Se escribe con equis
Durante mucho tiempo he sostenido una agria discusi¨®n con mis amigos espa?oles: aunque digan lo contrario, M¨¦xico se escribe con equis y no con jota. Est¨¢n cometiendo una injusticia gramatical o hist¨®rica, les digo; primero, porque la equis no proviene del sonido anglosaj¨®n "cs", sino del nahuati "sh", o sea, que en el origen se dec¨ªa "Meshico", y la equis es el ¨²nico grafismo que representa ese sunido; y segundo, porque bastante trabajo nos ha costado -tan lejos de Dios y tan cerca de los Estados Unidos- mantener nuestra independencia, aun con esa letra que representa el orgullo de la lengua inglesa. Es como poner una pica en Flandes, agrego, y cito el poema que las familias decentes declaman cuando se trata de inflamar el amor patrio: M¨¦xico, creo en ti, que en uno de sus versos asegura que nuestra equis algo tiene de cruz y algo de Calvario. Hace un mes, durante las elecciones presidenciales del 2 de julio, reviv¨ª emocionado esas discusiones de borracho, en las muchas madrugadas que me han sorprendido en un bar madrile?o, y sent¨ª que hab¨ªa valido la pena ser tan terco: "M¨¦xico se escribe con equis, y hay que estar orgulloso".Antes que otra cosa, el triunfo de Vicente Fox -quien, curiosamente, tambi¨¦n se enorgullece de la equis de su nombre- nos ha devuelto la alegr¨ªa de ser lo que somos. M¨¦xico llevaba sumido en el desamparo m¨¢s de quince a?os, o peor a¨²n, durante el ¨²ltimo cuarto del sigo ca¨ªamos paulatinamente en una depresi¨®n que, como en los peores casos de la psiquiatr¨ªa, parec¨ªa no tener fin. Recuerdo claramente la tristeza que invadi¨® al pa¨ªs despu¨¦s de la masacre del 2 de octubre de 1968, y el cinismo desesperado con que muchos aceptaron que a lo mejor hab¨ªa sido la ¨²nica soluci¨®n para mantener la paz. Estuviera uno del lado que estuviera, la llegada de Luis Echeverr¨ªa el poder nos hizo creer que no nos hab¨ªa cercenado las esperanzas. El fracaso, social y econ¨®mico, de su Gobierno fue un golpe dur¨ªsimo para nuestro orgullo, pero, tercamente ilusionados con una estabilidad que hab¨ªa dejado de existir, volvimos a suspirar el nefasto d¨ªa en que Jos¨¦ L¨®pez Portillo se coloc¨® en el pecho la banda presidencial. De entonces a la fecha, las buenas noticias terminaron siempre en un fiasco, desde la promesa que nos hizo el mismo L¨®pez Portillo, de que ¨ªbamos a administrar la riqueza, hasta la aparici¨®n del presidente Salinas en la televisi¨®n congratul¨¢ndonos porque le hab¨ªamos quitado a nuestros hijos el yugo de la deuda externa. Alguna vez escrib¨ª que la crisis mexicana, m¨¢s que econ¨®mica -aun si¨¦ndolo- era emocional, porque, gracias a tanto enga?o, hab¨ªamos perdido el sentido de la esperanza. No hay nada peor para un hombre que perder el rumbo de su vida, y hay que multiplicar el tama?o del desencanto por el n¨²mero de habitantes si se quiere medir la magnitud del desenga?o para un pueblo que ha perdido el sentido de su destino. Para decirlo con la idea con la que empec¨¦ este art¨ªculo, la equis, que tan orgullosamente independiente cifra la dignidad del nombre de M¨¦xico, estaba humillada y ofendida y cualquiera se hubiera sentido rid¨ªculo defendi¨¦ndola frente al imperio de la jota con que los espa?oles escriben M¨¦jico.
Durante las primeras horas del 3 de julio, cuando una multitud se reuni¨® en torno a la columna del ?ngel de la Independencia para festejar el triunfo de Vicente Fox, sent¨ª que hab¨ªamos recuperado el pulso de la esperanza, y comprend¨ª que parte de nuestro error consist¨ªa en que hab¨ªamos esperado que el presidente de turno nos devolviera lo que era nuestro. Era una esperanza vana. ?Por qu¨¦ nos iba a dar el PRI algo que no cre¨ªa que fuera nuestro?
