ya no tendr¨¢ tiempo de presentar otro candidato, sobre todo si el Tribunal tarda en anunciar su decisi¨®n. As¨ª pues, Marian Krzaklewski tendr¨¢ todas las posibilidades de convertirse en el presidente de Polonia.
K. S. Karol es especialista franc¨¦s en cuestiones de Europa del Este.
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