Tristemente, las discusiones que sostienen los miembros de ese partido no hace m¨¢s que darme la raz¨®n. Cito dos ejemplos para la historia: el diputado Eduardo Andrade dijo, a las pocas horas de que se anunci¨® la derrota de su partido, que el presidente Zedillo se hab¨ªa adelantado a hacer el anuncio del triunfo de Vicente Fox, que debi¨® esperar al menos una hora. ?Qu¨¦ habr¨ªa pasado en esa hora?, ?hubieran manipulado las cifras?, ?se habr¨ªan organizado contra Fox?, ?le habr¨ªan hecho la vida imposible a Zedillo? Queda claro que para Andrade era m¨¢s importante lo que pudiera hacer el PRI con los resultados que los resultados en s¨ª. Muchos han llegado a culpar a Zedillo por haber aceptado "r¨¢pidamente" la derrota, como Humberto Roque, quien alguna vez se declar¨® el zedillista n¨²mero uno. Roque fue el art¨ªfice de la votaei¨®n en que se aprob¨® el aumento del IVA del 10% al 15%, y felicit¨® a Zedillo por conducir con mano firme el destino del pa¨ªs, y se declar¨® su primer colaborador. Le bast¨® la derrota del PRI para decirnos que estaba equivocado. ?A qui¨¦n enga?aba a Zedillo o a nosotros?
Los pri¨ªstas parecen no darse cuenta de que termin¨® el tiempo del Gran Elector y comenz¨® el del Gran Electorado. Esta es la gran lecci¨®n del 2 de julio, y es indispensable que los mexicanos entendamos que el triunfo fue nuestro, que gan¨® la decisi¨®n de la mayor¨ªa. No debemos permitir que nuevo futuro pertenezca al presidente, sino al contrario, pues ya que le hemos puesto nuestro futuro en sus manos, ¨¦l nos tiene que dar cuenta de ello.
Pero no todo es miel sobre hojuelas en la nueva vida pol¨ªtica nacional: el panorama democr¨¢tico se ha ensombrecido, no s¨®lo por las declaraciones de los pri¨ªstas, sino por la aparici¨®n de un fen¨®meno "muy rnexicano": la cargada. Ha bastado que Fox proponga conformar un Gabinete plural, y que necesita del talento de sus conciudadanos para que muchos hayan sentido el llamado celestial en sus o¨ªdos: desde los miles que llevan su curr¨ªculum al hotel Fiesta Americana (donde se hospedaba Fox durante su campa?a), pasando por los empresarios, que nunca han participado en pol¨ªtica, pero que ya se apuntan a cuanta oficina creen que quedar¨¢ vac¨ªa, hasta los intelectuales de todas las corrientes que piden audiencia para colarse en el Consejo Nacional de Cultura. Esto me hace sospechar que m¨¢s que en Fox, el peligro estriba en nuestra falta de cultura democr¨¢tica, en nuestro af¨¢n de adular a quien sustenta el poder, y que con mucha facilidad podemos volver a construir el M¨¦xico de las prebendas, el M¨¦xico del "no quiero que me den, sino que me pongan donde hay". Pienso que a lo mejor, como dicen mis amigos espa?oles, M¨¦xico se escribe con jota, una jota oculta en la palabra cargada: la jota de jodidos.
Conf¨ªo en Vicente Fox. Es cierto que al principio me despert¨® bastantes suspicacias, pero ha dado muestras de ser un dem¨®crata que cumplir¨¢ con el mandato de los electores. Tal vez, como dice Denise Dresser, ser¨¢ el primer presidente norteamericano nacido en M¨¦xico y transformar¨¢ una presidencia amurallada en una presidencia apabullante, pero creo que dar¨¢ la cara al p¨²blico y cumplir¨¢ los compromisos que contrajo en campa?a. Si no es as¨ª, tenemos (a pesar de los fans de la cargada y los devotos de la adulaci¨®n) elementos suficientes para exigirle que cumpla; pero si cumple, M¨¦xico habr¨¢ dado el paso m¨¢s seguro de su historia reciente, y habremos recuperado el orgullo de la equis de nuestro nombre.
Sealtiel Alatriste es editor y escritor mexicano.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.